REGRESO DE PORTER
.Por Humberto Campodónico
El año pasado Michael Porter, el gurú de la competitividad, vino al Perú e hizo una serie de críticas al “modelo peruano”. Dijo, por ejemplo, que a pesar del crecimiento de los últimos años, el país era demasiado dependiente de las exportaciones de materias primas con poco valor agregado y, en lo social, que persistían altos niveles de desigualdad que afectaba a amplios sectores de la población.
Las críticas furibundas a Porter no se hicieron esperar. Se le dijo que no conocía el país, que su análisis era sesgado y, también, que algunas de sus cifras eran falsas. En síntesis, que se vaya con su música a otra parte, que por acá todo está muy bien.
Es por eso una grata sorpresa que Michael Porter esté nuevamente en el Perú invitado al CADE 2010 con la conferencia “Una nueva estrategia económica para el Perú”. Pareciera que va tomando fuerza la idea que el actual crecimiento económico no es sostenible, tal cual, en el largo plazo; motivo por el cual hay que transitar por los senderos de la competitividad, que es el tema central de este evento.
El planteamiento de Porter rompe con el enfoque de las ventajas comparativas del economista inglés David Ricardo a principios del siglo XIX (después ampliado por otros economistas), que afirma que los países deben producir aquellos bienes en los cuales tienen una buena dotación de factores (capital, tierra, mano de obra). Esto lleva a la especialización de los países en la producción de esos bienes y, también, a una determinada división internacional del trabajo.
Así, por ejemplo, el Perú se inserta internacionalmente como exportador de materias primas, que representan el 70% del total de exportaciones. En los países desarrollados, también llamados industrializados, la cosa es exactamente al revés: el 80 a 90% de sus exportaciones son productos manufacturados.
Para Porter lo importante es que los países busquen su ventaja competitiva (VC), lo que ocurre cuando una organización o empresa adquiere o desarrolla atributos que le permiten superar a sus competidores. Y eso depende de la productividad con la cual una nación usa sus recursos de capital, humanos y de recursos naturales.
Esta competitividad debe buscarse en todas las ramas empresariales, desde la explotación de recursos naturales hasta los nuevos productos que utilizan las tecnologías de la información y del conocimiento. Agrega Porter que la productividad de las industrias domésticas o locales es fundamental para la competitividad, no solo la de las exportaciones industriales.
Así, “la competitividad no se hereda, no depende de la coyuntura económica ni se puede importar como un paquete llave en mano. Lo que hace próspero a un país es la capacidad de las empresas para alcanzar elevados niveles de productividad; es decir, la capacidad para usar con eficiencia e innovando permanentemente, la mano de obra, los recursos naturales y el capital”.
El enfoque de Porter tiene componentes macro y microeconómicos y pone énfasis en la necesidad de instituciones. En su famoso “diamante” analiza las condiciones de los factores, de la demanda, de las industrias de apoyo, de las estrategias de las empresas y, del rol del gobierno.
Finalmente, Porter dice que “hay una fuerte conexión entre el desarrollo económico y el desarrollo social. Mejorar la competitividad y reducir la pobreza requiere mejorar, simultáneamente, el contexto económico y el contexto social”. Como se aprecia, estamos bien lejos de la “teoría” del “chorreo”, que vendría como corolario de la eficiente asignación de recursos por el “libre mercado”.
La vuelta de Porter al Perú tiene gran importancia en CADE pre electoral. La cuestión es que sus aportes sean escuchados por los candidatos presidenciales y, sobre todo, que los hagan uno de los elementos centrales de sus planes de gobierno
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