Quienes han venido siguiendo el estallido de propuestas electorales en enero harían bien en prestarle algo de atención al congreso aprista convocado para inicios de marzo, sin duda el principal evento partidario de la temporada. Podrán ver una gran confrontación democrática, y además obtener claves importantes para los dos próximos procesos electorales.
Un dato interesante es que cuatro años como partido de gobierno no han producido una unidad de criterios o ambiciones, sino más bien una fuerte competencia entre dirigentes. Esto se viene percibiendo desde las tempranas pugnas por la conformación de las delegaciones regionales, antesalas de las candidaturas para este octubre.
Las principales tendencias con alcance nacional son la del actual Comité Ejecutivo (Mauricio Mulder), la de Jorge del Castillo, y la de Omar Quezada. Sin embargo no se descartan tendencias-sorpresa. Los 500 delegados no están definidos, de modo que no han comenzado los pronósticos sobre un posible ganador.
Es poco probable una reelección de Mulder. Las bases del partido sienten que sus líderes partidarios en Lima no han logrado que el Ejecutivo le haga caso suficiente a la militancia. Además Mulder, parlamentario, está tocado por la atmósfera que cubre a todo el Legislativo. No se sabe cuán endosables serían sus votos si se retira.
La pugna Del Castillo-Quezada no llega a ser un match de tíos vs. jóvenes, o uno de Lima vs. provincias, pero se les parece. El ex premier encarna un deseo de volver a una autonomía partidaria frente a la derecha. El ex presidente regional encarna una segunda oleada de renovación generacional en el partido histórico.
¿Qué dice Alan García? Parece que en este caso no mucho. La experiencia de pasados congresos partidarios sugiere que su influencia, enorme como es, opera mejor como “poder suave” a la distancia que como abierta toma de posición. Después de todo, un congreso así es también una ventilación de reclamos y un memorial de agravios.
Si bien la tarea central del congreso es elegir directiva, el meollo de la cuestión es ganar municipios, regiones y, si se ofrece, la presidencia en el 2011. Lo cual va a significar que los 500 delegados tendrán que votar por las figuras que perciban con mayores posibilidades, un complicado ejercicio de vaticinio político.
Probablemente Quezada como secretario general y Del Castillo como candidato presidencial sean las mejores opciones para el Apra. Pero más importante que las figuras mismas será el grado de consenso que se obtenga para ir a las campañas electorales mismas. En ese redondeo final García ciertamente tendría mucho que decir.
Por Mirko Lauer
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