Por Humberto Campodónico
Si el petróleo y el gas natural son combustibles sustitutos, entonces sus precios deberían ser iguales a través del tiempo o, por lo menos, debiera existir una tendencia hacia dicha igualdad. Desde ese punto de vista, teórico, daría lo mismo usar cualquiera de los dos productos.
Esto es de suma importancia para la discusión actual peruana sobre la exportación de gas a México. ¿Por qué? Porque la tendencia –teórica– no se cumple ni siquiera en EEUU, que es el mercado de oferta y demanda de gas natural más grande del mundo.
En efecto, en EEUU el precio del gas natural con respecto al precio del petróleo es mucho más bajo que su equivalencia calórica.
Lo que quiere decir que el gas peruano que se va a exportar a México (donde rige el precio del mercado de EEUU, el Henry Hub) también tiene que venderse a un precio inferior al del petróleo, lo que constituye una enorme desventaja para el país. Veamos por qué.
Desde el punto de vista de la equivalencia calórica, tenemos que un (1) barril de petróleo equivale a 5.8 millones de BTU de gas natural. Por lo tanto, “lo normal” sería que el precio del petróleo sea más o menos 6 veces el precio del gas. Así, por ejemplo, si el precio del gas está en US$ 10 por millón de BTU, entonces el precio del petróleo debiera estar alrededor de US$ 60/barril.
Otro ejemplo: si el precio del gas está en US$ 4.9/MMBTU (como está hoy, 30 de julio del 2010), entonces el precio del petróleo debiera estar en US$ 30/barril. Pero, oiga, un momentito, el precio del petróleo el 30 de julio ha sido US$ 80 barril, lo que indica una diferencia de 16 veces con el gas y no de 6 como manda la equivalencia calórica.
Esta “desconexión” se explica así, según analistas de EEUU. Primero, porque el precio del petróleo está influenciado por el cartel de la OPEP, que regula la oferta. Segundo, porque la producción de petróleo se concentra en el Medio Oriente, que está sujeto a las más altas tensiones geopolíticas (Irak, Irán, Israel), lo que no sucede con la producción del gas, que es más diversificada y no depende del Medio Oriente.
Tercero, porque la producción de gas “esquisto” (con nueva tecnología) en EEUU se ha desarrollado rápidamente, aumentando fuertemente la oferta. Cuarto, porque han aumentado considerablemente las importaciones de Gas Natural Licuado (como el que sale de Melchorita) que realiza EEUU.
La combinación de estos factores empuja al alza el precio del petróleo y a la baja el precio del gas. Agregan los analistas que estos factores seguramente se mantendrán tal cual en los próximos años.
Así, cuando se exporta gas a EEUU al precio Henry Hub de US$ 4/MMBTU, si se tuviera que importar petróleo, el precio no sería US$ 24/barril sino US$ 80/barril. La cosa se agrava cuando tomamos el precio en boca de pozo de Camisea (descontando los costos), que es el verdadero precio de exportación. Si este es de US$ 0.50/MMBTU, su equivalente calórico en petróleo debiera ser US$ 3/barril. Pero no, porque hoy el petróleo está en US$ 85/barril.
Por eso decimos, con las cifras en la mano, que exportamos a uno para importar a 80. Lo que demuestra que la exportación del gas –que solo debiera darse cuando el abastecimiento del mercado interno está garantizado, lo que hoy no sucede– es un pésimo negocio y que no se arregla solo con el pago de mejores regalías. Por eso, lo mejor es que el gas sea para los peruanos, sobre todo, para los del sur andino.
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