domingo, 25 de julio de 2010
Amar a la patria
En 1952, hablando ante futuros maestros, reflexionaba Basadre sobre los fines y métodos de la enseñanza de Historia. Tras criticar la ambición desmedida de los programas oficiales, insistía en la necesidad de adecuarlos a las características evolutivas de cada edad, respetando las condiciones afectivas e intelectuales de los alumnos. Al referirse a la educación primaria se hacía evidente, para nuestro gran historiador, la imposibilidad de abarcar antes de los catorce años la noción de causalidad político-histórica. Para acercarse al alma de los niños, es necesario apelar a otras formas, más vivas y concretas que la lección verbal o el estudio del manual. Citando a Tolstoi, el padre de la pedagogía libertaria, Basadre nos dice que en la infancia la Historia ha de retornar a lo que fue en sus orígenes: un cuento. Al niño, más que impactar su inteligencia, hay que agitarle el corazón. Es necesario entonces vivificar la historia, encarnarla, convocarla. “Las historias, afirma, deben tomar en esta etapa el lugar de la Historia”. Los niños han de aplicar la emoción y una aproximación intuitiva a aquello que bulle en el fondo de episodios y leyendas, de mitos y biografías que le hablan de la patria grande y del alma colectiva. Debe ser atraído por estos relatos que documentan y forjan una identidad hecha de tiempo, suelo y antepasados compartidos []. Al terminar de exponer sus ideas sobre la educación primaria, reclamaba: “Necesitamos libros de lecturas históricas. Me permito pedir que se edite siquiera uno, lo más pronto posible”. Con algo de osadía y con sincera humildad, nos hemos decidido a responder a este llamado. Este libro es el resultado. Aspira a complementar la labor que alumnos y maestros desarrollan; a servir de herramienta, apoyo y, acaso motivación. Es sin duda experimental pero, como afirmaba Encinas, toda auténtica pedagogía lo es siempre. Esperamos sí que estas historias, tomadas algunas de otros autores y elaboradas la mayor parte por nosotros, sirvan para hacer de la clase de Historia del Perú en la educación primaria, como quería Basadre, “una lección viva de amor patrio y solidaridad humana”.
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