CESAR LEVANO
El lunes 22 escribí, bajo el título “Una guerra asimétrica”, un análisis respecto al gran desafío que enfrentan las fuerzas democráticas en las elecciones de 2011, y critiqué, por encima de declaraciones retóricas, la falta de voluntad unitaria de la izquierda.
Parece que acerté porque he recibido copiosa correspondencia aprobando mi texto. “Permítame expresarle mi pleno apoyo a su columna de hoy”, me expresa un ciudadano, que prosigue: “Voy a tomarme la libertad de difundirlo. Usted ha dado en el clavo sobre lo pernicioso del oportunismo en la izquierda peruana”.
Otro compatriota, radicado en Génova, Italia, quien indica que lee asiduamente esta columna a través de Internet, coincide en ese juicio. Generosamente, el paisano dice que me felicita por ser “una luminaria para todos los peruanos que anhelan una patria más justa”. Luego va al fondo de la cuestión: “Es una gran pena que la izquierda no se ponga de acuerdo para las elecciones generales. El ir divididos es parte de una cultura que arrastramos desde mucho tiempo”.
O sea que desde territorios muy distintos y distantes llega un apoyo a mi crítica respecto a la tardanza de un acuerdo de las fuerzas de izquierda, democráticas y progresistas, que ya están aburriendo con sus declaraciones, coqueteos y preanuncios. La santa paciencia resulta abusiva. Estoy seguro de que muchos ciudadanos se sienten exasperados por los largos cubileteos, que no orientan, ni movilizan, ni entusiasman.
“Se informa”, escribí el lunes 22, “que la izquierda y Ollanta Humala siguen debatiendo. Debiera indicarse también por qué razones no arriban a un acuerdo. El simple hecho de la reticencia o el silencio hace sospechar lo peor: que algunos de los partidos de izquierda, guiados por la soberbia, estén exigiendo alto cupo de curules”.
Me hubiera gustado ser desmentido por los aludidos. Sin duda no poseo autoridad especial para exigir información autorizada; pero las reacciones que he citado indican que la preocupación es compartida por muchos peruanos, en el Perú y en el exterior.
“Cuánta falta nos hace un Alfonso Barrantes, con su capacidad de convencimiento, su sencillez para decir este es el programa de la Izquierda, su parsimonia, más pena me da que Susana haya defraudado a muchos electores. La unidad es una oportunidad que se pierde, persistiremos en el siguiente periodo”, expone mi interlocutor desde su lejanía genovesa.
Los partidos de izquierda tienen grave responsabilidad en la búsqueda de una coalición democrática. Entre otras cosas, deben imponer su autoridad política y orgánica, y frenar las ambiciones menudas y condenadas al fracaso de muchos de sus mílites. Tienen que entender y enseñar lo que está en juego y la dimensión del enemigo.
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