Por Carlos Castro
Un colega, amigo de esta casa periodística, nos llamó al día siguiente de la difusión del audio para preguntarnos por qué habíamos privilegiado la denuncia del retorno del chuponeo y no el contenido de la conversación entre Lourdes Flores y su asesor Xavier Barrón. Una inquietud que ha sido parte del debate electoral esta semana, de los programas periodísticos y de las redes sociales.
Vayamos por el principio. La interceptación telefónica, o chuponeo, fue una de las armas que utilizaron Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos contra los líderes políticos, sociales y periodistas de oposición. Fue parte de su guerra sucia en la que, irónicamente, terminaron embarrados cuando se difundieron los vladivideos y el país se enteró de la podredumbre en la que se revolcaban. Dar a conocer a la sociedad los audios o videos de ambos personajes fue entonces una tarea de profilaxis social por parte de las autoridades judiciales.
Un segundo momento fue el de los petroaudios: conversaciones que revelaban lobbies y negociados en los que se movían algunos ex ministros, funcionarios públicos, jueces y hasta fiscales, y que representó uno de los momentos más críticos en la administración de García. Si bien eran audios grabados ilegalmente, la difusión se justificaba. Se trataba de funcionarios del Estado que andaban en correteos no muy santos. Como en el caso de Montesinos, al final, los responsables del chuponeo fueron descubiertos y hoy algunos de ellos están detenidos y otros con arresto domiciliario, en un proceso que anda cojo por los tres lados: en el Congreso, la Fiscalía y el Poder Judicial.
¿Lo de Lourdes tiene la dimensión de los dos casos anteriores? Evidentemente no. Se trata de una conversación entre una candidata a la alcaldía y el lenguaraz de su asesor. Ofuscada, golpeada por una campaña electoral que le comenzó a ser adversa, LF lanza frases inapropiadas para una política que aspira llegar a la alcaldía. Tampoco se le escucha reaccionar y parar a Barrón cuando se ofrece a hablar con Alfredo Torres en su afán de cambiar los puntos de la encuesta de Apoyo que la ubicaba en segundo lugar. Más allá de ello sigue siendo un diálogo privado, exento de negociados o visos de corrupción. Su grabación y difusión es el anuncio de lo que se viene en las elecciones presidenciales, un escenario que de continuar, dice el ex procurador anticorrupción José Ugaz, “va a ser espantoso”.
¿Le han afectado a Lourdes los audios? Una encuesta exclusiva de La República, realizada el miércoles, jueves y viernes por la PUCP y que publicamos en esta edición, confirma la tendencia de otros sondeos y extiende la distancia entre ambas candidatas. Susana Villarán se consolida en el primer lugar: con cédula alcanza 32% mientras Lourdes se queda en 26%. Con cartilla, cuando se incluye su nombre, SV trepa a 43% y su rival solo llega a 28.%
Es posible que en esta ventaja algo tengan que ver los audios, pero la sensación que nos deja el sondeo es que, como ha ocurrido en otros momentos de su vida política, son los errores de Lourdes los que le pasan factura. Su cercanía con César Cataño, investigado por narcotráfico, el endurecer su discurso para marcar “la raya” entre la “modernidad” y el “atraso” y tratar de involucrar a Susana con grupos radicales de la izquierda –más el pésimo favor que le hicieron los correos y expresos– contribuyeron a que los limeños dejen de verla como su alcaldesa y se volcaran las simpatías a la candidata de Fuerza Social. ¿Qué pasará el 3 de octubre? Difícil dar un pronóstico definitivo. Queda un nuevo debate entre ambas, pero por ahora, si nos atenemos a las últimas encuestas, Susana Villarán está más cerca de convertirse, por méritos propios, en la primera mujer en llegar a la alcaldía de Lima. Hasta la próxima.
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