La musa de Valicha está olvidada y en la pobreza
Valeriana Huillca tenía 18 años cuando inspiró el llamado himno del Cusco. A sus 85 años, sobrevive en Acopía ciega, muy pobre y en el más tris
Musa olvidada. Valeriana Huillca inspiró a los 18 años la canción Valicha, casi un himno en el Cusco. Hoy, a los 82 años, vive en el olvido.Roxabel Ramón
Lo más angustiante de Acopía es el silencio. Un silencio cargado de moscas y, lejanamente, de rebuznos que se cuelan por las callecitas ordenadas con casas de adobe, pero no por los oídos de Valeriana Huillca, quien solo escucha algo si se lo gritan al oído izquierdo. A sus 85 años, Valicha también se ha quedado ciega. Por eso pasaron varios minutos sin que se percatara de que estaba siendo fotografiada: sentada sobre el piso de tierra, depuraba con hábiles dedos un trozo de lana de carnero.
Así, con la postura y el semblante relajados, dejaba adivinar esa belleza maldita de la que fue víctima en su juventud. Belleza cuya fama alcanzó toda la provincia de Acomayo, cuando ella era aún una campesina adolescente; la que provocó una envidia disfrazada de desdén de sus contemporáneas, y que inspiró hace décadas a su patrón, Miguel Ángel Hurtado, a crear una canción despechada, que algunos reclaman como un himno del Cusco.
La melodía se ubica, según los musicólogos, al lado del “Cóndor pasa” y “La flor de la canela”. Pero los académicos sociales han advertido que no puede ser himno, pues sus letras ofenden a la mujer andina. “Valicha lisa pasñawan/ niñachay de veras/ maypiñas tupanki”, inicia el huaino y su traducción fiel, aunque atenuada por la sutileza del quechua es: “Chola puta, Valicha/ mi niñita de veras/ ¿dónde estarás andando?”.
Cuando le inyectó esta amargura escrita a su bella música, el profesor Hurtado, hijo de los hacendados de Acopía, tenía 22 años. La hermosa joven quechuahablante de la cual estaba enamorado se había escapado a la ciudad del Cusco con un campesino de la zona.
La culpa la tuvieron las diferencias sociales. Se dice que Valeriana, además de alegre y coqueta, era orgullosa. Por eso le puso fin al romance furtivo que sostenía con Hurtado durante las vacaciones estudiantiles de este. No se sabe si en la capital él pensaba en ella, pero en 1942, poco antes de volcar su decepción en el conocido huaino, ya había compuesto “Tusuy” con la misma melodía, pero con letras de amor: “Cholita flor de la sierra/ entre las pajas bravas/ ¿qué estarás haciendo?/ Seguro que estás cantando/ las memorias de nuestro dulce amor”.
Vladimir Hurtado, sobrino del autor, cuenta que un verano, cuando su tío regresó de Lima, en el pueblo se comentaba maliciosamente que Valicha había huido con el cholo Francisco Hancco. “Él bebió con sus amigos, entre ellos varios mistis (hacendados) que también la asediaban, y se inventó esas letras de insulto”. La canción habla de un destino fatal para la migrante: “Y llegando a Cusco/ niñita de veras/ en las picanterías molerá maíz [] en las puertas del cuartel/ mi niñita de veras/ estará robando corazones”.
Para algunos, el profesor Hurtado solo describió la realidad de las campesinas que eran abusadas sexualmente por los soldados y explotadas en las chicherías y picanterías del Cusco. Para otros, sacó a relucir su racismo para desearle el mal a la muchacha que decidió ir en busca de un mejor futuro.
En 1945, cuando Valeriana ya había retornado a Acopía, el hermano de Miguel Ángel, Evencio Hurtado, presentó la canción al Concurso Folclórico Regional y ganó el primer lugar. “Entonces el huaino se empezó a cantar en las fiestas del pueblo. Yo recuerdo a Valicha, escondida en una esquina de la plaza, avergonzada”, narra Vladimir. Valeriana Huillca dice ahora indulgente que Miguel Ángel era un bromista. Con una sonrisa nos ofrece su propia versión —inocua y hasta halagüeña— del canto que la difamó internacionalmente.
HONORES INÚTILES
Cuando Valicha siente una presencia extraña, se levanta rapidito, limpia su falda y, con algo de la coquetería que conserva, acomoda sus canas. Extiende la mano para tocar las de sus visitantes. En nuestro caso, descubrió la cámara que la registraba. “No me tomes fotos así sucia”, pide en quechua y desaparece en una habitación oscura, de la que extrae un cuadro, donde luce con elegantes polleras.
El retrato es reciente, quizás de la última vez que autoridades de la región la homenajearon como Patrimonio de la Mujer Andina. Hay otra foto de 1988, en la que aparece bailando con el presidente Alan García en Palacio de Gobierno. Él y el ex presidente Juan Velasco Alvarado la proclamaron símbolo de la mujer campesina.
Pero ni esos honores evitaron que Valicha terminase sumida en la pobreza extrema y el abandono. Siete de sus ocho hijos fallecieron y solo algunos nietos se encargan a veces de ella, aunque cobran puntualmente una modesta pensión asignada por la Municipalidad Provincial de Acomayo. Su casa ha sido invadida por moscas que ella espanta de su rostro de fáciles lágrimas. No hay agua ni comida. Solo escombros y tristeza. Esta es la escena que hallarían los turistas de hacer caso a la Dirección Regional de Turismo (Dircetur), que publicita el circuito Las Cuatro Lagunas (Acopía, Pomacanchi, Asnacocha y Pampamarca) y a Valicha como uno de sus atractivos turísticos.
“Yo mismo voy a viajar de inmediato para solucionar este tema”, aseguró a El Comercio el jefe de la Dircetur en el Cusco, Víctor Hugo Pérez. Mientras tanto, Valeriana Huillca pasará sus días en silencio y a oscuras, limpiando pellejos y tarareando mentalmente un huaino sobre el olvido.
SEPA MÁS
Miguel Ángel Hurtado, autor de “Valicha”, murió en 1953, al caer de un caballo. Tenía 31 años.
La canción fue registrada oficialmente en 1958. Al menos tres personas intentaron adjudicarse su autoría.
Acopía está en la provincia de Acomayo, a 140 kilómetros de la capital cusqueña, aproximadamente.
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