La pequeña, quien se hizo famosa en mayo pasado cuando le confesó a la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, que su mamá era indocumentada, compartió sus preocupaciones con unos quinientos niños estadounidenses cuyos padres también son indocumentados.
Daisy no sabía del mensaje de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien emitió una proclama para felicitar al Perú por el día de su independencia y destacar los “grandes progresos” logrados por nuestro país. Tampoco sabía que Clinton había dicho que EE.UU. y el Perú seguían siendo amigos y socios cercanos, tanto en la región como en todo el mundo.
La niña casi no tuvo tiempo para festejar el 28 de julio. En su calidad de “vocera” de los indocumentados participó en una marcha frente a la Casa Blanca en demanda del fin de las deportaciones y de la separación de las familias de inmigrantes indocumentados.
RECLAMO INFANTILDaisy Cueva y un grupo de niños, todos ciudadanos estadounidenses e hijos de inmigrantes indocumentados, se concentraron en el parque Lafayette para pedir al presidente Barack Obama que cumpla su promesa electoral de lograr una reforma migratoria justa y humana que saque de la clandestinidad a 12 millones de indocumentados.
“Yo quiero vivir con mi mamá en Estados Unidos. Ella me cuenta que el Perú es bonito, pero que no hay trabajo y que no tendría las oportunidades educativas que tengo aquí. Yo le pido al presidente Barack Obama que ayude a mi mamá y a los padres indocumentados de todos los niños hispanos”, dijo emocionada en los alrededores de la Casa Blanca.
Ángel Cueva y Natalia Juica, padres de Daisy, estuvieron muy distantes de la manifestación, evitando el contacto con la prensa. Ambos tienen miedo de ser deportados al Perú por ser indocumentados y convertirse nuevamente en el “centro” de la atención periodística.
Es importante señalar que Daisy Cueva cuenta con la doble nacionalidad. El Consulado General del Perú ya la tiene registrada como peruana y autorizó la emisión del pasaporte respectivo.
En el grupo de Daisy Cueva, también estuvo Saúl Arellano, hijo de la activista mexicana Elvira Arellano, deportada hace casi dos años después de resistir durante un año refugiada en una iglesia la orden de abandonar EE.UU.
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