Gran ruido se ha generado la próxima Cumbre de diciembre de este año de 2009 en Copenhague para definir un acuerdo que sustituya al vapuleado Acuerdo de Kioto. Quizás ya esté cocinado un paquete de dominio, usando como instrumento adicional a las banderas ambientales y a los grupos ambientalistas.
Desde las islas de Hawai, en Mauna Loa, Charles Keelling en 1958 en forma novedosa y por sus propios medios tecnológicos midió las concentraciones del dióxido de carbono en la atmósfera año tras año. La variación anual fue y sigue siendo en dientes de sierra, causado por las estaciones del hemisferio norte.
La concentración de dióxido de carbono medido en Mauna Loa ha venido teniendo un ascenso vertiginoso. El punto de partida fue una concentración de 315 partes por millón (ppm). El ascenso progresivo ha llevado a registros el dióxido de carbono en 2009 que muestra un tenor de 385 ppm.
El efecto invernadero de nuestra atmósfera, es un valor, una característica bien importante para la calidad de vida en nuestro planeta la Tierra. Se desarrolla con la presencia de gases que “atrapan” el calor de los rayos de sol aportado por los rayos infrarrojos, cual techo de cristal de los invernaderos. Estos gases se comprometen a ser una especie de moduladores o “buffer”, los cuales no permiten cambios extremos y bruscos de temperatura atmosféricas en la noche.
Más del noventa por ciento de este efecto de retención de calor lo aportan cinco gases atmosféricos:
1.- el dióxido de carbono,
2.- el metano,
3.-el oxido nitroso y los gases industriales como son las hidrofluorocarbonados (HFC),
4.- los perfluorocarbonado (PFC) y
5.- el Hexafluoro de azufre (SF6).
Todos objeto de reducción hasta un 5% del protocolo de Kioto y como plazo el 2010. El vapor de agua y el ozono también presentan carácter invernadero con intervención más baja que los anteriormente señalados.
El dióxido de carbono
Las baterías de la defensa del planeta frente al sobrecalentamiento de la atmósfera conocido como el cambio climático, se han enfilado con la mirilla puesta en el dióxido de carbono. El carácter de supremacía ha sido atribuido al dióxido de carbono por lo cual es objeto de estudio y de blanco de cualquier propuesta para disminuir el calentamiento global.
En efecto, las gráficas o curvas de Keelling nos muestran un patrón creciente, desde su inicial registro en 1958. Hasta 2009 se ha incrementado la concentración del CO2 en 70 ppm y se acepta su origen antrópico. Esto vale decir que el modelo de desarrollo dominante ha producido con sus actividades, efluentes de CO2 que se han acumulado en la atmósfera contribuyendo a su calentamiento y por ende a un cambio climático.
Las experiencias anteriores de la Tierra (de hace 15 millones de años) de aumento de CO2, se han demostrado por estudios de este gas atrapado en los hielos antártico, era en la cual se calcula unos seis grados centígrados más que la temperatura promedio actual y el mar estaba unos treinta metros por encima del nivel actual, sirve de referencia para las comparaciones para un posible escenario en el futuro.
La ruta a Copenhague
El Acuerdo o Convenio de Kioto es el único para tratar el cambio climático generado por el calentamiento global. Otro grupo de gases invernadero que afectan al planeta en forma dual, por su capacidad de causar acumulación de calor atmosférico y que degradan la capa de ozono, son tratados en otras convenciones exclusivos para ellos.
Gran ruido se ha generado respecto a la Cumbre de diciembre de este año de 2009 en Copenhague (COP15) para definir un acuerdo que sustituya al vapuleado Acuerdo de Kioto. Algunos están “emocionados” promocionando dicha reunión, parecen un grupo ambientalista. Empecemos por Al Gore, quien fue vicepresidente de Estados Unidos, complemento del presidente Clinton, cuyo gobierno nunca firmó el tratado de Kioto. Es el quien en una aventura hollywoodense, se hace acreedor de premios (incluyendo en 2007 el premio Nóbel de la Paz, así como a su compañero de partido Barak Obama en 2009) por promocionar lo que en su tiempo de funcionario no apoyó, no firmó, toda una verdad incómoda.
Recientemente también Tony Blair ha querido figurar con una propuesta para contrarrestar el cambio climático. Y desde Gran Bretaña y Alemania James Gordon Brown y Angela Merkel exministra de ambiente y actual canciller de Alemania están muy ansiosos para que llegue la cita decembrina en Dinamarca, en Copenhague. En las noticias ya se refleja la tendencia europea, una expectativa de cómo repartir las cargas de la responsabilidad de la lucha contra el cambio climático.
El paquete de dominación
La Unión Europea ha manifestado y presentado recientemente: una oferta para la COP15: un paquete de 147.558 millones de euros anuales, según su propias palabras, “que necesita el SUR” para poder enfrentar el cambio climático. Unos 74.000 millones de euros provenientes de fondos públicos internacionales y el resto de sus “propios recursos”. Esto es para invertir en tecnología para producir energía no que no genere CO2.
En el “paquete climático” se deja ver que esta propuesta no es un “cheque en blanco”. Las naciones “beneficiadas” por los fondos adquieren “determinados compromisos”. Es decir que pagaremos una cuota para frenar el desarrollo de países insurgentes (China, India y Brasil) y de los que están en vías de desarrollo. Además el compromiso de una deuda de 73.558 millones de euros anuales al entrar en el protocolo de Copenhague que será para comprarle la tecnología a los propios países desarrollados.
Tiene en la propuesta el respaldo gubernamental. El Consejo Consultivo Alemán sobre el Cambio Climático (WBGU, por sus siglas en alemán) refiere que “hay que repartir entre toda la población lo que llama ‘presupuesto mundial de emisiones de gases invernaderos’”. Esto se complementa con un límite de emisiones por persona de 110 toneladas de emisiones de CO2 por persona, se debe establecer un tope tanto para los países del Norte industrializados como en los del Sur en desarrollo.
Elio Ríos
ALAI
Desde las islas de Hawai, en Mauna Loa, Charles Keelling en 1958 en forma novedosa y por sus propios medios tecnológicos midió las concentraciones del dióxido de carbono en la atmósfera año tras año. La variación anual fue y sigue siendo en dientes de sierra, causado por las estaciones del hemisferio norte.
La concentración de dióxido de carbono medido en Mauna Loa ha venido teniendo un ascenso vertiginoso. El punto de partida fue una concentración de 315 partes por millón (ppm). El ascenso progresivo ha llevado a registros el dióxido de carbono en 2009 que muestra un tenor de 385 ppm.
El efecto invernadero de nuestra atmósfera, es un valor, una característica bien importante para la calidad de vida en nuestro planeta la Tierra. Se desarrolla con la presencia de gases que “atrapan” el calor de los rayos de sol aportado por los rayos infrarrojos, cual techo de cristal de los invernaderos. Estos gases se comprometen a ser una especie de moduladores o “buffer”, los cuales no permiten cambios extremos y bruscos de temperatura atmosféricas en la noche.
Más del noventa por ciento de este efecto de retención de calor lo aportan cinco gases atmosféricos:
1.- el dióxido de carbono,
2.- el metano,
3.-el oxido nitroso y los gases industriales como son las hidrofluorocarbonados (HFC),
4.- los perfluorocarbonado (PFC) y
5.- el Hexafluoro de azufre (SF6).
Todos objeto de reducción hasta un 5% del protocolo de Kioto y como plazo el 2010. El vapor de agua y el ozono también presentan carácter invernadero con intervención más baja que los anteriormente señalados.
El dióxido de carbono
Las baterías de la defensa del planeta frente al sobrecalentamiento de la atmósfera conocido como el cambio climático, se han enfilado con la mirilla puesta en el dióxido de carbono. El carácter de supremacía ha sido atribuido al dióxido de carbono por lo cual es objeto de estudio y de blanco de cualquier propuesta para disminuir el calentamiento global.
En efecto, las gráficas o curvas de Keelling nos muestran un patrón creciente, desde su inicial registro en 1958. Hasta 2009 se ha incrementado la concentración del CO2 en 70 ppm y se acepta su origen antrópico. Esto vale decir que el modelo de desarrollo dominante ha producido con sus actividades, efluentes de CO2 que se han acumulado en la atmósfera contribuyendo a su calentamiento y por ende a un cambio climático.
Las experiencias anteriores de la Tierra (de hace 15 millones de años) de aumento de CO2, se han demostrado por estudios de este gas atrapado en los hielos antártico, era en la cual se calcula unos seis grados centígrados más que la temperatura promedio actual y el mar estaba unos treinta metros por encima del nivel actual, sirve de referencia para las comparaciones para un posible escenario en el futuro.
La ruta a Copenhague
El Acuerdo o Convenio de Kioto es el único para tratar el cambio climático generado por el calentamiento global. Otro grupo de gases invernadero que afectan al planeta en forma dual, por su capacidad de causar acumulación de calor atmosférico y que degradan la capa de ozono, son tratados en otras convenciones exclusivos para ellos.
Gran ruido se ha generado respecto a la Cumbre de diciembre de este año de 2009 en Copenhague (COP15) para definir un acuerdo que sustituya al vapuleado Acuerdo de Kioto. Algunos están “emocionados” promocionando dicha reunión, parecen un grupo ambientalista. Empecemos por Al Gore, quien fue vicepresidente de Estados Unidos, complemento del presidente Clinton, cuyo gobierno nunca firmó el tratado de Kioto. Es el quien en una aventura hollywoodense, se hace acreedor de premios (incluyendo en 2007 el premio Nóbel de la Paz, así como a su compañero de partido Barak Obama en 2009) por promocionar lo que en su tiempo de funcionario no apoyó, no firmó, toda una verdad incómoda.
Recientemente también Tony Blair ha querido figurar con una propuesta para contrarrestar el cambio climático. Y desde Gran Bretaña y Alemania James Gordon Brown y Angela Merkel exministra de ambiente y actual canciller de Alemania están muy ansiosos para que llegue la cita decembrina en Dinamarca, en Copenhague. En las noticias ya se refleja la tendencia europea, una expectativa de cómo repartir las cargas de la responsabilidad de la lucha contra el cambio climático.
El paquete de dominación
La Unión Europea ha manifestado y presentado recientemente: una oferta para la COP15: un paquete de 147.558 millones de euros anuales, según su propias palabras, “que necesita el SUR” para poder enfrentar el cambio climático. Unos 74.000 millones de euros provenientes de fondos públicos internacionales y el resto de sus “propios recursos”. Esto es para invertir en tecnología para producir energía no que no genere CO2.
En el “paquete climático” se deja ver que esta propuesta no es un “cheque en blanco”. Las naciones “beneficiadas” por los fondos adquieren “determinados compromisos”. Es decir que pagaremos una cuota para frenar el desarrollo de países insurgentes (China, India y Brasil) y de los que están en vías de desarrollo. Además el compromiso de una deuda de 73.558 millones de euros anuales al entrar en el protocolo de Copenhague que será para comprarle la tecnología a los propios países desarrollados.
Tiene en la propuesta el respaldo gubernamental. El Consejo Consultivo Alemán sobre el Cambio Climático (WBGU, por sus siglas en alemán) refiere que “hay que repartir entre toda la población lo que llama ‘presupuesto mundial de emisiones de gases invernaderos’”. Esto se complementa con un límite de emisiones por persona de 110 toneladas de emisiones de CO2 por persona, se debe establecer un tope tanto para los países del Norte industrializados como en los del Sur en desarrollo.
Elio Ríos
ALAI
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