La universidad no es una cojudez
Zenón Depaz Toledo
Opinión Columnista
Siendo una misión de la universidad la formación de los cuadros dirigentes del país en las diversas esferas de actividad, la presencia protagónica de los egresados de la Universidad Católica, tanto en el ámbito de la gestión pública como en el de la empresa privada, da cuenta de la calidad de la formación recibida allí.
Considerando que hoy en día la prioridad acordada a la investigación científica define la calidad y la pertinencia de la actividad universitaria, la Católica, que se halla entre las que más investigan, ha decidido convertirse en una universidad de investigación, entendiéndolo como un modelo institucional, comprometiendo para ello sus recursos y marcando así el rumbo que deberían seguir las principales universidades peruanas.
En un contexto en el que cunde la estafa universitaria favorecida por la ausencia de políticas de Estado para el desarrollo de la universidad y la mercantilización de los servicios universitarios, sin garantías públicas de su calidad, el desarrollo de universidades serias como la Católica debe ser un asunto de interés nacional.
No obstante, somos testigos de cómo su estabilidad institucional se halla, desde hace tiempo, seriamente amenazada por la actitud intervencionista del cardenal Cipriani, que ahora se sustenta en directivas del Vaticano, entidad que para todo efecto práctico es otro Estado, dirigido ahora por un sector militantemente ultra conservador, que se opone a la modernidad desde posiciones regresivas.
Las advertencias altisonantes de Cipriani, tras las directivas del Vaticano, dejan ver con claridad que la intención de aquel es, ante todo, tomar el control de las orientaciones académicas de esa universidad, incluyendo la selección de sus docentes. El cuidado de la calidad académica no es el centro de su atención. Lo deja ver el hecho de que una universidad del norte, identificable como una de las mayores responsables de la estafa universitaria que afecta al país, hace uso nada santo de la denominación de “Universidad Católica”, sin observación alguna de Cipriani.
En tono amenazante, Cipriani ha sustentado su actitud intervencionista, diciendo: “El representante de Cristo soy yo”. Olvida que Cristo dijo: “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará al reino de los cielos”… Por lo menos que a la Católica no entre. Le haría un grave daño a esa universidad, cuyo lema, que la caracteriza como “Luz que brilla ante las tinieblas”, nunca fue más pertinente.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
SOBREGANANCIAS
Alberto Borea Odría
Palabra Autorizada
La imposición del tributo a las sobreganancias de la minería no acabó con las buenas relaciones entre las empresas mineras y el estado peruano ni ha provocado la estampida que anunciaron quienes a toda costa insisten en no tocar ni con el pétalo de una rosa al gran capital, aunque ello implique dejar de lado la solidaridad esencial para la marcha de una nación.
Por el contrario, la paz social y el desarrollo que se puede alcanzar a través de los frutos de esta contribución van a ayudar a que los peruanos mejoren en sus condiciones de vida y de esa forma puedan, ellos mismos y cada vez con menos apoyo del Estado, ir trazando y alcanzando esas metas propias que La Libertad le permite a los seres humanos que salen de las urgencias propias de la miseria, donde, lamentablemente, sólo se puede atender a la necesidad del día.
Los tres mil millones de soles no son, para lo que ganan las mineras con la extracción de un mineral que no va a poder ser empleado por el país, una inmensa compensación, pero sí hace empalidecer hasta la vergüenza los 500 millones de soles que el APRA presentó como si fuese un gran logro al inicio de su gobierno. ¿Fueron en realidad tan incapaces para obtener lo que ya en todo el mundo se lograba? ¿Les faltó decisión para conseguir aquello que su propio fundador, al que casi han olvidado, les decía que era posible sabiendo plantear bien las cosas? No queremos imaginar otra eventualidad.
Ha quedado demostrado que el impuesto a las sobreganancias mineras es razonable. Nadie quien invierte cuando el precio del mineral está, por decir en doscientos dólares, deja de estimar la ganancia suficiente y el riesgo consecuente para el caso de una rebaja del precio de ese bien. Cualquier cosa por encima de ello es un plus que está muy bien que se perciba, pero que se comparta, puesto que las condiciones que pudo fijar el Estado, por ceder esa riqueza hubieran sido distintas de saberse que el valor de venta del mismo era, por decir, de 1,800. Aquí se produjo lo que los romanos llamaron un cambio fundamental en las circunstancias, que rompe el sinalagma o equilibrio que se debe dar entre las prestaciones y que autoriza, especialmente a la parte menos favorecida que en este caso es el Estado de un país pobre frente a las transnacionales, a volver a discutir los términos en que se pactó.
Por eso es que nadie en verdad se alarmó. Claro está que quienes ganan fortunas posiblemente quisieron seguir ganándolas en tanto los demás no protestaran, pero entendieron lógico que el reclamo se produjese y, así las cosas, mejor es no enervar la paz social que sólo se puede construir sobre la base de la justicia. Paz social, que como señala Stiglitz, es esencial para el desarrollo económico de los países y del propio mundo.
Palabra Autorizada
La imposición del tributo a las sobreganancias de la minería no acabó con las buenas relaciones entre las empresas mineras y el estado peruano ni ha provocado la estampida que anunciaron quienes a toda costa insisten en no tocar ni con el pétalo de una rosa al gran capital, aunque ello implique dejar de lado la solidaridad esencial para la marcha de una nación.
Por el contrario, la paz social y el desarrollo que se puede alcanzar a través de los frutos de esta contribución van a ayudar a que los peruanos mejoren en sus condiciones de vida y de esa forma puedan, ellos mismos y cada vez con menos apoyo del Estado, ir trazando y alcanzando esas metas propias que La Libertad le permite a los seres humanos que salen de las urgencias propias de la miseria, donde, lamentablemente, sólo se puede atender a la necesidad del día.
Los tres mil millones de soles no son, para lo que ganan las mineras con la extracción de un mineral que no va a poder ser empleado por el país, una inmensa compensación, pero sí hace empalidecer hasta la vergüenza los 500 millones de soles que el APRA presentó como si fuese un gran logro al inicio de su gobierno. ¿Fueron en realidad tan incapaces para obtener lo que ya en todo el mundo se lograba? ¿Les faltó decisión para conseguir aquello que su propio fundador, al que casi han olvidado, les decía que era posible sabiendo plantear bien las cosas? No queremos imaginar otra eventualidad.
Ha quedado demostrado que el impuesto a las sobreganancias mineras es razonable. Nadie quien invierte cuando el precio del mineral está, por decir en doscientos dólares, deja de estimar la ganancia suficiente y el riesgo consecuente para el caso de una rebaja del precio de ese bien. Cualquier cosa por encima de ello es un plus que está muy bien que se perciba, pero que se comparta, puesto que las condiciones que pudo fijar el Estado, por ceder esa riqueza hubieran sido distintas de saberse que el valor de venta del mismo era, por decir, de 1,800. Aquí se produjo lo que los romanos llamaron un cambio fundamental en las circunstancias, que rompe el sinalagma o equilibrio que se debe dar entre las prestaciones y que autoriza, especialmente a la parte menos favorecida que en este caso es el Estado de un país pobre frente a las transnacionales, a volver a discutir los términos en que se pactó.
Por eso es que nadie en verdad se alarmó. Claro está que quienes ganan fortunas posiblemente quisieron seguir ganándolas en tanto los demás no protestaran, pero entendieron lógico que el reclamo se produjese y, así las cosas, mejor es no enervar la paz social que sólo se puede construir sobre la base de la justicia. Paz social, que como señala Stiglitz, es esencial para el desarrollo económico de los países y del propio mundo.
IMPACTOS DE LA CRISIS
¿Impactos de la crisis internacional?
Germán Alarco Tosoni
Opinión Investigador CENTRUM Católica
Es un hecho evidente que la economía internacional se está desacelerando y que podríamos arribar a una situación más compleja el próximo año. Es importante diseñar desde ahora diferentes escenarios y prever rumbos alternativos de acción. Ya se inició la discusión entre los que señalan que es necesario actuar, desde ahora, preventivamente, respecto de quienes sostienen que se debe reaccionar recién cuando se manifiesten los efectos de la nueva crisis internacional. A la par de esta sana polémica, es necesario discutir la naturaleza de esta nueva crisis y sus canales de transmisión, ya que no necesariamente serán iguales a lo ocurrido entre 2008 y 2009.
Un error común de los analistas tradicionales consiste en señalar que esta es una nueva crisis caracterizada por los problemas de endeudamiento. Se confunde efecto con causa u origen. La crisis actual es una etapa de la anterior que va mutando en el tiempo y es parte de un fenómeno estructural que se agrava y detona con elementos específicos. Entre 2007 y mediados del 2008 se observó una situación de estanflación moderada. Después vino la etapa recesiva especialmente entre el tercer trimestre del 2008 y durante todo el primer semestre del 2009. Luego como resultado de las intensas políticas monetarias y fiscales anticíclicas aplicadas en el periodo previo se logró una recuperación parcial. Desde inicios del 2011 es clara la marcada desaceleración en el crecimiento económico.
Las condiciones actuales son diferentes a las anteriores. Esta nueva fase se produce cuando ya se han aplicado intensamente políticas monetarias y fiscales anticíclicas. En la detonación previa de 2008 faltaba liquidez internacional y en cambio ahora es muy abundante. Las tasas de interés de referencia se mantienen en sus valores límite inferiores. Ya no se pueden reducir más. El peligro actual de políticas monetarias expansivas, es que ante la incertidumbre, simplemente se alimente el sistema con más liquidez que avive en primera instancia los mercados especulativos de las materias primas. Los escenarios posibles son diversos: estanflación moderada o deflación si predominan las tendencias recesivas.
Se debe internalizar que esta nueva etapa podría ser algo diferente a las anteriores. El impacto del canal financiero sería menor. Los términos de intercambio podrían decrecer por los menores precios internacionales de los metales de uso industrial, aunque contrarrestados por el oro y la plata. Habría una menor demanda para nuestras exportaciones, aunque probablemente no se produciría una depreciación del sol. Sin embargo, no hay que olvidar que todas estas son hipótesis, ya que la economía internacional está cambiando día a día.
Germán Alarco Tosoni
Opinión Investigador CENTRUM Católica
Es un hecho evidente que la economía internacional se está desacelerando y que podríamos arribar a una situación más compleja el próximo año. Es importante diseñar desde ahora diferentes escenarios y prever rumbos alternativos de acción. Ya se inició la discusión entre los que señalan que es necesario actuar, desde ahora, preventivamente, respecto de quienes sostienen que se debe reaccionar recién cuando se manifiesten los efectos de la nueva crisis internacional. A la par de esta sana polémica, es necesario discutir la naturaleza de esta nueva crisis y sus canales de transmisión, ya que no necesariamente serán iguales a lo ocurrido entre 2008 y 2009.
Un error común de los analistas tradicionales consiste en señalar que esta es una nueva crisis caracterizada por los problemas de endeudamiento. Se confunde efecto con causa u origen. La crisis actual es una etapa de la anterior que va mutando en el tiempo y es parte de un fenómeno estructural que se agrava y detona con elementos específicos. Entre 2007 y mediados del 2008 se observó una situación de estanflación moderada. Después vino la etapa recesiva especialmente entre el tercer trimestre del 2008 y durante todo el primer semestre del 2009. Luego como resultado de las intensas políticas monetarias y fiscales anticíclicas aplicadas en el periodo previo se logró una recuperación parcial. Desde inicios del 2011 es clara la marcada desaceleración en el crecimiento económico.
Las condiciones actuales son diferentes a las anteriores. Esta nueva fase se produce cuando ya se han aplicado intensamente políticas monetarias y fiscales anticíclicas. En la detonación previa de 2008 faltaba liquidez internacional y en cambio ahora es muy abundante. Las tasas de interés de referencia se mantienen en sus valores límite inferiores. Ya no se pueden reducir más. El peligro actual de políticas monetarias expansivas, es que ante la incertidumbre, simplemente se alimente el sistema con más liquidez que avive en primera instancia los mercados especulativos de las materias primas. Los escenarios posibles son diversos: estanflación moderada o deflación si predominan las tendencias recesivas.
Se debe internalizar que esta nueva etapa podría ser algo diferente a las anteriores. El impacto del canal financiero sería menor. Los términos de intercambio podrían decrecer por los menores precios internacionales de los metales de uso industrial, aunque contrarrestados por el oro y la plata. Habría una menor demanda para nuestras exportaciones, aunque probablemente no se produciría una depreciación del sol. Sin embargo, no hay que olvidar que todas estas son hipótesis, ya que la economía internacional está cambiando día a día.
COCA
Coca: reducir, no erradicar
Rodrigo Montoya Rojas
“Navegar Río Arriba”
Erradicar es una palabra que proviene del latín erradicare y quiere decir simplemente arrancar de raíz; así de simple, sin ambigüedad alguna ni ninguna otra acepción que dé lugar a posibles malentendidos. El mismo verbo en inglés quiere decir arrancar de raíz y es también sinónimo de extirpar, barrer, limpiar, cancelar, eliminar, exterminar, aniquilar y dejar hecho polvo. Tiene sentido esta mención a la palabra en inglés porque fue sin duda en inglés que se pensó y escribió la política norteamericana sobre la coca y de ahí se tradujo al castellano para que, obedientemente, los funcionarios peruanos del poder colonial sigan esa línea de acción.
De dos cosas una: si se propone erradicar la coca lo que se quiere es extirpar, barrer, limpiar, cancelar, eliminar, exterminar, aniquilar y dejar hecha polvo toda planta y semilla de coca, en otras palabras, no dejar una semilla viva; si se quiere que se siembre menos coca debe hablarse simplemente de reducción o de disminución del área sembrada. Cuando en la política se defienden grandes intereses el doble juego en las palabras que se usan es plenamente intencional. Los yanquis saben muy bien lo que quieren y los funcionarios peruanos encargados de aplicar esa línea de acción no son tontos ni débiles mentales, saben castellano y también algo o mucho de inglés, pero ocurre simplemente que siguen la táctica de la ambigüedad y el doble discurso porque mientras en Estados Unidos la coca es simplemente ilegal -tanto en hojas, en cocaína o en pasta-, en la legislación peruana el cultivo de hojas de coca está reconocido legalmente y contamos con la Empresa Nacional de la Coca, ENACO, que compra y vende hojas de coca y lleva un registro obsoleto de productores cocaleros. Hablar de una erradicación parcial o selectiva es una contradicción porque no se extermina a medias y es bueno seguir el sabio consejo francés, dicho en buen romance, “de no tener el trasero en dos sillas”.
El problema sencillo en Perú es que la mayor parte de la producción de hojas de coca se convierte en pasta y en cocaína que es llevada por narcotraficantes de muchos colores al mundo entero, particularmente a Estados Unidos y que es allí donde queda una buena parte de las extraordinarias ganancias con la complicidad oficial más grande que el tamaño del planeta tierra.
Si para combatir el narcotráfico hay que exterminar las hojas de coca, ese camino lleva al fracaso. Ya quedó demostrado que cuanto más se “erradica”, más se cultiva. Se trata, simplemente, de reducir las áreas sembradas. Para eso sería muy sencillo tener un registro de productores y vendedores legales, luchar en serio contra las mafias de productores, comerciantes y consumidores de cocaína en Perú, Estados Unidos y en todas partes, e industrializar la coca y obtener buenas ganancias con productos alimenticios, medicinales y estéticos para los mercados interno y externo.
Si el gobierno de Humala procede son seriedad y originalidad y no cede al clamor de la derecha para “seguir erradicando”, habrá perdido la guerra sin haber dado una batalla. Si reemplaza erradicar por reducir, habrá dado un gran paso adelante. Le faltará entonces ganar otra batalla frente al viejo y reaccionario acuerdo de Viena: considerar como droga a la cocaína pero no a la hoja de coca. Hace menos de 200 años inventaron la cocaína en Europa. En Perú, tenemos las hojas de coca desde hace cinco mil años y en todo ese tiempo no le han hecho daño a nadie.
Rodrigo Montoya Rojas
“Navegar Río Arriba”
Erradicar es una palabra que proviene del latín erradicare y quiere decir simplemente arrancar de raíz; así de simple, sin ambigüedad alguna ni ninguna otra acepción que dé lugar a posibles malentendidos. El mismo verbo en inglés quiere decir arrancar de raíz y es también sinónimo de extirpar, barrer, limpiar, cancelar, eliminar, exterminar, aniquilar y dejar hecho polvo. Tiene sentido esta mención a la palabra en inglés porque fue sin duda en inglés que se pensó y escribió la política norteamericana sobre la coca y de ahí se tradujo al castellano para que, obedientemente, los funcionarios peruanos del poder colonial sigan esa línea de acción.
De dos cosas una: si se propone erradicar la coca lo que se quiere es extirpar, barrer, limpiar, cancelar, eliminar, exterminar, aniquilar y dejar hecha polvo toda planta y semilla de coca, en otras palabras, no dejar una semilla viva; si se quiere que se siembre menos coca debe hablarse simplemente de reducción o de disminución del área sembrada. Cuando en la política se defienden grandes intereses el doble juego en las palabras que se usan es plenamente intencional. Los yanquis saben muy bien lo que quieren y los funcionarios peruanos encargados de aplicar esa línea de acción no son tontos ni débiles mentales, saben castellano y también algo o mucho de inglés, pero ocurre simplemente que siguen la táctica de la ambigüedad y el doble discurso porque mientras en Estados Unidos la coca es simplemente ilegal -tanto en hojas, en cocaína o en pasta-, en la legislación peruana el cultivo de hojas de coca está reconocido legalmente y contamos con la Empresa Nacional de la Coca, ENACO, que compra y vende hojas de coca y lleva un registro obsoleto de productores cocaleros. Hablar de una erradicación parcial o selectiva es una contradicción porque no se extermina a medias y es bueno seguir el sabio consejo francés, dicho en buen romance, “de no tener el trasero en dos sillas”.
El problema sencillo en Perú es que la mayor parte de la producción de hojas de coca se convierte en pasta y en cocaína que es llevada por narcotraficantes de muchos colores al mundo entero, particularmente a Estados Unidos y que es allí donde queda una buena parte de las extraordinarias ganancias con la complicidad oficial más grande que el tamaño del planeta tierra.
Si para combatir el narcotráfico hay que exterminar las hojas de coca, ese camino lleva al fracaso. Ya quedó demostrado que cuanto más se “erradica”, más se cultiva. Se trata, simplemente, de reducir las áreas sembradas. Para eso sería muy sencillo tener un registro de productores y vendedores legales, luchar en serio contra las mafias de productores, comerciantes y consumidores de cocaína en Perú, Estados Unidos y en todas partes, e industrializar la coca y obtener buenas ganancias con productos alimenticios, medicinales y estéticos para los mercados interno y externo.
Si el gobierno de Humala procede son seriedad y originalidad y no cede al clamor de la derecha para “seguir erradicando”, habrá perdido la guerra sin haber dado una batalla. Si reemplaza erradicar por reducir, habrá dado un gran paso adelante. Le faltará entonces ganar otra batalla frente al viejo y reaccionario acuerdo de Viena: considerar como droga a la cocaína pero no a la hoja de coca. Hace menos de 200 años inventaron la cocaína en Europa. En Perú, tenemos las hojas de coca desde hace cinco mil años y en todo ese tiempo no le han hecho daño a nadie.
COCALES
La reducción de los cocales
Carlos Tapia
Opinión Columnista
1.- Un objetivo central de la política antiDrogas es la reducción de los cultivos de coca. Estos varían en su rendimiento por hectárea; así hay zonas y parcelas donde apenas se consigue una producción de 1 Tm de hoja de coca por hectárea, en cambio en otras zonas y parcelas se llega a producir tres veces más. El promedio nacional se estima en 2.2 Tm.
¿De qué depende el mayor o menor rendimiento? De la calidad de los suelos y de la tecnología empleada; el número de plantones por metro cuadrado (varía de tres a seis), uso de fertilizantes y pesticidas, número de cosechas al año, etc. En realidad, cuando se habla de la reducción del área sembrada de coca habría que tomar en cuenta lo anterior, acaso un mejor rasero sería preguntarse si se trata de las parcelas que tienen un alto o bajo rendimiento. Ya que el objetivo es reducir la producción de hoja de coca.
¿Cuáles son las parcelas con un alto rendimiento? Las que utilizan una moderna tecnología agrícola, uso intensivo de abonos y pesticidas, etc. ¿Quiénes son las que la utilizan? Los que poseen las parcelas más grandes y la producción más extensa, los que saben reducir sus costos unitarios y tienen asegurado la compra, a mejores precios, de la hoja de coca. No tratan con acopiadores menores, sino directamente con los grandes; consiguiendo así un mayor margen de ganancia. Y tienen los recursos para corromper a todo tipo de funcionarios.
2.- Es verdad que la erradicación, forzada o concertada, es indispensable si queremos reducir la producción de coca. Aunque, como hemos visto, se debería poner énfasis en las plantaciones mayores, por dos razones: a) porque se erradican más plantas por hectárea y b) ya que se golpea a los productores que están ligados más cerca a las firmas locales, y obtienen pingues ingresos y no les interesan ningún programa de desarrollo alternativo.
En cambio, los pequeños productores de coca (menos de una hectárea, generalmente asociados con otros cultivos para su alimentación, de baja productividad, etc), apenas consiguen cubrir la deuda contraída con el acopiador que le “adelantó” el pago a cambio de la futura cosecha. Esa pequeña cantidad de dinero les sirve como una caja chica para contingencias familiares. No se enriquecen, son decenas de miles de familias que no tiene otra alternativa económica para literalmente conseguir subsistir y no pueden negociar un mayor precio con los acopiadores. No tienen dinero para corromper a nadie y se organizan en sindicatos y federaciones de cocaleros para defender su fuente de subsistencia. Son los que protestan y bloquean las carreteras ante las amenazas de la erradicación. Como quedó demostrado en el “modelo San Martín”, están dispuestos a acogerse a los beneficios de los cultivos alternativos, es decir, concertar, si se les atiende en sus necesidades y se les demuestra las ventajas para salir de la pobreza en que se encuentran.
3.- La erradicación forzada de los últimos 15 años, principalmente contra los pequeños productores, ha sido ineficiente porque no ha logrado reducir la producción de la coca y sí, en cambio, acentuar los conflictos sociales y producir muchos muertos. Ha faltado una estrategia integral, inversión para el desarrollo alternativo y capacidad del Estado para llegar a un acuerdo con los pequeños productores, aislándolos del narcotráfico, luchar contra la corrupción y golpear a los grandes beneficiaros de la industria del narcotráfico.
¡La nueva administración de DEVIDA ha movido el gallinero!
Carlos Tapia
Opinión Columnista
1.- Un objetivo central de la política antiDrogas es la reducción de los cultivos de coca. Estos varían en su rendimiento por hectárea; así hay zonas y parcelas donde apenas se consigue una producción de 1 Tm de hoja de coca por hectárea, en cambio en otras zonas y parcelas se llega a producir tres veces más. El promedio nacional se estima en 2.2 Tm.
¿De qué depende el mayor o menor rendimiento? De la calidad de los suelos y de la tecnología empleada; el número de plantones por metro cuadrado (varía de tres a seis), uso de fertilizantes y pesticidas, número de cosechas al año, etc. En realidad, cuando se habla de la reducción del área sembrada de coca habría que tomar en cuenta lo anterior, acaso un mejor rasero sería preguntarse si se trata de las parcelas que tienen un alto o bajo rendimiento. Ya que el objetivo es reducir la producción de hoja de coca.
¿Cuáles son las parcelas con un alto rendimiento? Las que utilizan una moderna tecnología agrícola, uso intensivo de abonos y pesticidas, etc. ¿Quiénes son las que la utilizan? Los que poseen las parcelas más grandes y la producción más extensa, los que saben reducir sus costos unitarios y tienen asegurado la compra, a mejores precios, de la hoja de coca. No tratan con acopiadores menores, sino directamente con los grandes; consiguiendo así un mayor margen de ganancia. Y tienen los recursos para corromper a todo tipo de funcionarios.
2.- Es verdad que la erradicación, forzada o concertada, es indispensable si queremos reducir la producción de coca. Aunque, como hemos visto, se debería poner énfasis en las plantaciones mayores, por dos razones: a) porque se erradican más plantas por hectárea y b) ya que se golpea a los productores que están ligados más cerca a las firmas locales, y obtienen pingues ingresos y no les interesan ningún programa de desarrollo alternativo.
En cambio, los pequeños productores de coca (menos de una hectárea, generalmente asociados con otros cultivos para su alimentación, de baja productividad, etc), apenas consiguen cubrir la deuda contraída con el acopiador que le “adelantó” el pago a cambio de la futura cosecha. Esa pequeña cantidad de dinero les sirve como una caja chica para contingencias familiares. No se enriquecen, son decenas de miles de familias que no tiene otra alternativa económica para literalmente conseguir subsistir y no pueden negociar un mayor precio con los acopiadores. No tienen dinero para corromper a nadie y se organizan en sindicatos y federaciones de cocaleros para defender su fuente de subsistencia. Son los que protestan y bloquean las carreteras ante las amenazas de la erradicación. Como quedó demostrado en el “modelo San Martín”, están dispuestos a acogerse a los beneficios de los cultivos alternativos, es decir, concertar, si se les atiende en sus necesidades y se les demuestra las ventajas para salir de la pobreza en que se encuentran.
3.- La erradicación forzada de los últimos 15 años, principalmente contra los pequeños productores, ha sido ineficiente porque no ha logrado reducir la producción de la coca y sí, en cambio, acentuar los conflictos sociales y producir muchos muertos. Ha faltado una estrategia integral, inversión para el desarrollo alternativo y capacidad del Estado para llegar a un acuerdo con los pequeños productores, aislándolos del narcotráfico, luchar contra la corrupción y golpear a los grandes beneficiaros de la industria del narcotráfico.
¡La nueva administración de DEVIDA ha movido el gallinero!
SOBERON
Tráiganme la cabeza de Soberón
Raúl Wiener
POLITIKA Analista
También Alan García ofreció una nueva política antiDrogas porque la que había venido desarrollando Toledo siguiendo la pauta de los Estados Unidos no había tenido resultado. El ministro Salazar que se creyó que esto era serio firmó un acta con los cocaleros del Huallaga que implicaba un alto al fuego en la guerra que se lleva casi exclusivamente contra ellos en la dirección de buscar un acuerdo con el Estado para la reducción de cocales y el aislamiento del narcotráfico.
Pero inmediatamente se desató la batahola. El acta del “chiquitín” Salazar fue calificada de “capitulación” y la prensa que hoy ladra contra Ricardo Soberón lanzó titulares sobre el ministro de Agricultura hasta que finalmente lograron echarlo. Mientras tanto García viajaba a Estados Unidos y se reunía con Bush para proponerle su “nueva política”, luego de lo cual dijo que había llegado a acuerdos para continuar las políticas de erradicación, cultivos alternativos, no empadronamiento de productores y no incorporación a ninguna mesa de diálogo que era lo que se había esbozado en Lima, y para la eventual extradición de narcotraficantes.
Es decir la “nueva política” era igual a la vieja, que a su vez es idéntica a la que se define en Washington. Algo más, para ser coherente, el presidente peruano designó como jefe de Devida, al exministro del Interior de Toledo, Rómulo Pizarro, el que había venido dirigiendo los operativos de erradicación con la Policía militarizada y la DEA. De Pizarro se sabe que ha hecho una gran fortuna personal con su paso por el poder y que en estos días viene impulsando la campaña contra su sucesor en los medios de comunicación al lado de otros personajes que responden a la planilla de la Embajada estadounidense.
El hecho es que García y Pizarro consiguieron recuperar para el país el puesto de primer exportador de cocaína; lograron aumentar el número de hectáreas sembradas por cocales a pesar de las políticas erradicadoras; incrementaron la violencia en el Vrae, pero se dedicaron a perseguir y encarcelar dirigentes de otras cuencas acusándolos de terrorismo para quebrar el diálogo con el Estado. No lograron la captura de ningún capo importante de la droga, ni descubrieron ninguna de las fuentes de lavado de dinero y tampoco cortaron ninguna de las rutas principales de salida de la cocaína.
Pero sí les salpicaron acusaciones de relaciones con acusados e investigados por este delito, García con los Sánchez Paredes, o Pizarro con Zevallos, por mencionar algunos de los asuntos más obvios. Pero los medios nunca se escandalizan demasiado por estas evidencias, aunque una carta de Soberón con dirigentes gremiales sí les merece una grita tremenda y numerosos titulares pidiendo la cabeza del nuevo jefe de Devida. Obviamente que todo lo que vemos es una explosión desaforada de hipocresía. Nadie puede enfrentar el narcotráfico persiguiendo a cocaleros pobres en algunos distritos de la selva, cuando los cocales crecen en todo el país y el narcotráfico mueve insumos, dinero, empresas e influencia política casi a la luz pública.
El ataque a Soberón busca quebrar el vínculo del gobierno de Ollanta con uno de los sectores que le dio el voto y que ha creído nuevamente en el discurso de la nueva política en el tema de la coca y en la inclusión social. Por eso es tan importante defender al presidente de Devida que es una persona honesta con ideas para construir un país mejor.
Raúl Wiener
POLITIKA Analista
También Alan García ofreció una nueva política antiDrogas porque la que había venido desarrollando Toledo siguiendo la pauta de los Estados Unidos no había tenido resultado. El ministro Salazar que se creyó que esto era serio firmó un acta con los cocaleros del Huallaga que implicaba un alto al fuego en la guerra que se lleva casi exclusivamente contra ellos en la dirección de buscar un acuerdo con el Estado para la reducción de cocales y el aislamiento del narcotráfico.
Pero inmediatamente se desató la batahola. El acta del “chiquitín” Salazar fue calificada de “capitulación” y la prensa que hoy ladra contra Ricardo Soberón lanzó titulares sobre el ministro de Agricultura hasta que finalmente lograron echarlo. Mientras tanto García viajaba a Estados Unidos y se reunía con Bush para proponerle su “nueva política”, luego de lo cual dijo que había llegado a acuerdos para continuar las políticas de erradicación, cultivos alternativos, no empadronamiento de productores y no incorporación a ninguna mesa de diálogo que era lo que se había esbozado en Lima, y para la eventual extradición de narcotraficantes.
Es decir la “nueva política” era igual a la vieja, que a su vez es idéntica a la que se define en Washington. Algo más, para ser coherente, el presidente peruano designó como jefe de Devida, al exministro del Interior de Toledo, Rómulo Pizarro, el que había venido dirigiendo los operativos de erradicación con la Policía militarizada y la DEA. De Pizarro se sabe que ha hecho una gran fortuna personal con su paso por el poder y que en estos días viene impulsando la campaña contra su sucesor en los medios de comunicación al lado de otros personajes que responden a la planilla de la Embajada estadounidense.
El hecho es que García y Pizarro consiguieron recuperar para el país el puesto de primer exportador de cocaína; lograron aumentar el número de hectáreas sembradas por cocales a pesar de las políticas erradicadoras; incrementaron la violencia en el Vrae, pero se dedicaron a perseguir y encarcelar dirigentes de otras cuencas acusándolos de terrorismo para quebrar el diálogo con el Estado. No lograron la captura de ningún capo importante de la droga, ni descubrieron ninguna de las fuentes de lavado de dinero y tampoco cortaron ninguna de las rutas principales de salida de la cocaína.
Pero sí les salpicaron acusaciones de relaciones con acusados e investigados por este delito, García con los Sánchez Paredes, o Pizarro con Zevallos, por mencionar algunos de los asuntos más obvios. Pero los medios nunca se escandalizan demasiado por estas evidencias, aunque una carta de Soberón con dirigentes gremiales sí les merece una grita tremenda y numerosos titulares pidiendo la cabeza del nuevo jefe de Devida. Obviamente que todo lo que vemos es una explosión desaforada de hipocresía. Nadie puede enfrentar el narcotráfico persiguiendo a cocaleros pobres en algunos distritos de la selva, cuando los cocales crecen en todo el país y el narcotráfico mueve insumos, dinero, empresas e influencia política casi a la luz pública.
El ataque a Soberón busca quebrar el vínculo del gobierno de Ollanta con uno de los sectores que le dio el voto y que ha creído nuevamente en el discurso de la nueva política en el tema de la coca y en la inclusión social. Por eso es tan importante defender al presidente de Devida que es una persona honesta con ideas para construir un país mejor.
REDISTRIBUCIOIN
¿Redistribución como salida?
Germán Alarco Tosoni
Opinión Investigador CENTRUM Católica
La nueva directora del FMI declaró que el riesgo de la recesión internacional es inminente. Ella comentó que todavía se puede evitar. Señaló asimismo que las opciones del gobierno y los bancos centrales son menores que en el 2009, porque ya han disparado gran parte de su pólvora. Sin embargo, se olvidó la tercera recomendación de J.M. Keynes de redistribuir el ingreso como elemento clave para salir de la crisis de los años treinta y porque no, de esta más reciente.
Las herramientas convencionales de la política monetaria y fiscal anticíclicas son acertadas pero insuficientes. Ya están al borde del agotamiento. La desaceleración en el crecimiento del 2011 se acompaña de importantes déficits fiscales. EE.UU. sólo creció 1.3% el último trimestre, a tasa anualizada, con un déficit del 9% con respecto al PBI. La Eurozona creció sólo 0.7% con un déficit del 4.2% del PBI. El problema se repite en todas partes; hasta China cerraría el año con un déficit público del 1.7% del PBI. Más déficit, equivale a más endeudamiento público. Es difícil conocer cuáles son sus límites, pero estos ahora no parecerían tan lejanos en la mayoría de los países. Por el lado monetario las tasas de interés de referencia y de corto plazo están entre 0 y 0.5%. En Europa en 1.5%; aún las de largo plazo son en términos reales cercanas al cero por ciento y hasta negativas.
En el capítulo 24 de las recomendaciones de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero se propuso la redistribución del ingreso como una medida para enfrentar la crisis. Keynes señaló la vía de los impuestos a los ingresos y a las herencias que redistribuyen recursos, elevando la propensión a consumir de la sociedad. Esto ocurre al transferir de quienes tienen una menor propensión a quienes tienen una más alta. De esta forma aumentaría el gasto privado, la demanda y el producto.
La información reciente sobre la distribución funcional y personal del ingreso a nivel internacional es clara en el sentido de que durante las últimas décadas se ha reconcentrado a favor del factor capital y de los estratos de mayores recursos. No se trata de reiniciar el socialismo. Simplemente, aun los sectores que podrían ser afectados, deben entender que al igual que Keynes esto se propone para salvar el capitalismo. En enero del 2011 Michael Porter planteó sustituir la responsabilidad social empresarial por la noción del valor compartido. La redistribución del ingreso, más empleos de calidad y un manejo financiero sostenible son componentes esenciales para salir de esta crisis global. Sin estos elementos todo es ficción.
Germán Alarco Tosoni
Opinión Investigador CENTRUM Católica
La nueva directora del FMI declaró que el riesgo de la recesión internacional es inminente. Ella comentó que todavía se puede evitar. Señaló asimismo que las opciones del gobierno y los bancos centrales son menores que en el 2009, porque ya han disparado gran parte de su pólvora. Sin embargo, se olvidó la tercera recomendación de J.M. Keynes de redistribuir el ingreso como elemento clave para salir de la crisis de los años treinta y porque no, de esta más reciente.
Las herramientas convencionales de la política monetaria y fiscal anticíclicas son acertadas pero insuficientes. Ya están al borde del agotamiento. La desaceleración en el crecimiento del 2011 se acompaña de importantes déficits fiscales. EE.UU. sólo creció 1.3% el último trimestre, a tasa anualizada, con un déficit del 9% con respecto al PBI. La Eurozona creció sólo 0.7% con un déficit del 4.2% del PBI. El problema se repite en todas partes; hasta China cerraría el año con un déficit público del 1.7% del PBI. Más déficit, equivale a más endeudamiento público. Es difícil conocer cuáles son sus límites, pero estos ahora no parecerían tan lejanos en la mayoría de los países. Por el lado monetario las tasas de interés de referencia y de corto plazo están entre 0 y 0.5%. En Europa en 1.5%; aún las de largo plazo son en términos reales cercanas al cero por ciento y hasta negativas.
En el capítulo 24 de las recomendaciones de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero se propuso la redistribución del ingreso como una medida para enfrentar la crisis. Keynes señaló la vía de los impuestos a los ingresos y a las herencias que redistribuyen recursos, elevando la propensión a consumir de la sociedad. Esto ocurre al transferir de quienes tienen una menor propensión a quienes tienen una más alta. De esta forma aumentaría el gasto privado, la demanda y el producto.
La información reciente sobre la distribución funcional y personal del ingreso a nivel internacional es clara en el sentido de que durante las últimas décadas se ha reconcentrado a favor del factor capital y de los estratos de mayores recursos. No se trata de reiniciar el socialismo. Simplemente, aun los sectores que podrían ser afectados, deben entender que al igual que Keynes esto se propone para salvar el capitalismo. En enero del 2011 Michael Porter planteó sustituir la responsabilidad social empresarial por la noción del valor compartido. La redistribución del ingreso, más empleos de calidad y un manejo financiero sostenible son componentes esenciales para salir de esta crisis global. Sin estos elementos todo es ficción.
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