El síndrome del coyo
El legendario dibujo animado del coyote y el correcaminos (el huerequeque peruano) tenía una estructura invariable: el cuadrúpedo peludo hacía lo inimaginable para atrapar al bípedo emplumado, recurriendo a los artilugios más sofisticados –marca Acme– a fin de compensar la diferencia de velocidad entrambos, pero jamás lo lograba. Antes bien, cada episodio era coronado por un final catastrófico para el coyote, ya sea que el explosivo le reviente en la cara, un camión lo aplaste o caiga en un abismo insondable.
El asunto es que, sin importar la carga explosiva, el tonelaje del vehículo o la profundidad de la caída, el coyote regresaba con vida. Acaso maltrecho, pero vivo y listo para acometer el siguiente intento. Mientras tanto, el correcaminos, bip bip, le sacaba la lengua y salía disparado, dejando una rauda estela de polvo.
Nuestros políticos, con raras excepciones, se parecen al coyote. No importa la magnitud de sus despropósitos, siempre retornan, vivos: la política peruana se rige por la misma lógica pueril y fantasiosa de los relatos de animación clásicos.
El ministro del Interior puede hacer declaraciones tan disparatadas e inverosímiles como la grasa vendida a 15,000 dólares el litro por una banda de pishtacos, y seguir en su puesto porque el Presidente no considera pertinente deshacerse de un personaje de semejante nivel. El Presidente del Congreso acumula evidencias de manejos turbios con los fondos del Legislativo, y no se le mueve un pelo teñido y engominado. La actual ministra de Economía asegura que si se cancelan los decretos de la Ley de la Selva, el TLC se viene abajo, y la realidad desmiente crudamente esta falsedad. Luego es promovida a un cargo más importante, como toda una campeona. La ex ministra del Interior dirige la desastrosa operación policial de Bagua, con los resultados que sabemos y, en vez de ser despedida, se otorga la condecoración más importante de la PNP. Castañeda y Comunicore, Kouri y el peaje o los vladivideos, Lourdes y Cataño, el coyote nunca muere: ¿Allison llegará a Presidente?
Hasta Fujimori mantiene vigencia, pese a las graves e irrefutables sentencias que ha recibido. Vamos, el actual Presidente tuvo un Gobierno equivalente a todos los accidentes juntos del obstinado animalito del desierto, y ahí está, haciendo de las suyas para retornar el 2016. Con lo cual muchos de nosotros lo habremos tenido 15 años gobernándonos: ¿qué karma siniestro estaremos expiando?
Esa ley corrupta no escrita pero por todos conocida, tan similar a la realidad paralela de los cartoons, determina que los actos no tienen consecuencias si el poder para contrarrestarlas es suficiente, como lo demuestra el caso Valdez-Rivera. Toledo pudo negar a su hija reiteradamente, luego reconocerla a regañadientes, lavándose el polvo de la caída en las aguas de Punta Sal. Lo cual no ha mermado sus posibilidades electorales.
Los peruanos se adaptan, con un goce solapado, a esta singular manera de no asumir las consecuencias de nuestros actos. Lo que no parecemos entender es que, con el huerequeque, se nos está escapando la oportunidad de llegar a ser una nación seria, desarrollada y democrática: bip bip.
JORGE BRUCE
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