sábado, 25 de septiembre de 2010

COMO ROBAR UNA ELECCION

Por Nelson Manrique

Los 15 puntos que Susana Villarán le ha sacado de ventaja a Lourdes Flores han desencadenando un previsible terremoto político. En el Apra se profundiza la grieta que separa a García y la dirección de las bases. Desde la unidad de cuidados intensivos –a través de la columna de Mirko Lauer– don Armando Villanueva, el más grande líder histórico del Apra vivo, ha llamado a votar por Villarán. También ha llamado a votar por Susana Carlos Roca, cuya elección soberana como candidato a la alcaldía limeña por las bases apristas fue desconocida por la dirección del Apra siguiendo las directivas de García, para respaldar al fujimontesinista Alex Kouri.

Hay una saludable reacción ética en el Apra. Luego de que Kouri quedara fuera de juego García proclamó públicamente su apoyo a Lourdes (¿recuerdan que prometió mantenerse neutral en las elecciones?). La auditoría independiente a la gestión de Luis Castañeda que Susana ha prometido no estaba en su libreto. Lourdes, comprometida con Castañeda Lossio y llevando en su lista de regidores a su hijo, Luis Castañeda Pardo, daba garantías: prometía dejar la investigación del manejo de la economía de la alcaldía de Lima a las entidades del Estado, lo cual, para cualquier peruano medianamente informado, es asegurar que esas denuncias van a quedar en nada, como la del robo de 20 toneladas de documentos del archivo del ministerio de Salud –luego de que Hernán Garrido Lecca abandonó la dirección de ese ministerio–, o la del escándalo de los petroaudios, o la de los chuponeos realizados por BTS de Ponce Feijoo (a quien, según ha señalado Gustavo Gorriti, García encargó espiar a Ollanta Humala el 2006, premiándolo luego con un ascenso, a pesar de que ya había pasado al retiro; ¿o es que alguien cree que el chuponeo comenzó cuando Lourdes dijo “poto”?).

En la derecha, Aldo M., luego del fracaso de todas y cada una de sus campañas contra Susana, dedica unas pastillas para levantar el ánimo de Lourdes como para poner verde de envidia a Ricardo Belmont, en un divertido texto titulado “¡Dar la talla!” (Correo, 20/9/10). En él, le recuerda a Lourdes el fatal estado de ánimo en que se encontraba Simón Bolívar antes de lograr la victoria final sobre los realistas (¡vamos Lourdes, tú puedes!). No menos numantino es el título del artículo de José Barba: “La última batalla” (Correo, 20/9/10). Pero Barba es mucho más práctico. Su artículo podría titularse con propiedad “Manual práctico para robar una elección en la mesa de sufragio” y merece una reseña.

Barba –a quien García nombró su embajador en Panamá– explica que los personeros sirven –aparte de su obvia función de defender a su partido– “también para hurtar furtivamente tantos votos como sea posible”. Sugiere a continuación dos líneas de acción: “En los cerros de Lima y sus alrededores hay cerca de 2 millones de votos con un marcado desinterés político; lo cual quiere decir que quienes pueden terminar confeccionando el acta final de escrutinio son los personeros de los partidos políticos”.

Explica que esas actas “donde casi todos los electores han votado por una determinada opción, o donde dos partidos se han dividido matemáticamente los votos, son claramente fraudulentas, pero absolutamente válidas”. Sugiere luego que, usando la información de las encuestas, los partidos pueden entrenar personeros “para que las mesas con votación desfavorable sean nulas (basta agregar un dígito)”. En cambio –prosigue– “en los distritos totalmente favorables, los personeros serán capacitados para evitar cualquier nulidad”. Barba recuerda a los interesados que está en juego no sólo una ardiente disputa ideológica sino dinero contante y sonante: “Una campaña es una inversión muy grande en todo sentido, y todo esto se irá al tacho si en la última y decisiva batalla, que es la hora de contar los votos, no estamos allí”. Una vez explicado cómo perpetrar el fraude, remata con un sibilino: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.

Un consejo al equipo de Susana: se requiere una movilización para reclutar los 36 mil personeros que impidan que se robe el triunfo popular y para eso son útiles las redes sociales. Convertir las simpatías por Susana en participación activa.

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