» El establo de Augías18 de octubre de 2011 ZAPATA
En ocasiones, la mitología clásica provee de figuras que ayudan a entender los fenómenos políticos. En este caso, pretendo comparar una de las tareas de Hércules con la situación actual del Pronaa. En realidad, busco reflexionar sobre la responsabilidad del Estado para alimentar a la población más pobre del país. Para comenzar, cabe indicar que los trabajos de Hércules eran una penitencia, estaba pagando una mala conducta de su linaje. Igual el Estado peruano tiene que alimentar a los más pobres como castigo, por haber permitido un modelo de desarrollo que condena al hambre a amplios sectores marginados. En ese sentido, el antecedente del gobierno actual es el olvido histórico de las zonas rurales campesinas.
Por su parte, la sexta tarea de Hércules consistió en limpiar en un solo día el establo del rey Augías, quien tenía los mayores rebaños de Grecia antigua. Este monarca había sido favorecido por los dioses alejando para siempre las enfermedades de sus animales. Por ello, nunca había limpiado su establo, que era una inmensa aglomeración de ganado en medio de la cochinada. De alguna manera, parecido a un almacén del Pronaa, donde se concentran los alimentos antes de ser repartidos, en recintos cerrados –aunque sin protección de los dioses– atacados por miles de roedores, que los trabajadores alejan usando pesticidas, tan peligrosos que de mezclarse con los alimentos ocasionan la muerte.
Limpiar esos almacenes y sanear la cadena de distribución parece tarea de Hércules. Sobre todo porque genera oportunidades para la corrupción. Los abastecedores del Pronaa piensan que necesitan apoyo político para concretar sus contratos. Por ello están dispuestos a sobornar y algunas autoridades han venido aceptando esos sobornos regularmente. Así, encontramos un sistema de difícil limpieza, tanto por suciedad física como moral.
Además, Hércules tenía que limpiar el establo en un solo día. No tenía tiempo, estaba obligado a la rapidez. La misma celeridad que hoy en día requiere el gobierno. Como todos sabemos, alimentos donados por el Pronaa han terminado con la vida de tres niños en un caserío de Cajamarca. Esto no puede seguir y se ha dispuesto la reorganización de la entidad, que ahora se halla en el Ministerio de la Mujer y mañana será transferida al nuevo Ministerio, aún por estrenar, de la Inclusión Social.
El procedimiento de Hércules podría servir como inspiración. Lejos de pretender barrer con escoba y trapo, el héroe griego desvió un río y construyó un canal hasta el establo. Luego, las aguas hicieron el trabajo y todo quedó limpio en un santiamén. Así tendría que hacer el Estado, terminar rápido con esa cadena de distribución que no conduce a nada bueno. Paralelamente, darle continuidad a la función de contribuir con la alimentación de los marginales, pero hacerlo de una manera más limpia, que se organice desde el nuevo Ministerio de la Inclusión Social.
Se podría transferir dinero líquido, como se hace en el programa Juntos, para que madres de familia responsables de una serie de obligaciones sociales puedan financiar sus necesidades básicas y de paso integrarse al mercado local. La otra posibilidad es repartir cupones, como se hace en muchos países, para que los beneficiarios los canjeen por alimentos directamente en las tiendas de la localidad. Como nada es perfecto, ambas soluciones tienen defectos. Pero cumplen el sentido de la tarea de Hércules: limpiar en un día y entregar un sistema que haga lo mismo, reduciendo corrupción y sin más muertes que lamentar.
Para terminar con la historia del héroe griego, resulta que Augías se negó a pagar por la limpieza; al contrario, desarrolló una lucha sin sentido que lo llevó a perder su trono. Así tendría que hacer el Estado: terminar rápido con esa cadena de distribución que no conduce a nada bueno.
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