CESAR LEVANO
El presidente Alan García desestimó ayer las revelaciones de WikiLeaks, pues considera que consisten en “chismografía de atorrantes”. Como se sabe, los mensajes secretos filtrados por WikiLeaks provienen de embajadores de Estados Unidos. A todos ellos, García los califica con el argentinismo de “atorrantes”, es decir, vagos, desfachatados.
Lo cierto es que la información desvelada por WikiLeaks es considerada en el mundo entero como valiosa y necesaria. Así, El País de Madrid publicó el domingo último un extenso análisis de tres páginas titulado: “Lo que de verdad ocultan los gobiernos. El interés por los papeles de WikiLeaks se explica porque revelan como nunca antes hasta qué grado los políticos de Occidente han estado engañando a sus ciudadanos”.
En otra sección, el diario revela que Washington presionó al régimen español para defender los organismos genéticamente modificados. “La embajada (de Estados Unidos) medió a favor de Monsanto en contra de las posiciones de la Comisión Europea”.
No es chismografía de atorrantes. Entran en juego, en ese caso, los intereses de Monsanto, una transnacional de la agroquímica que atenta contra la biodiversidad, arruina suelos y amenaza la vida humana.
Por algo la Casa Blanca y el Departamento de Estado persiguen y amenazan a Julian Assange, el periodista australiano que creó WikiLeaks.
Paul Steiger, veterano periodista que escribía sobre finanzas en Los Ángeles Times y fue director de información en The Wall Street Journal, acaba de precisar, respecto a WikiLeaks: “La información ya no es un monopolio en manos de unos pocos, sino un ecosistema en el que hay más jugadores”.
Steiger no es ningún atorrante. Hace tres años lanzó lo que ha sido calificado como una de las propuestas periodísticas más atrevidas del siglo XXI: ProPublica, plataforma dedicada al periodismo de investigación, financiada estrictamente mediante donaciones. Sus trabajos han sido publicados en grandes medios y en su corta vida ha obtenido 28 premios de periodismo, incluido un Pulitzer.
Las que sí merecen el epíteto de atorrante son las declaraciones del primer mandatario formuladas ayer respecto a las elecciones de 2011. Fueron una obra maestra de sinrazones. Quiso negar que la maratón del domingo último, que sirvió de plataforma a la penosa candidata Mercedes Aráoz, fuera un acto oficial. Si no lo era, ¿qué hacía él allí? Si no lo era, ¿por qué entregó él los premios de la carrera?
Ayer, García insistió en su intromisión electoral. Habló del debate Aráoz-Toledo a realizarse en Bagua como si fuera personero de la candidata y hasta osó manifestarse de acuerdo en que un segundo debate se realice en Punta Sal. “Entiendo que la candidata está dispuesta”, expresó el personero; perdón, quise decir el presidente.
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