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.Por Roberto Ochoa B.
Editor de Sobreruedas
Decir que el “gasohol” es un combustible ecológico es una mentira más grande que el edificio del Banco de Crédito. Lo cierto es que sembrar caña y palma aceitera para producir biocombustibles en un país de limitado espacio agrario como el Perú es un delito de lesa humanidad.
Más cierto aún es que el Grupo Romero se equivocó cuando apostó por invertir en proyectos como el de Caña Brava, en Piura. El mismo Dionisio Romero reconoció su disconformidad con este proyecto en la entrevista que concedió al diario decano, en la que además reveló que acudió a Palacio de Gobierno para pedir a su amigo Alan García algunos beneficios para recuperar su inversión.
Alan cumplió y ahora los peruanos estamos obligados a consumir el “gasohol” de Caña Brava, pagando un plus de S/. 0.20 por cada galón de una mezcla que afecta el motor y reduce la eficiencia del consumo de combustibles. Lo importante para AGP es cumplir con el axioma de que Grupo Romero nunca pierde. Perdemos los consumidores.
Todo un faenón al ritmo del Cuy Mágico.
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