.Por Antonio Zapata
Algunos alcaldes están de salida, y afortunadamente terminan períodos marcados por la desidia e incapacidad. La ciudadanía observa con alivio su partida, pero espera poco de los venideros. Este desaliento se explica porque la calidad de los gobiernos locales es muy desigual y queda la sensación que siempre puede ir peor.
Por ejemplo, el actual alcalde de Lima no ha terminado el Metropolitano y lo dejará sin entrar plenamente en funcionamiento. Además, ha gastado la friolera de tres veces el presupuesto original; encima aspira a un cargo mayor, como es la Presidencia de la República, y su campaña enfatiza en su capacidad gerencial. Es para no creerlo, ¿cómo pretende ser eficiente quien gastando el triple no inaugura la obra antes de las elecciones de fin de mandato?
Otro tema es la inseguridad ciudadana. Todas las encuestas subrayan que se ha convertido en uno de los peores males de la vida urbana en el Perú de hoy. La delincuencia campea y pocos alcaldes hacen algo efectivo para evitarlo. Ante ello, los alcaldes de la provincia más peligrosa del país, que corresponde a El Callao, pretenden la reelección o incluso desean cargos más elevados en la región. Son el grupo de “Chim Pum Callao”, que lidera el hoy defenestrado candidato Alex Kouri. Además, las encuestas revelan que lograrán su cometido, mostrando que en El Callao la gente prefiere malo conocido antes que bueno o pésimo por conocer.
Es una situación inversa a la trujillana, donde el jefe policial que colaboraba con el alcalde ha sido cambiado por el gobierno, para que se debilite la campaña de Acuña a la reelección. En este caso, recuperar el municipio trujillano importa más que la seguridad de la población.
Por otro lado, destacan obras poco importantes que no encaran problemas urbanos, pero cuestan bastante. Por ejemplo, en varios distritos de clase alta de Lima, como San Isidro entre otros, se han reparado las veredas en esquina, dotándolas de coquetos ladrillos rojos. Para realizar esta obra, el municipio viene demorando una eternidad y el resultado es poco útil. Los ladrillos son débiles y empiezan a deteriorarse con el uso cotidiano, como evidencia una obra semejante en el Centro de Lima hecha por el actual alcalde. Las veredas reemplazadas estaban en buen estado, disponían de jardines, hoy anulados y tenían equipamiento urbano, como basureros, que han desaparecido. Gastar para empeorar.
Buena parte de las dificultades derivan de la ley municipal que fragmenta el presupuesto provincial y obliga a cada distrito a gastar el 100% de sus recursos en su propia localidad. Por ello, el distrito pobre seguirá eternamente sin inversiones suficientes, mientras que el municipio rico tiene que gastar su plata en obras que quizá no requiera. No puede haber redistribución, la ley lo prohíbe. Así, se entiende la impotencia de alcaldes de distritos necesitados y la frivolidad de los de municipios poderosos.
Quien construya mecanismos metropolitanos capaces de superar esta fragmentación habrá cimentado una labor municipal con sentido. Es un punto clave y alegra saber que Susana Villarán lo tiene claro. En efecto, su programa busca reforzar fondos e instrumentos de financiamiento y gestión que trabajen para el conjunto de la región.
En este momento, Susana sube como espuma y su ritmo de crecimiento le ha permitido retar a Lourdes, que luce estancada y hasta hace poco parecía segura ganadora. Aún quedan cuatro semanas que son claves en electorados tan volátiles como el peruano. Casi todos los taxistas apoyan a Villarán y ellos son el barómetro de cada elección. Si lograra penetrar en los conos tendría el camino abierto al triunfo. Mi pronóstico es que si no gana, empata.
EL CONTRATO QUE ACEPTO:
ResponderEliminarAcepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente, en cambio tolero que se haga lentamente inhalando o ingiriendo sustancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.
Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el de defensa. Entonces acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y así permitir a la economía mundial seguir avanzando.
Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque es una energía muy costosa y contaminante y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía. Acepto que sería nuestra perdición.
Acepto que la idea de la felicidad se reduzca a la comodidad, el amor al sexo y la libertad a la satisfacción de todos los deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz soy más consumo. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.
Acepto que el valor de una persona sea proporcional a su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.
Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que así pueda apreciar hasta qué punto nuestra situación es normal y cuánta suerte tengo de vivir en Occidente. Sé que mantener el miedo en nuestros espíritus sólo puede ser beneficioso para nosotros.
Acepto que los industriales, militares y jefes de Estado celebren reuniones regularmente para, sin consultarnos, tomar decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.
Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que explícitamente se me avise. Acepto que el cultivo de OGM (Organismos Genéticamente Modificados) se propague en el mundo entero, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos, almacenar ganancias considerables y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.
Acepto la idea de que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de una conciencia y de un lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.
Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.
Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces en los ríos y en nuestros océanos. Acepto el aumento de la polución industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza.
Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.
YA NO SOY IDIOTA,POR ESO LE DIGO NO HA ESTE CONTRATO...