La industria ha sido el sector más afectado por la crisis económica. La producción industrial se ha reducido en - 9% en los nueve primeros meses del año. El empleo industrial, en 6%, lo que significa decenas de miles de personas sin trabajo.
Varias causas explican esta fuerte caída. Una primera es que la demanda internacional ha disminuido con la crisis. Hoy se compran menos polos y chompas en Estados Unidos y otros países, y eso incluye las confecciones peruanas. Otra causa ha sido el “espíritu animal” de los inversionistas: la inversión privada ha caído 20% y, a consecuencia, la industria peruana de bienes de capital ha reducido su producción en más de 50%. El Plan de Estímulo, llamado más popularmente Plan Anti-Crisis, no ha logrado contrarrestar estas dos fuerzas recesivas, porque ha sido tardío y mal orientado.
Pero hay una tercera fuerza que no debemos menospreciar: la reducción de la competitividad de la industria y el agro nacionales. La reciente caída del dólar, permitida por la inacción del BCR, es clave en este sentido. Si el dólar está a 2.80 en vez de 3.20 como hace 8 meses, eso quiere decir que un producto peruano llega a Estados Unidos a un precio 13% mayor.
Mirando a China y a Harvard
Mientras tanto, el producto chino llega a Estados Unidos al mismo precio: China no ha dejado que su moneda se revalúe con respecto al dólar, cosa que al principal admirador peruano de China, el presidente García, parece habérsele pasado del radar. En cualquier parte del mundo, incluido el Perú, en los últimos 8 meses un producto peruano se ha encarecido en relación a uno chino o estadounidense en 13%. En plena crisis, cuando los consumidores del mundo entero compran menos y buscan formas de ahorrar, nuestros productos resultan más caros.
Eso significa que nuestra industria nacional puede vender menos, y como consecuencia produce menos y despide trabajadores. Miles de empleos se han perdido. También significa que los pequeños agricultores tienen que vender más baratos sus productos en el exterior, empobreciéndose.
Como hemos dicho, China no ha permitido algo así. Ha mantenido su tipo de cambio con el dólar, a pesar de que tienen un enorme superávit comercial y de las presiones norteamericanas para que revalúen el yuan.
Lo hacen por experiencia: en las últimas décadas, ese tipo de cambio competitivo le ha permitido a China un fenomenal crecimiento en base a la exportación de manufacturas. Hay también una investigación académica de Dani Rodrik, profesor de Desarrollo Internacional de Harvard, que establece que los países con tipos de cambio más competitivo crecen más.
Aranceles, anti-dumping y TLCs
Al mismo tiempo, los impuestos a las importaciones, que podrían defender el mercado interno para la industria y agro nacionales, han sido desmantelados. Carranza bajó los aranceles al mínimo poco antes de la crisis, y los TLCs los eliminan para importaciones de EEUU, Chile, China y, si se acepta, la Unión Europea.
Se dice que el TLC con China no afecta a nuestra industria textil, pero eso no es verdad: al declarar a la economía china como “economía de mercado”, las posibilidades de aplicar medidas antidumping se dificultan enormemente. No por gusto China presiona por que la consideren, mentirosamente, “economía de mercado”: para seguir inundándonos con sus productos subvaluados que quiebran nuestra industria, como bien lo dijo hace poco Peter Navarro, académico norteamericano, en su visita al Perú.
Pero claro, con este gobierno neoliberal extremo, tener más o menos posibilidades de aplicar medidas antidumping es en la práctica irrelevante. Aunque es masivo el dumping en los textiles de China e India, y en los productos agrícolas de EEUU, el gobierno no quiere aplicar salvaguardas.
Para quienes sí se han aprobado recientemente salvaguardas antidumping es para los biocombustibles. ¿Será casualidad que el grupo Romero esté involucrado en este negocio, defendiendo incluso leyes que nos obligan a consumir esos productos, y el Ministro de Comercio Exterior (¡precisamente¡) haya sido empleado suyo? La ideología neoliberal se aplica siempre que no se afecten los intereses económicos de los amigotes del régimen, ni un milímetro más allá. Más que neoliberales, como dice Francisco Durand, lo que tenemos son neo-rentistas.
La crisis internacional ha golpeado duramente nuestro agro y nuestra industria, y el gobierno ha permitido, absurdamente, que perdamos competitividad en este período. ¿Por qué? Lamentablemente padece una mezcla de ceguera ideológica y de anteojeras hacia los intereses del sector primario-exportador, a quien la competitividad no le importa porque con el oro a 1,100 dólares la onza y el cobre a 2,60 la libra, obtiene ganancias de miles de millones de dólares y los costos locales son casi irrelevantes.
Para promover el desarrollo industrial, la creación de empleos y la reducción de la pobreza, urge una nueva política que revierta la caída del tipo de cambio, establezca una mayor protección arancelaria y sea firme en el control del dumping.
Varias causas explican esta fuerte caída. Una primera es que la demanda internacional ha disminuido con la crisis. Hoy se compran menos polos y chompas en Estados Unidos y otros países, y eso incluye las confecciones peruanas. Otra causa ha sido el “espíritu animal” de los inversionistas: la inversión privada ha caído 20% y, a consecuencia, la industria peruana de bienes de capital ha reducido su producción en más de 50%. El Plan de Estímulo, llamado más popularmente Plan Anti-Crisis, no ha logrado contrarrestar estas dos fuerzas recesivas, porque ha sido tardío y mal orientado.
Pero hay una tercera fuerza que no debemos menospreciar: la reducción de la competitividad de la industria y el agro nacionales. La reciente caída del dólar, permitida por la inacción del BCR, es clave en este sentido. Si el dólar está a 2.80 en vez de 3.20 como hace 8 meses, eso quiere decir que un producto peruano llega a Estados Unidos a un precio 13% mayor.
Mirando a China y a Harvard
Mientras tanto, el producto chino llega a Estados Unidos al mismo precio: China no ha dejado que su moneda se revalúe con respecto al dólar, cosa que al principal admirador peruano de China, el presidente García, parece habérsele pasado del radar. En cualquier parte del mundo, incluido el Perú, en los últimos 8 meses un producto peruano se ha encarecido en relación a uno chino o estadounidense en 13%. En plena crisis, cuando los consumidores del mundo entero compran menos y buscan formas de ahorrar, nuestros productos resultan más caros.
Eso significa que nuestra industria nacional puede vender menos, y como consecuencia produce menos y despide trabajadores. Miles de empleos se han perdido. También significa que los pequeños agricultores tienen que vender más baratos sus productos en el exterior, empobreciéndose.
Como hemos dicho, China no ha permitido algo así. Ha mantenido su tipo de cambio con el dólar, a pesar de que tienen un enorme superávit comercial y de las presiones norteamericanas para que revalúen el yuan.
Lo hacen por experiencia: en las últimas décadas, ese tipo de cambio competitivo le ha permitido a China un fenomenal crecimiento en base a la exportación de manufacturas. Hay también una investigación académica de Dani Rodrik, profesor de Desarrollo Internacional de Harvard, que establece que los países con tipos de cambio más competitivo crecen más.
Aranceles, anti-dumping y TLCs
Al mismo tiempo, los impuestos a las importaciones, que podrían defender el mercado interno para la industria y agro nacionales, han sido desmantelados. Carranza bajó los aranceles al mínimo poco antes de la crisis, y los TLCs los eliminan para importaciones de EEUU, Chile, China y, si se acepta, la Unión Europea.
Se dice que el TLC con China no afecta a nuestra industria textil, pero eso no es verdad: al declarar a la economía china como “economía de mercado”, las posibilidades de aplicar medidas antidumping se dificultan enormemente. No por gusto China presiona por que la consideren, mentirosamente, “economía de mercado”: para seguir inundándonos con sus productos subvaluados que quiebran nuestra industria, como bien lo dijo hace poco Peter Navarro, académico norteamericano, en su visita al Perú.
Pero claro, con este gobierno neoliberal extremo, tener más o menos posibilidades de aplicar medidas antidumping es en la práctica irrelevante. Aunque es masivo el dumping en los textiles de China e India, y en los productos agrícolas de EEUU, el gobierno no quiere aplicar salvaguardas.
Para quienes sí se han aprobado recientemente salvaguardas antidumping es para los biocombustibles. ¿Será casualidad que el grupo Romero esté involucrado en este negocio, defendiendo incluso leyes que nos obligan a consumir esos productos, y el Ministro de Comercio Exterior (¡precisamente¡) haya sido empleado suyo? La ideología neoliberal se aplica siempre que no se afecten los intereses económicos de los amigotes del régimen, ni un milímetro más allá. Más que neoliberales, como dice Francisco Durand, lo que tenemos son neo-rentistas.
La crisis internacional ha golpeado duramente nuestro agro y nuestra industria, y el gobierno ha permitido, absurdamente, que perdamos competitividad en este período. ¿Por qué? Lamentablemente padece una mezcla de ceguera ideológica y de anteojeras hacia los intereses del sector primario-exportador, a quien la competitividad no le importa porque con el oro a 1,100 dólares la onza y el cobre a 2,60 la libra, obtiene ganancias de miles de millones de dólares y los costos locales son casi irrelevantes.
Para promover el desarrollo industrial, la creación de empleos y la reducción de la pobreza, urge una nueva política que revierta la caída del tipo de cambio, establezca una mayor protección arancelaria y sea firme en el control del dumping.
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