Por Diego García-Sayán
El ataque israelí, en aguas internacionales, a la flotilla que intentaba romper el bloqueo a Gaza, ha complicado las cosas. Lo ocurrido tiene la virtud, sin embargo, de poner sobre el tapete los grandes obstáculos para impulsar un proceso de paz entre Israel y los palestinos. Y al complicarle mucho las cosas a Obama, acaso tenga la ventaja de empujar a que en Washington se adopten iniciativas más osadas y novedosas.
Los obstáculos a la paz son muchos. El más evidente y fundamental es que mientras no se involucre a todas las partes concernidas, hablar de paz no pasará de ser un saludo a la bandera. El propio Obama mencionó hace pocos meses que había que “conversar con todas las partes involucradas”. Eso alude –obviamente– no sólo a Israel y a la Autoridad Palestina. Incluye a grupos considerados “terroristas” como Hamás, que controla, precisamente, Gaza, con el respaldo electoral mayoritario del millón y medio de palestinos que habitan en esta zona bloqueada por Israel.
El ataque del lunes pone contra las cuerdas a la política de Washington concentrada, por el momento, en impulsar tímidas conversaciones “indirectas” entre Israel y la Autoridad Palestina. Nada, pues, de fondo ni trascendental. Hay cuestiones medulares que tienen que ser urgentemente abordadas, que la actual crisis ha hecho más urgente. El bloqueo de Gaza es la principal. La otra, promover un proceso de paz en el que participen todas las partes concernidas. Ambas cosas, por supuesto, están relacionadas pues el avance en el primer tema es un prerrequisito para avanzar en el segundo.
En círculos de la Casa Blanca admiten que el bloqueo israelí a Gaza no es sostenible. Lo mismo ha sostenido el Secretario General de la ONU. Si este cerco no se levanta, señalan, es imposible un proceso de paz. ¿Cuál es el camino? Obviamente que los concernidos –en este caso Israel y Hamás–coincidan en algunos aspectos medulares para llegar a un “cese de fuego” en torno a dos grupos de compromisos. De un lado, que desde Gaza se comprometan a cesar ataques sobre Israel y a devolver al soldado israelí Gilad Shalit, desde hace cuatro años en manos de Hamás. Por el otro, desde el lado israelí terminar con el bloqueo que asfixia a la gente que vive en Gaza.
Sobre esa base es que se podría empezar a hablar entre “todas las partes involucradas” en la búsqueda del acuerdo de paz “justo y duradero
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