Por Luis Jaime Cisneros
Como no he terminado de leer la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el caso Universidad Católica-Arzobispado de Lima, y como no la leo como abogado sino como filólogo, necesito todavía tiempo para meditar lo que ahí se dice y, sobre todo, tiempo y paciencia para lamentar cómo se dicen ahí las cosas que se dicen. Prefiero conversar sobre un tema que se relaciona con lo que hacemos en la universidad. Mi vínculo con la universidad se inicia en 1939. Lo recalco para precisar cómo ha ido cambiando en mi manera de leer los textos; en mi manera de criticarlos; cómo me he visto obligado a afirmar sobre algo lo que antes negaba y, a la inversa, cómo sé ahora las razones por las que niego lo que antes afirmaba con énfasis y emoción. La distancia entre teoría y hechos es algo que ha ido madurando al mismo tiempo que iba exagerando el progreso de las ciencias. Por eso me agrada discutir con quienes, para defender la absurda manía de generar más universidades, exponen una triste idea del método, son incapaces de asumir el esdrújulo hermenéutico y se sonríen, displicentes, cuando me oyen hablar de los griegos.
Lo que más le cuesta a mucha gente es comprender que los métodos que ayer nos sirvieron para asumir el mundo científico ya no nos son útiles. Lo que una metodología debe ofrecer hoy en esta hora de mundo a los estudiantes es una facultad para optar a fin de no hacer lo que otros hacen ni decir lo que otros dicen. Optar es el gran acontecimiento, la gran alternativa. Optar implica admitir alternativas, entre las que podemos elegir. Optar revela la existencia de un contexto social en el que conviven interpretaciones y soluciones diferentes. Si admitimos la posibilidad de optar estamos reconociendo la existencia de diversos modos de vida. La memoria nos resulta ahora menos útil que la inteligencia. Hermenéutica es una palabra en cuya vigencia debemos pensar cuando hablamos de crear una nueva universidad. Se trata de una casa en que debemos aprender a comprender e interpretar. Una casa en la que debemos aprender a buscar la verdad.
A mucha gente le preocupa, cuando la ponemos al corriente de esta realidad, si lo que deben reformarse son los métodos o las disciplinas. Deben eliminar esa preocuapción. Lo que en realidad debemos hacer es preparar a los estudiantes para ser testigos de los desacuerdos entre la teoría y los hechos. Así lo pondremos en el camino correcto. Es verdad consagrada que no existe teoría que explique todos los fenómenos de su propio campo de especulación. Hay que aprender a perder el miedo al error y a la dificultad, porque ese es precisamente el campo en que la ciencia puede ir avanzando. Hay que volver a darle a la hipótesis la fuerza conductora que tuvo. Los griegos avanzaron con hipótesis, como si la teoría fuese correcta, porque trabajaban con aproximaciones. Si el científico no se acostumbra a trabajar con aproximaciones no avanzará nunca. Por eso tiene razón Feyerband cuando explica que “una teoría debe ser juzgada por la experiencia y debe rechazarse si contradice enunciados básicos aceptados”. Y agrega seguidamente que esta clase de requisitos “son tan inútiles como una medicina que cura a un paciente sólo si está libre de bacteria”.
Poca importancia asignó el colegio a la imaginación cuando se trataron asuntos “científicos”: la intuición de los estudiantes no se tuvo en cuenta como instrumento pedagógico. El gran humanista Buckminster Füller enfatizaba la buena impresión de la capacidad intuitiva de los muchachos carentes de formación científica, y destacaba cómo los artistas utilizan su capacidad imaginativa “para realizar formulaciones conceptuales”. Y a ese respecto, recuerda una experiencia realizada en Massachussets, en el MIT. El profesor Kepes “tomó fotografías en blanco y negro de tamaño uniforme en las que se veían cuadro no figurativos de muchos artistas. Los mezcló con fotografías en blanco y negro del mismo tamaño tomadas por científicos, que incluían todo tipo de fenómenos visibles a través del microscopio y el telescopio”. Luego, Kepes seleccionó algunas con sus alumnos: no se podían distinguir cuáles pertenecían a los artistas y cuáles a los científicos. La universidad nos prepara hoy para ser protagonistas de lo que ayer solamente éramos testigos.
domingo, 2 de mayo de 2010
Peruanos en su salsa
Por Augusto Álvarez Rodrich
Aunque no lo crea, la corrupción no es monopolio aprista.
Sería un error, y mentira flagrante, coincidir con Nidia Vílchez o Aurelio Pastor en que el Apra no pasa por una seria crisis que ha sido reconocida hasta por el presidente Alan García, pero también constituiría una equivocación suponer que el problema central del principal partido político peruano es la situación judicial de sus dos tan flamantes como prontamente desgastados secretarios generales.
Para todos –apristas o no– debiera ser claro que las acusaciones a Jorge del Castillo y Omar Quezada solo son expresión que, como punta de iceberg, permiten apenas avistar el problema mayor del papel que cumplen –o no– los partidos políticos, así como el motivo de muchos que se meten en sus filas.
Sin caer en generalizaciones pues, sin duda, hay gente con sincera vocación de servicio, me temo que hoy no es exagerado sostener que los partidos se han convertido en refugio de delincuentes que, con el camuflaje del interés de la nación, buscan llenarse el bolsillo ilegalmente a costa del sector público.
El destape reciente de escándalos que ahogan la imagen del Apra –o que confirman lo que muchos creían– son ejemplos de que algunos de sus miembros se han dedicado, literalmente, a lotizar el país para convertirlo en patrimonio personal.
Trafas con terrenos de Cofopri; construcción sospechosa de plantas de tratamiento; abogados como Alberto Químper que, con el paraguas aprista –pero hace poco con el de Perú Posible, se mueven con fluidez por la alcantarilla burocrática y judicial; lobistas que de hobby son ministros, son algunos ejemplos de peruanos que se meten a un partido para usarlo como palanca para elevar su patrimonio financiero e inmobiliario.
Sin embargo, sería un error creer que la corrupción es –como hoy muchos repiten– un fenómeno estrictamente aprista. Quizá sean más ‘profesionales’ en el chanchullo pues el Apra es un partido con tradición y más organización, pero, la verdad, la sufren todas los partidos y, además, recorre la historia peruana como lo demuestra un libro horrorosamente estupendo como Corrupt Circles, de Alfonso Quiroz, que ya se debería haber traducido para que se pueda leer –con espanto– en el Perú.
Es algo tan errado como creer que la corrupción se combate, como hoy, con medidas aisladas que se improvisan cuando el gobierno debe limpiarse el salpicado del nuevo escándalo.
Para decirlo claro y directo, los partidos políticos se han convertido en espacios a los que recurren delincuentes que roban con la coartada del servicio público.
Esto explica también por qué estas entidades han perdido la capacidad de cumplir la misión para la que supuestamente existen: intermediar las demandas sociales con el fin de alcanzar respuestas guiadas por el interés social en lugar del particular como lamentablemente ocurre ahora.
Aunque no lo crea, la corrupción no es monopolio aprista.
Sería un error, y mentira flagrante, coincidir con Nidia Vílchez o Aurelio Pastor en que el Apra no pasa por una seria crisis que ha sido reconocida hasta por el presidente Alan García, pero también constituiría una equivocación suponer que el problema central del principal partido político peruano es la situación judicial de sus dos tan flamantes como prontamente desgastados secretarios generales.
Para todos –apristas o no– debiera ser claro que las acusaciones a Jorge del Castillo y Omar Quezada solo son expresión que, como punta de iceberg, permiten apenas avistar el problema mayor del papel que cumplen –o no– los partidos políticos, así como el motivo de muchos que se meten en sus filas.
Sin caer en generalizaciones pues, sin duda, hay gente con sincera vocación de servicio, me temo que hoy no es exagerado sostener que los partidos se han convertido en refugio de delincuentes que, con el camuflaje del interés de la nación, buscan llenarse el bolsillo ilegalmente a costa del sector público.
El destape reciente de escándalos que ahogan la imagen del Apra –o que confirman lo que muchos creían– son ejemplos de que algunos de sus miembros se han dedicado, literalmente, a lotizar el país para convertirlo en patrimonio personal.
Trafas con terrenos de Cofopri; construcción sospechosa de plantas de tratamiento; abogados como Alberto Químper que, con el paraguas aprista –pero hace poco con el de Perú Posible, se mueven con fluidez por la alcantarilla burocrática y judicial; lobistas que de hobby son ministros, son algunos ejemplos de peruanos que se meten a un partido para usarlo como palanca para elevar su patrimonio financiero e inmobiliario.
Sin embargo, sería un error creer que la corrupción es –como hoy muchos repiten– un fenómeno estrictamente aprista. Quizá sean más ‘profesionales’ en el chanchullo pues el Apra es un partido con tradición y más organización, pero, la verdad, la sufren todas los partidos y, además, recorre la historia peruana como lo demuestra un libro horrorosamente estupendo como Corrupt Circles, de Alfonso Quiroz, que ya se debería haber traducido para que se pueda leer –con espanto– en el Perú.
Es algo tan errado como creer que la corrupción se combate, como hoy, con medidas aisladas que se improvisan cuando el gobierno debe limpiarse el salpicado del nuevo escándalo.
Para decirlo claro y directo, los partidos políticos se han convertido en espacios a los que recurren delincuentes que roban con la coartada del servicio público.
Esto explica también por qué estas entidades han perdido la capacidad de cumplir la misión para la que supuestamente existen: intermediar las demandas sociales con el fin de alcanzar respuestas guiadas por el interés social en lugar del particular como lamentablemente ocurre ahora.
Yala
Por Jorge Bruce
Vengo sosteniendo hace varias columnas que la corrupción, cual derrame de crudo en la costa, está rebalsando los diques de una población que, sin embargo, ostenta una tolerancia considerable a esta lactosa infecta. Así como las encuestas de Proética, año tras año, muestran esta actitud ambigua y adaptativa a una situación que se presume imposible de erradicar, los sondeos últimos de las encuestadoras arrojan otro resultado consistente: la corrupción es percibida como uno de los problemas más graves de nuestra maltrecha sociedad.
Es como si un organismo constatara su enfermedad y aceptara vivir con esta, siempre y cuando no constituya una amenaza para su existencia. ¿A partir de qué momento se percibe esta presencia como letal? Cuando la evaluación del vínculo entre la calidad de vida y la ética de los gobernantes resulta desfavorable para el ciudadano medio. Entonces recuerda lo que siempre supo pero ante lo cual optaba por hacer la vista gorda: la autoridad que roba ME roba.
Que la avalancha de denuncias a la que estamos –de nuevo– asistiendo, en donde cada día trae su cuota de revelaciones catastróficas, sea el producto de una guerra entre clanes mafiosos, no cambia gran cosa. Sabemos que la mayoría de estas quedarán en nada, y que la sobrevida de un político peruano atrapado con las manos en la masa es envidiable y hasta confiere cierta aura de celebridad mediática.
La pregunta es cuál va a ser la reacción de la población ante estos brotes purulentos que provienen sobre todo del partido de Gobierno: sus dos secretarios generales están implicados en casos graves y el partido, curtido en estas lides, busca controlar daños. Ante esta corrupción colegiada, el Presidente hace unos discursos condenatorios encendidos, inoperantes e inverosímiles. Vamos, es como Fujimori diciendo que no sabía nada.
¿Hay esperanza? Kafka diría que sí, pero no para nosotros. Para no quedar presos de ese escepticismo viscoso, propongo lo siguiente: Mi impresión es que se abre un breve paréntesis de asco e indignación ciudadanas, producido por la saturación aludida, similar a la que vivimos al final del fujimorismo. Sabemos que esta respuesta dura poco. Luego las preocupaciones cotidianas retoman su curso y la resignación pragmática de muchos se reinstala, dando paso a personajes oscuros o males menores.
Por eso es un periodo que debe ser aprovechado para avanzar cuanto se pueda. La acogida que ha tenido la plataforma de lanzamiento de Lourdes Flores es buen signo. Pero no se la puede dejar sola, entre otras cosas por su probada incapacidad para rematar la faena. Recuerdo haberle escuchado decir, por ejemplo, que era preferible la re-reelección de Fujimori para evitar la violencia, cuando la solución era exactamente la contraria: la reacción ciudadana nos dio un respiro de justicia y paz social.
Un líder democrático y ético debe poder catalizar esa rabia, esa impotencia, transformándolas en fuerzas de cambio; no de destrucción, como Sendero, de desinstitucionalización y cinismo, como el fujimorismo, o de ambigüedad moral y conservadurismo, como el Apra. Esperemos que no nos ahoguemos otra vez, repitiendo, mientras nos hundimos: yala.
Vengo sosteniendo hace varias columnas que la corrupción, cual derrame de crudo en la costa, está rebalsando los diques de una población que, sin embargo, ostenta una tolerancia considerable a esta lactosa infecta. Así como las encuestas de Proética, año tras año, muestran esta actitud ambigua y adaptativa a una situación que se presume imposible de erradicar, los sondeos últimos de las encuestadoras arrojan otro resultado consistente: la corrupción es percibida como uno de los problemas más graves de nuestra maltrecha sociedad.
Es como si un organismo constatara su enfermedad y aceptara vivir con esta, siempre y cuando no constituya una amenaza para su existencia. ¿A partir de qué momento se percibe esta presencia como letal? Cuando la evaluación del vínculo entre la calidad de vida y la ética de los gobernantes resulta desfavorable para el ciudadano medio. Entonces recuerda lo que siempre supo pero ante lo cual optaba por hacer la vista gorda: la autoridad que roba ME roba.
Que la avalancha de denuncias a la que estamos –de nuevo– asistiendo, en donde cada día trae su cuota de revelaciones catastróficas, sea el producto de una guerra entre clanes mafiosos, no cambia gran cosa. Sabemos que la mayoría de estas quedarán en nada, y que la sobrevida de un político peruano atrapado con las manos en la masa es envidiable y hasta confiere cierta aura de celebridad mediática.
La pregunta es cuál va a ser la reacción de la población ante estos brotes purulentos que provienen sobre todo del partido de Gobierno: sus dos secretarios generales están implicados en casos graves y el partido, curtido en estas lides, busca controlar daños. Ante esta corrupción colegiada, el Presidente hace unos discursos condenatorios encendidos, inoperantes e inverosímiles. Vamos, es como Fujimori diciendo que no sabía nada.
¿Hay esperanza? Kafka diría que sí, pero no para nosotros. Para no quedar presos de ese escepticismo viscoso, propongo lo siguiente: Mi impresión es que se abre un breve paréntesis de asco e indignación ciudadanas, producido por la saturación aludida, similar a la que vivimos al final del fujimorismo. Sabemos que esta respuesta dura poco. Luego las preocupaciones cotidianas retoman su curso y la resignación pragmática de muchos se reinstala, dando paso a personajes oscuros o males menores.
Por eso es un periodo que debe ser aprovechado para avanzar cuanto se pueda. La acogida que ha tenido la plataforma de lanzamiento de Lourdes Flores es buen signo. Pero no se la puede dejar sola, entre otras cosas por su probada incapacidad para rematar la faena. Recuerdo haberle escuchado decir, por ejemplo, que era preferible la re-reelección de Fujimori para evitar la violencia, cuando la solución era exactamente la contraria: la reacción ciudadana nos dio un respiro de justicia y paz social.
Un líder democrático y ético debe poder catalizar esa rabia, esa impotencia, transformándolas en fuerzas de cambio; no de destrucción, como Sendero, de desinstitucionalización y cinismo, como el fujimorismo, o de ambigüedad moral y conservadurismo, como el Apra. Esperemos que no nos ahoguemos otra vez, repitiendo, mientras nos hundimos: yala.
La “densidad” del Estado
Por Martín Tanaka
Acaba de ser publicado el Informe sobre Desarrollo Humano Perú 2009, Por una densidad del Estado al servicio de la gente (Lima, PNUD, 2010). Se trata de un importante aporte que merece amplio estudio y reflexión, y las líneas de acción que surgen de la lectura y de las recomendaciones del texto deberían ser asumidas por nuestras autoridades públicas. El informe elabora un índice de “densidad” estatal sobre la base de cinco indicadores principales: el número de médicos por cada 10 mil habitantes, la tasa de asistencia a la escuela secundaria, el porcentaje de viviendas con acceso a servicios de agua, desagüe y electricidad, y el porcentaje de población con partida de nacimiento y DNI.
Son muchísimos los temas que el informe pone sobre el tapete, aquí solamente quisiera resaltar el cuadro que se presenta respecto a la presencia del Estado en el territorio. Si se mira el Estado observando los departamentos, parece confirmarse algo que ya es sabido: habría más Estado en la costa, mucho menos en la sierra (especialmente en la sierra sur) y en la selva. Sin embargo, el panorama se vuelve mucho más complejo al mirar las provincias: allí resulta que no solo en la costa hay más Estado, también en la zona andina central más articulada a Lima, que incluye parte de Junín, Pasco y Huancavelica; y también en todas las capitales departamentales, independientemente de que estén en la costa, la sierra o la selva. El problema principal de la presencia estatal estaría entonces en la relación entre las ciudades principales del país y su entorno inmediato.
El informe llama la atención sobre las agudas diferencias en Cajamarca, San Martín, Huánuco, Huancavelica y Ayacucho, en donde las provincias capitales muestran niveles altos o medio altos de densidad estatal, pero están rodeadas de provincias en niveles bajos o medio bajos, configurando una suerte de centralismo departamental. También resulta llamativa la gran heterogeneidad interna en algunos departamentos, como Piura, La Libertad, Apurímac o Madre de Dios, en las que coexisten provincias con situaciones muy dispares. Otro dato interesante que no ha sido suficientemente tomado en cuenta es la extrema precariedad que presentan las provincias de la sierra norte (las provincias altas de Piura, las provincias andinas de La Libertad, casi toda Cajamarca, las provincias del noreste de Áncash y del oeste de Huánuco). Existe relativa conciencia del desafío que representa para el país el desarrollo de la sierra sur y de la selva, pero no tanto de la urgencia de acción en la sierra norte.
Esta evidencia impone retos importantes a nuestras autoridades, especialmente en el contexto de descentralización del Estado. ¿Cómo evitar que la descentralización favorezca solamente a las ciudades más importantes y dinámicas del país, dejando relegadas a las provincias de su entorno? ¿Qué proponen los candidatos a las elecciones regionales y municipales?
Acaba de ser publicado el Informe sobre Desarrollo Humano Perú 2009, Por una densidad del Estado al servicio de la gente (Lima, PNUD, 2010). Se trata de un importante aporte que merece amplio estudio y reflexión, y las líneas de acción que surgen de la lectura y de las recomendaciones del texto deberían ser asumidas por nuestras autoridades públicas. El informe elabora un índice de “densidad” estatal sobre la base de cinco indicadores principales: el número de médicos por cada 10 mil habitantes, la tasa de asistencia a la escuela secundaria, el porcentaje de viviendas con acceso a servicios de agua, desagüe y electricidad, y el porcentaje de población con partida de nacimiento y DNI.
Son muchísimos los temas que el informe pone sobre el tapete, aquí solamente quisiera resaltar el cuadro que se presenta respecto a la presencia del Estado en el territorio. Si se mira el Estado observando los departamentos, parece confirmarse algo que ya es sabido: habría más Estado en la costa, mucho menos en la sierra (especialmente en la sierra sur) y en la selva. Sin embargo, el panorama se vuelve mucho más complejo al mirar las provincias: allí resulta que no solo en la costa hay más Estado, también en la zona andina central más articulada a Lima, que incluye parte de Junín, Pasco y Huancavelica; y también en todas las capitales departamentales, independientemente de que estén en la costa, la sierra o la selva. El problema principal de la presencia estatal estaría entonces en la relación entre las ciudades principales del país y su entorno inmediato.
El informe llama la atención sobre las agudas diferencias en Cajamarca, San Martín, Huánuco, Huancavelica y Ayacucho, en donde las provincias capitales muestran niveles altos o medio altos de densidad estatal, pero están rodeadas de provincias en niveles bajos o medio bajos, configurando una suerte de centralismo departamental. También resulta llamativa la gran heterogeneidad interna en algunos departamentos, como Piura, La Libertad, Apurímac o Madre de Dios, en las que coexisten provincias con situaciones muy dispares. Otro dato interesante que no ha sido suficientemente tomado en cuenta es la extrema precariedad que presentan las provincias de la sierra norte (las provincias altas de Piura, las provincias andinas de La Libertad, casi toda Cajamarca, las provincias del noreste de Áncash y del oeste de Huánuco). Existe relativa conciencia del desafío que representa para el país el desarrollo de la sierra sur y de la selva, pero no tanto de la urgencia de acción en la sierra norte.
Esta evidencia impone retos importantes a nuestras autoridades, especialmente en el contexto de descentralización del Estado. ¿Cómo evitar que la descentralización favorezca solamente a las ciudades más importantes y dinámicas del país, dejando relegadas a las provincias de su entorno? ¿Qué proponen los candidatos a las elecciones regionales y municipales?
SIMON BOLIVAR
.Por Mirko Lauer
Ahora que comienzan las celebraciones y elucubraciones en torno del bicentenario de la independencia de América Latina, la figura de Simón Bolívar va a enfrentar los juicios del siglo XXI. Él siempre fue tema de veneración y de polémica, y el decenio que viene no será excepción, con nuevas oportunidades para el dato venial y el análisis profundo.
Un equipo de médicos de la universidad Johns Hopkins acaba de plantear que Bolívar no murió tuberculoso, sino envenenado por arsénico. No entran al tema del asesinato, sino más bien adelantan la posibilidad del efecto secundario de un tratamiento médico bien intencionado. Hipótesis antigua en realidad, que ahora se abre a nuevas especulaciones.
La noticia de inmediato hace pensar en qué dirá Hugo Chávez, quien ha hecho del Libertador el emblema de su identidad y de su expansivo planteamiento político. No parece haber mucho que decir, pero el presidente venezolano no deja oportunidad sin aprovechar, y menos la dejará ahora que tantos reflectores van a centrarse en Bolívar y en José de San Martín.
Bolívar tiene una imagen gigantesca de pensador y ejecutor de la libertad de un continente, y a la vez una más discreta historia de traspiés humanos que para sus críticos más enconados contiene incidentes de traición a esa misma causa. No hay incidente de su vida que no sea medible con la vara más larga de la historia.
La propia presencia del arsénico de inmediato lleva a pensar en los últimos días de Napoleón Bonaparte, de quien hace no mucho se descubrió, por mechones conservados de su cabello, que fue deliberadamente envenenado por algunos de sus custodios en la isla terminal de Santa Elena. Un Bolívar envenenado a propósito cambiaría el tapiz histórico del siglo XIX.
Casi dos siglos después parte del prestigio de Bolívar se juega en la actualísima obsesión de sus seguidores. El M-19 colombiano inició su fallida lucha armada con el robo de la espada del Libertador. Organizaciones subversivas diversas usan su nombre como escudo latinoamericanista. El socialismo petrolero del siglo XXI chavista se reclama de él.
No todo revolucionario ha estado tan convencido. Carlos Marx lo detestaba intensamente, Y escribió algunos de los adjetivos más duros sobre su persona, acusándolo en un artículo enciclopédico de fugar, de traicionar a Francisco de Miranda, y cosas peores. Presentó su saga como una suerte de picaresca militar.
Pero la imagen de Bolívar, contradictoria como puede ser, se defiende por sus acciones más importantes y por sus ideas más visionarias. El Perú por lo pronto le debe una parte importante de su independencia, y lo mismo otras repúblicas. Quizás en este segundo centenario está próxima la hora de juicios más serenos que la idolatría o la denostación.
Ahora que comienzan las celebraciones y elucubraciones en torno del bicentenario de la independencia de América Latina, la figura de Simón Bolívar va a enfrentar los juicios del siglo XXI. Él siempre fue tema de veneración y de polémica, y el decenio que viene no será excepción, con nuevas oportunidades para el dato venial y el análisis profundo.
Un equipo de médicos de la universidad Johns Hopkins acaba de plantear que Bolívar no murió tuberculoso, sino envenenado por arsénico. No entran al tema del asesinato, sino más bien adelantan la posibilidad del efecto secundario de un tratamiento médico bien intencionado. Hipótesis antigua en realidad, que ahora se abre a nuevas especulaciones.
La noticia de inmediato hace pensar en qué dirá Hugo Chávez, quien ha hecho del Libertador el emblema de su identidad y de su expansivo planteamiento político. No parece haber mucho que decir, pero el presidente venezolano no deja oportunidad sin aprovechar, y menos la dejará ahora que tantos reflectores van a centrarse en Bolívar y en José de San Martín.
Bolívar tiene una imagen gigantesca de pensador y ejecutor de la libertad de un continente, y a la vez una más discreta historia de traspiés humanos que para sus críticos más enconados contiene incidentes de traición a esa misma causa. No hay incidente de su vida que no sea medible con la vara más larga de la historia.
La propia presencia del arsénico de inmediato lleva a pensar en los últimos días de Napoleón Bonaparte, de quien hace no mucho se descubrió, por mechones conservados de su cabello, que fue deliberadamente envenenado por algunos de sus custodios en la isla terminal de Santa Elena. Un Bolívar envenenado a propósito cambiaría el tapiz histórico del siglo XIX.
Casi dos siglos después parte del prestigio de Bolívar se juega en la actualísima obsesión de sus seguidores. El M-19 colombiano inició su fallida lucha armada con el robo de la espada del Libertador. Organizaciones subversivas diversas usan su nombre como escudo latinoamericanista. El socialismo petrolero del siglo XXI chavista se reclama de él.
No todo revolucionario ha estado tan convencido. Carlos Marx lo detestaba intensamente, Y escribió algunos de los adjetivos más duros sobre su persona, acusándolo en un artículo enciclopédico de fugar, de traicionar a Francisco de Miranda, y cosas peores. Presentó su saga como una suerte de picaresca militar.
Pero la imagen de Bolívar, contradictoria como puede ser, se defiende por sus acciones más importantes y por sus ideas más visionarias. El Perú por lo pronto le debe una parte importante de su independencia, y lo mismo otras repúblicas. Quizás en este segundo centenario está próxima la hora de juicios más serenos que la idolatría o la denostación.
Peligra llegada de gas al sur andino
.
Proyecto en riesgo. Kuntur revela que no existen reservas para abastecimiento. La compañía no iniciará construcción hasta que se garantice suministro, pero paradójicamente desde este fin de mes se exportará la mitad de las reservas a México.
José Carlos Reyes.
Se confirmó lo que se temía. El inicio de la construcción del Gasoducto Andino del Sur –prevista para el primer semestre del 2011– podría tener un nuevo retraso debido a que aún no está garantizado el abastecimiento de gas natural ya que todas las reservas del recurso ya están comprometidas.
Alejandro Segret, gerente general de Kuntur Transportadora de Gas, empresa a cargo de la construcción del gasoducto, explicó que actualmente las reservas probadas de Camisea (lotes 56 y 88) ascienden a 8.8 trillones de pies cúbicos (TCF), de los cuales 4 TCF serán exportados y el volumen restante ya está comprometido para abastecer a la industria local.
Refirió que el Gasoducto Andino, que llevará el gas a las regiones de Cusco, Arequipa, Puno, Moquegua y Tacna –vía la construcción de 1,100 kilómetros de tuberías– requiere de 5 TCF para abastecer de gas por 25 años. “El inicio de la construcción está sujeta a que tengamos disponibilidad de reservas. Pero en este instante no hay gas para el proyecto, creemos que lo habrá, pero todavía no tenemos la certeza de tener las reservas probadas suficientes”, subrayó.
Decreto resulta insuficiente
Sobre el decreto que emitió el gobierno en setiembre del 2009 –el cual garantizaba que se destinaría 1 TCF del gas de Camisea para el Gasoducto Andino– el ejecutivo, si bien saludó la medida, señaló que ello resulta “insuficiente”.
Segret sostuvo que Kuntur no esperará que las reservas probadas se eleven de golpe en 5 TCF para iniciar la construcción (representaría un alza de más del 50% de las reservas de Camisea) “pero por lo menos esperamos un incremento inicial que puede ir creciendo en los años. Se esperaba noticias (sobre el nivel de reservas) a fines del año pasado, pero podríamos tenerla a fines de mayo”, agregó.
El gobierno tendrá que actuar
Pero en caso no se compruebe un alza en el nivel de reservas, Segret señaló que el gobierno tendría que sentarse a negociar con la empresa productora (el Consorcio Camisea) para acordar una forma de liberar gas para el mercado interno. “No tendría sentido invertir US$ 1,800 millones si no va a pasar nada por el tubo”, apuntó.
Cuando en el 2008 Kuntur ganó la concesión para construir el gasoducto, anunció que su construcción empezaría en el 2010, pero la fecha luego fue postergada hacia el 2011 (y concluiría en el 2013) debido a los retrasos en la conformación societaria del consorcio y también por la falta de reservas garantizadas.
Segret señaló que Kuntur no tiene ningún contrato de abastecimiento de gas firmado con el Consorcio Camisea, pues hasta la fecha se carece de reservas.
Reservas podrían inflarse
Según el especialista en hidrocarburos Aurelio Ochoa, cada vez es mayor la preocupación del sector empresarial sobre la falta de reservas de gas para el mercado local, hecho que resultó evidente en la reciente licitación de gas en la que la demanda duplicó la oferta.
Para Ochoa, técnicamente resulta casi imposible que se eleven las reservas probadas de Camisea en los próximos meses. “Salvo que haya alguna maniobra política que busque justificar la exportación que inicia a fin de mes”, subrayó.
Datos
Quillabamba. Kuntur confirmó que el proyecto del gasoducto contempla la construcción de un ramal hacia Quillabamba (Cusco), donde se instalaría una central termoeléctrica.
Estudios. Además informaron que el pasado 4 de abril ya presentaron al MEM los estudios de riesgos y el 4 de julio presentarán el Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Asimismo en los próximo días empezarán las audiencias publicas sobre el proyecto (en total serán 82).
“No es necesario renegociar”
El Ministerio de Energía y Minas (MEM) anunció a inicios de año la contratación de una nueva consultora para certificar las reservas de Camisea y los resultados serán dados este 15 de mayo. “No sería nada raro que se inflen las reservas en una coyuntura en la que se inicia la exportación del gas a México”, advirtió Aurelio Ochoa.
Según el analista, resulta imperativo priorizar el mercado interno sobre la exportación y para ello no sería necesario renegociar los contratos con el Consorcio Camisea sino solamente aplicar la Ley 27133 que garantiza el abastecimiento del mercado nacional. “No hay nada que renegociar. El gobierno debe ponerse los pantalones para aplicar la ley, pues no es posible que no haya gas para las zonas donde justamente se extrae el gas”, criticó
Proyecto en riesgo. Kuntur revela que no existen reservas para abastecimiento. La compañía no iniciará construcción hasta que se garantice suministro, pero paradójicamente desde este fin de mes se exportará la mitad de las reservas a México.
José Carlos Reyes.
Se confirmó lo que se temía. El inicio de la construcción del Gasoducto Andino del Sur –prevista para el primer semestre del 2011– podría tener un nuevo retraso debido a que aún no está garantizado el abastecimiento de gas natural ya que todas las reservas del recurso ya están comprometidas.
Alejandro Segret, gerente general de Kuntur Transportadora de Gas, empresa a cargo de la construcción del gasoducto, explicó que actualmente las reservas probadas de Camisea (lotes 56 y 88) ascienden a 8.8 trillones de pies cúbicos (TCF), de los cuales 4 TCF serán exportados y el volumen restante ya está comprometido para abastecer a la industria local.
Refirió que el Gasoducto Andino, que llevará el gas a las regiones de Cusco, Arequipa, Puno, Moquegua y Tacna –vía la construcción de 1,100 kilómetros de tuberías– requiere de 5 TCF para abastecer de gas por 25 años. “El inicio de la construcción está sujeta a que tengamos disponibilidad de reservas. Pero en este instante no hay gas para el proyecto, creemos que lo habrá, pero todavía no tenemos la certeza de tener las reservas probadas suficientes”, subrayó.
Decreto resulta insuficiente
Sobre el decreto que emitió el gobierno en setiembre del 2009 –el cual garantizaba que se destinaría 1 TCF del gas de Camisea para el Gasoducto Andino– el ejecutivo, si bien saludó la medida, señaló que ello resulta “insuficiente”.
Segret sostuvo que Kuntur no esperará que las reservas probadas se eleven de golpe en 5 TCF para iniciar la construcción (representaría un alza de más del 50% de las reservas de Camisea) “pero por lo menos esperamos un incremento inicial que puede ir creciendo en los años. Se esperaba noticias (sobre el nivel de reservas) a fines del año pasado, pero podríamos tenerla a fines de mayo”, agregó.
El gobierno tendrá que actuar
Pero en caso no se compruebe un alza en el nivel de reservas, Segret señaló que el gobierno tendría que sentarse a negociar con la empresa productora (el Consorcio Camisea) para acordar una forma de liberar gas para el mercado interno. “No tendría sentido invertir US$ 1,800 millones si no va a pasar nada por el tubo”, apuntó.
Cuando en el 2008 Kuntur ganó la concesión para construir el gasoducto, anunció que su construcción empezaría en el 2010, pero la fecha luego fue postergada hacia el 2011 (y concluiría en el 2013) debido a los retrasos en la conformación societaria del consorcio y también por la falta de reservas garantizadas.
Segret señaló que Kuntur no tiene ningún contrato de abastecimiento de gas firmado con el Consorcio Camisea, pues hasta la fecha se carece de reservas.
Reservas podrían inflarse
Según el especialista en hidrocarburos Aurelio Ochoa, cada vez es mayor la preocupación del sector empresarial sobre la falta de reservas de gas para el mercado local, hecho que resultó evidente en la reciente licitación de gas en la que la demanda duplicó la oferta.
Para Ochoa, técnicamente resulta casi imposible que se eleven las reservas probadas de Camisea en los próximos meses. “Salvo que haya alguna maniobra política que busque justificar la exportación que inicia a fin de mes”, subrayó.
Datos
Quillabamba. Kuntur confirmó que el proyecto del gasoducto contempla la construcción de un ramal hacia Quillabamba (Cusco), donde se instalaría una central termoeléctrica.
Estudios. Además informaron que el pasado 4 de abril ya presentaron al MEM los estudios de riesgos y el 4 de julio presentarán el Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Asimismo en los próximo días empezarán las audiencias publicas sobre el proyecto (en total serán 82).
“No es necesario renegociar”
El Ministerio de Energía y Minas (MEM) anunció a inicios de año la contratación de una nueva consultora para certificar las reservas de Camisea y los resultados serán dados este 15 de mayo. “No sería nada raro que se inflen las reservas en una coyuntura en la que se inicia la exportación del gas a México”, advirtió Aurelio Ochoa.
Según el analista, resulta imperativo priorizar el mercado interno sobre la exportación y para ello no sería necesario renegociar los contratos con el Consorcio Camisea sino solamente aplicar la Ley 27133 que garantiza el abastecimiento del mercado nacional. “No hay nada que renegociar. El gobierno debe ponerse los pantalones para aplicar la ley, pues no es posible que no haya gas para las zonas donde justamente se extrae el gas”, criticó
algodon peruano
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La marca estadounidense Tommy Hilfiger está muy interesada en utilizar el algodón orgánico peruano en sus prendas de vestir en el marco de su política de protección del medio ambiente, señaló la representante de la marca en Europa, Susan Irvine.
Indicó que por este motivo la empresa de prendas de vestir se encuentra buscando proveedores peruanos que le abastezcan con esta materia prima.
El uso de productos orgánicos se ha puesto muy de moda en Estados Unidos y Europa por lo que las compañías tratan de utilizar insumos que ayuden a preservar el ecosistema, explicó.
“Tommy está dando pasos importantes para ser una compañía ecológica (green company) y por ello buscamos productos orgánicos”, manifestó.
Señaló que la marca estadounidense está muy atraída por la calidad de las materias primas y la manufactura peruana, que se adecuan a las exigencias de los mercados europeos.
El algodón orgánico se cultiva sin el uso de fertilizantes y cumple con todos los requisitos de la legislación medioambiental europea. (Con información de Andina)
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La marca estadounidense Tommy Hilfiger está muy interesada en utilizar el algodón orgánico peruano en sus prendas de vestir en el marco de su política de protección del medio ambiente, señaló la representante de la marca en Europa, Susan Irvine.
Indicó que por este motivo la empresa de prendas de vestir se encuentra buscando proveedores peruanos que le abastezcan con esta materia prima.
El uso de productos orgánicos se ha puesto muy de moda en Estados Unidos y Europa por lo que las compañías tratan de utilizar insumos que ayuden a preservar el ecosistema, explicó.
“Tommy está dando pasos importantes para ser una compañía ecológica (green company) y por ello buscamos productos orgánicos”, manifestó.
Señaló que la marca estadounidense está muy atraída por la calidad de las materias primas y la manufactura peruana, que se adecuan a las exigencias de los mercados europeos.
El algodón orgánico se cultiva sin el uso de fertilizantes y cumple con todos los requisitos de la legislación medioambiental europea. (Con información de Andina)
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