Por Danilo Arbilla
Hoy los uruguayos elegirán su presidente para el próximo quinquenio (2010-2015), entre cinco candidatos de los que solo dos cuentan con chance de ganar: José “Pepe“ Mujica Cordano, un ex guerrillero tupamaro que estuvo preso más de 12 años durante la dictadura militar, candidato de la gobernante coalición de izquierdas Frente Amplio (FA) y el abogado Luis Alberto Lacalle Herrera, liberal, de centro, ex presidente, candidato del histórico Partido Nacional (Blanco).
Las opiniones de los 2.563.397 ciudadanos habilitados para votar están divididas. Las encuestas dicen que Mujica, con el 48-49% de apoyo es el favorito. Pero para ser electo presidente necesita la mitad más uno de los votantes y si no lo consigue, lo que no parece fácil, habrá una segunda vuelta fijada para el 29 de noviembre.
Enfrente se ubican Lacalle con el 29-30% y quien iría al balotaje; Pedro Bordaberry (13-15%) de centroderecha, hijo del ex dictador Juan María Bordaberry y candidato de los colorados (el otro histórico partido político uruguayo); el Partido Independiente (Pablo Mieres) de centroizquierda con el 2-4% y Asamblea Popular (Raúl Rodríguez), un pequeño partido que prácticamente no figura en las encuestas, de izquierda radical.
Los uruguayos –se calcula que votará el 90 % de los inscritos por cuanto el voto es obligatorio–, además de presidente y vicepresidente, deberán a la vez elegir en esta única jornada, 30 senadores y 99 diputados, y decidir sobre dos propuestas de enmienda constitucional, ambas auspiciadas por el Frente Amplio. Una para habilitar el voto epistolar de los uruguayos radicados en el exterior (una quinta parte de la población) y la otra para derogar la “ley de caducidad“, que hace 20 años amnistió a los militares de la dictadura.
La mayor expectativa está centrada en si el FA, coalición integrada por partidos de izquierda (comunistas, socialistas, democristianos, ex tupamaros, etc.), consigue el triunfo en la primera vuelta. Esto es, si repite lo logrado por el actual presidente, el médico oncólogo Tabaré Vázquez, que en las elecciones del 2004 logró el 50,45% de los votos y puso fin a 175 años de hegemonía (desde la Independencia) de blancos y colorados.
Se entiende que la propuesta de Mujica es un poco más radical que la de la actual administración. El propio Lacalle anuncia que su gestión, si gana, será muy parecida a la de Vázquez, lo que no se alejaría mucho de la verdad por cuanto el actual gobierno, particularmente en lo económico, no se apartó demasiado de la línea del anterior, del liberal Jorge Batlle.
Mujica, a quien llaman el “Pepe“, es amigo de Chávez y simpatiza con Evo Morales, pero advierte que su modelo de gobierno es el de Lula. No plantea soluciones extremas con respecto a la banca o la tierra, por ejemplo, y no es un antiprivatista ortodoxo ni un fanático estatista.
Su ventaja comparativa es su sencillez, su honestidad y su sinceridad. Es un hombre de vida muy austera, y su vivienda e indumentaria lo prueban. Tiene un gran poder de comunicación con la gente y utiliza un lenguaje muy popular sin cuidar demasiado las palabras. Para vivir dice que le bastan 30 mil pesos (U$S 1.500) y anunció que si es electo presidente donará el sueldo (unos U$S 15 mil mensuales), y que invitará a los miembros de su gobierno y también a los de la oposición a hacer lo mismo para crear un banco para los pobres.
La cuestión es que casi una mitad de los uruguayos quiere que siga la izquierda en el poder y otra casi mitad está en contra, por lo que la decisión quedará a cargo de un 2 o 3% de los votantes. Un carrera muy pareja, y que se decidirá “por una cabeza“, como diría Gardel.
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