El “Tío George” ha muerto por lo menos dos veces de corrupción durante este gobierno. LA PRIMERA, poco después del célebre discurso de las ratas, en la noche en que se conocieron los primeros petroaudios cuando al lado de Alan García repudiaron a León y Químper, solamente que unos días después se supo quién era el Jorge que aparecía en tantas conversaciones y cayó el gabinete, con buena parte de sus aspiraciones presidenciales. La segunda, en LA PRIMERA mitad de este año, cuando ya el tío había logrado que la Fiscalía declare que no tenía indicios de delito y, haciendo mil combinaciones, había alcanzado la secretaría general del partido de la estrella, hasta que se conoció el cambiazo de los USB de Gianotti y todo el país supo de lo que era capaz el gobierno para salvar a sus corruptos.
En esta segunda muerte se vino abajo la secretaría general y Del Castillo se fue tan al suelo que García pudo decir que mejor candidato sería Velásquez. Fue entonces que sonaron nuevos audios y se leyeron diversos mails que mostraban el papel clave de George en el dispositivo que Canaán y Rómulo armaron sobre petróleo y otros negocios, probablemente por encargo del presidente, junto con otras pellejerías con amigos empresarios.
El “Tío George”, sin embargo, nunca está muerto del todo. Sobre todo para cierta prensa que ha querido meter la idea de que está probado hasta el asco que George (y de paso Alan) no metieron la mano en los USB, que el general Hidalgo es casi un ángel y que el fiscal Milla tenía tanto poder que ordenó la investigación paralela de la dirección antiDrogas sin avisarle al ministro del Interior de la época (Hernani), por tanto que no pudo haber manipulación o sustitución en la etapa de la intervención de la policía amiga y al servicio del Ejecutivo, y que la mano negra tiene que haber estado en el Poder judicial sea porque Villa Stein tiene algo que ocultar o porque el congresista Souza logró que alguien le hiciera el favor de esconder sus conversaciones y las de su socio Nakazaki con sus clientes los Sánchez Paredes, o porque Gianotti misma logró que le robaran sus archivos para que no hubiera pruebas contra ella. Cualquiera menos el “Tío George”, al que Alan le dijo con toda la abrumadora convicción de sus 120 kilos y el poder de la presidencia: tú te salvas solo, pero a mí no me comprometes.
Ahora, la Comisión Menchola ha agregado un poco más de confusión a las necesidades de exculpación del que alguna vez fue el segundo hombre del régimen. Su conclusión es que hubo cambio, pero no se sabe dónde ocurrió, ni cuándo, ni quién lo hizo. Por tanto, estamos volviendo al momento cuando Raffo traicionó a la comisión Abugattás e impidió acusar a Del Castillo y otros ministros que probadamente hicieron negocios secretos en una suite de un hotel, con un magnate dominicano; y cuando la comisión Luizar concluyó que todos eran chuponeados y cualquiera podía haber tenido interés en chuponear. Es decir todo el mundo tratando de morderse la cola, y todos evadiendo lo que la opinión pública concluyó hace tiempo, que el caso petroaudios-BTR es uno sólo, en el que los espiados y los espías eran parte del gobierno, y que todo esto salió a luz por la propia descomposición del sistema, como ocurrió con los vladivideos. ¿Alguien puede dudar todavía que el cambiazo de los USB y el ocultamiento de pruebas fue parte de esta misma cadena?
Columnistas
Raúl Wiener
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