El reciente pase a retiro del general Stanley McChrystal, jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, ha permitido ver más allá del escándalo derivado de sus declaraciones y las de sus subordinados a la revista Rolling Stone. En realidad esa entrevista casi no es tal, porque se reproducen pocas declaraciones del general y sus ayudantes.
Lo que las pone en el contexto que dio origen al conflicto son las apreciaciones que hace el autor del artículo, quien estuvo con el general y sus ayudantes durante su visita a París&sa=Buscar" title="buscar información sobre París" class="resaltar">París, que tenía por objeto evitar que, como lo han hecho otros países, Francia disminuya o retire sus soldados en Afganistán, donde, afirma el entrevistador, desde la llegada de McChrystal “la guerra afgana se ha convertido en propiedad exclusiva de los Estados Unidos”.
El general ya había hecho comentarios sobre el vicepresidente Biden, quien proponía otra estrategia antiterrorista, lo que le valió un llamado de atención por parte de Obama. En París&sa=Buscar" title="buscar información sobre París" class="resaltar">París, mientras preparaba la conferencia que daría en la Escuela Militar volvió a referirse a él en términos jocosos. Criticó también a Richard Hollbrooke, uno de los negociadores designados por Obama.
Sus asesores sólo hablaron bien de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, porque “lo protegió durante una revisión estratégica”. Y del largo texto de la revista se desprende que el fondo del problema radica en el fracaso de la política seguida en Afganistán.
En realidad, es más bien una crónica de los días que el autor, el general y sus asesores estuvieron juntos en París&sa=Buscar" title="buscar información sobre París" class="resaltar">París y recoge observaciones de todos, pero lo que queda de manifiesto es que si bien Obama acogió el plan de contrainsurgencia planteado por McChrystal, el plan no ha funcionado, porque para continuarlo habría que mandar miles de soldados más y prolongar la guerra en vez de iniciar el retiro de tropas.
Al final de cuentas, el asunto ha servido para ocultar cosas importantes, como veremos enseguida. Tal vez por eso a McCrystal le van a permitir jubilar como general de cuatro estrellas, según se anunció.
El Pentágono manda
Hemos dicho en varias ocasiones que el Pentágono fija las políticas de los gobiernos estadounidenses y la razón es muy clara. En asuntos internacionales no hay una agenda gubernamental porque los partidos Demócrata y republicano, que se alternan en el gobierno, nunca han llegado a un acuerdo. Pero el Pentágono sí tiene agenda y, en consecuencia es el que plantea, proyecta y dirige la política exterior.
Es más, el jefe de operaciones de Estados Unidos en Irak señaló hace un tiempo que los propios efectivos militares son los que reparten el dinero para carreteras, puentes y obras civiles, lo que a su juicio no debe ser y es hasta riesgoso para el país, por lo que planteó que debe legislarse sobre este asunto.
Ahora bien, veamos en qué se ha traducido este protagonismo del Pentágono en lo que va corrido de la administración de Obama. El diario The Washington Post dio a conocer hace unos días una investigación sobre el tema. Lo primero a destacar es que junto al aumento del presupuesto militar, ha aumentado también el número de países en que actúan hoy las fuerzas especiales estadounidenses.
Actuaban en 60 países y ahora lo hacen en 75. Miles de militares y civiles, a las órdenes del Comando de Operaciones Especiales Conjuntas, han sido desplegados en Irán, Georgia, Ucrania, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Perú, Yemen, Pakistán, Filipinas, así como en Venezuela, Colombia y México y hay planes preventivos o anticipados para muchos otros lugares.
Se ha señalado que esto forma parte de la Doctrina de seguridad Nacional dada a conocer recientemente por Obama y la investigadora Eva Golinger apunta que un alto oficial del Pentágono destacó que el actual presidente Obama está permitiendo muchas acciones y operaciones que no se autorizaron en la época de Bush. Este tipo de operaciones secretas y clandestinas permite al actual gobierno evitar reacciones contrarias.
Las fuerzas especiales comandadas por McChrystal obtuvieron un aumento presupuestal del 40% y la ventaja de que ahora operan directamente, no a través de las embajadas de su país ni con consulta al Departamento de Estado. En este tipo de operaciones también participan las empresas militares privadas,que proporcionan soldados mercenarios.
Manlio Dinucci, en Il Manifesto, rescató la información publicada en The New York Times, que relata que Matiullah Khan, un señor de la guerra afgano, combate con su ejército privado junto a las tropas estadunidenses y además garantiza el paso de convoyes de la OTAN, le pagan mil 200 dólares por camión y ahora es el hombre más rico de su provincia.
Las riquezas
La invasión estadounidense a Afganistán se produjo el 7 de octubre de 2001, menos de un mes después del colapso de las Torres Gemelas de Nueva York. Iban a buscar a Osama ben Laden, a quien el Pentágono y los organismos de inteligencia conocían muy bien, porque lo armaron y dotaron de todo lo que requería para enfrentar la ocupación soviética. Pero en esta ocasión lo responsabilizaron por los sucesos del 11 de septiembre de ese año.
Rápida respuesta, pero sin resultados, nunca han encontrado a Ben Laden, no se sabe si vive o no, sobre su familia se han dado informaciones varias, pero nadie los ha visto tampoco. Cada cierto tiempo aparecían videos de un supuesto Ben Laden lanzando amenazas y advertencias, pero ya no. Tampoco se detiene o mata con tanta frecuencia a “líderes de Al Qaeda”, la organización que él encabezaría.
Después de haber priorizado la guerra en Irak, invadido en marzo de 2003, ahora Estados Unidos volvió a Afganistán, con más hombres y armamento. Vale preguntarse qué quieren y la respuesta ha surgido en estas semanas. Estados Unidos dice haber descubierto que allí hay litio, oro, hierro, cobre, cobalto y otros minerales importantes que valen por lo menos 3 billones de dólares puntualizó el ministro de minería afgano, corrigiendo al Departamento de Defensa de Estados Unidos que les atribuyó un valor de apenas un billón de dólares.
Washington ambiciona todos estos recursos, en especial el litio, porque no pudo acceder al de Bolivia y Argentina. Es más, el conocimiento de esta riqueza no es nuevo ni descubrimiento estadounidenses, lo descubrieron los soviéticos en los años 80 y dejaron mapas que el gobierno afgano mantuvo ocultos hasta que geólogos estadounidenses los encontraron.
Ahora viene, entonces, la segunda parte de la guerra. ¿Quién se quedará con esa riqueza, los estadounidenses o se la repartirán los principales países que tienen tropas en Afganistán? Porque a los afganos les quedará muy poco, si les queda.
Frida Modak
Alai
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