Por Marilia Pastor¿Es usted de los que cada mañana se levanta temprano y prepara la lonchera de los chicos? ¿Les pone un recipiente con agua o una botella de gaseosa? ¿Y ellos prefieren una hamburguesa o una ensalada de frutas? ¿Queso fresco o hot dog? Ya conocemos la respuesta mayoritaria a estas preguntas. Todos estos alimentos forman parte de la dieta cotidiana de los niños, pero es necesario tener en cuenta que gaseosas, hamburguesas y salchichas contienen preservantes –aditivos químicos cuya función es alargar la vida de un producto– que pueden causar desde hinchazones, alergias, gastritis hasta el temido cáncer. Estas dolencias se pueden desarrollar si se ingieren, todos los días, embutidos, alimentos preparados con conservas de pescado y de carne, yogures y gaseosas.Enfermedad del cangrejoCitando recientes investigaciones científicas, la nutricionista Roxana Fernández sostiene que algunos de estos aditivos introducidos en los alimentos influyen en la aparición de tumores. “Especialmente los que se encuentran en los embutidos (salchichas, chorizo, jamón, jamonada) y empacados, los snacks, las gaseosas y las bebidas rehidratantes. El consumo excesivo de estos productos a la larga es clave en el desarrollo del cáncer al colon”, sostiene Fernández. Los preservantes considerados cancerígenos son el nitrito de sodio (E250) y el benzoato de sodio (E211). El primero lo podemos encontrar en embutidos y enlatados, mientras que el segundo está en gaseosas y jugos de frutas. En el caso del nitrito, la nutricionista Geraldine Maurer subraya: “Hace años se ha demostrado que su consumo puede desarrollar cáncer. En el estómago, se unen con aminoácidos formando nitrosaminas o nitrosamidas, sustancias que están relacionadas con la aparición de ciertas neoplasias como el cáncer al estómago, tumores pulmonares, de hígado, riñones, páncreas, esófago y vejiga”.La Food and Drug Administration (FDA), responsable de la regulación de alimentos en Estados Unidos, no ha inscrito el nitrito dentro de la lista de aditivos aptos para el consumo humano, a pesar de que se encuentra en el 10% de la carne de vaca envasada que se vende en dicho país. Entonces, ¿por qué se sigue permitiendo su uso? “Porque está demostrado que el nitrito disminuye el riesgo de contraer botulismo y para algunos especialistas la posibilidad de un cáncer es menor”, explica Maurer con preocupación.Está confirmada la relación entre el benzoato de sodio y el cáncer. Por sí sola, esta sustancia no causa el mal; pero al combinarla con vitamina C (otro ingrediente presente en jugos y gaseosas) forma el benceno: un conocido químico cancerígeno. Otro efecto, según un estudio de la inglesa Food Standards Agency publicado este año en el diario The Guardian, es la hiperactividad en los niños que lo ingieren junto a determinados colorantes (conocidos como E110, E104, E122, E129, E102 y E124) presentes en las golosinas. El benzoato de sodio, cuyos mayores fabricantes son los Países Bajos, EEUU, Estonia y China, no solo se utiliza en la industria de alimentos. Entre el 30 y 35% de su demanda total se destina a la manufactura química como un agregado para la fabricación de anticongelantes de automóviles y, en menor cantidad, para aumentar la densidad y pureza de los plásticos. Además del cáncer, los preservantes agravan los trastornos que provocan el asma y las alergias. “Consumirlos todos los días te hace más susceptible a desarrollar otro tipo de enfermedades inflamatorias porque, en general, tu sistema inmunológico decae”, advierte la nutricionista Geraldine Maurer. Normas clarasLa industria de alimentos debe cumplir ciertas reglas para lanzar un alimento con preservantes. La más importante es no sobrepasar la dosis máxima permitida por producto establecida por la Comisión del Codex Alimentarius. Por ejemplo, en el caso del benzoato de sodio su límite es de 0.1%. Si no se cumpliera cambiaría el sabor (volviéndolo ligeramente amargo) y podría afectar directamente la salud del consumidor. Cada empresa certificará que su producto ha superado las exigencias del registro sanitario como controles de crecimiento de microorganismos, putrefacción, entre otros, que se necesitan para determinar la fecha de caducidad. Si bien existe una relación entre esta y la introducción de preservantes, la vigencia variará en función de cada alimento.Vida sana¿Gaseosas? Prohibidas. ¿Embutidos? Ni pensarlo. ¿Yogures? Olvídese de ellos. Si prácticamente la mitad de lo que comemos puede causarnos alguna enfermedad, ¿qué podemos hacer? Los especialistas consultados recomiendan un cambio radical: seguir una dieta a base de productos “artesanales”. Es decir, 100% ecológicos. Según Fernández, debemos imitar el estilo de vida pre era industrial y basar nuestro menú en alimentos naturales como las frutas y verduras minimizando los empacados. Las hortalizas deben de haberse cultivado de forma tradicional; es decir, libres de pesticidas o aditivos químicos (preservantes, edulcorantes o antibióticos). “De preferencia hay que consumir los que tienen certificación orgánica. Que sea hidropónico o de invernadero no significa que no usen químicos”, advierte. Ya lo sabe, aunque resulte más sencillo darles a los chicos este tipo de productos para que se alimenten en el colegio, tenga en cuenta que a la larga puede provocarles un daño irreversible. Está advertido.
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