Uyuyuy. Lo que “Perú 21” ha publicado ayer en relación al robo de 21 millones de soles perpetrado en el municipio de Castañeda Lossio, tiene ribetes surrealistas.
Como se sabe, fue el diario audaz del grupo “El Comercio” el que descubrió hace semanas un hecho que comentamos en esta columna y que tenía que ver con un arreglo al que llegó la gente de Castañeda y la de “Relima”, la empresa encargada de recoger la basura de las calles.
Resulta que el municipio de este mudo tenaz –habrá un día que cante en sol mayor- le debía a “Relima” 36 millones de soles por servicios de limpieza no pagados.
La gentita de Castañeda, entonces, a nombre de Castañeda desde luego, en su representación por supuesto, le dijo a Relima: “te pago tus 36 millones de soles, pero en diez años”. Eso fue en diciembre del 2005.
Relima, que es una empresa con fama de peleona, aceptó, atracó, se agachó.
Los que supieron del tema, los poquísimos que supieron del tema, se preguntaron:
-¿Por qué Relima acepta el maltrato de ver una deuda pateada a diez años siendo que el Perú está próspero, Lima construye como loca y la deuda estaba reconocida como legal y válida por las autoridades ediles?
La respuesta llegó a los poquitos días, a los cinco días para ser precisos. Porque a los cinco días de decir “sí, acepto que me patees la deuda”, “Relima” cogió los papeles de la acreencia y le vendió la deuda total a una empresita fantasmagórica, menos que ínfima, pendencieramente nueva, llamada “Comunicore”.
¿Y en cuánto le vendió “Relima” a “Comunicore” la deuda de 36 millones de soles? En catorce millones y seiscientos mil soles. ¿Barato, verdad?
La venta estipulaba que “Relima” recibía sus catorce millones con seiscientos mil soles y que “Comunicore” se ponía a pelear con el municipio de Castañeda para ver si así obtenía plazos menores y cuotas más altas. Eso prometía ser una gran batalla.
Pero “Comunicore” no necesitó batallar con el municipio de Castañeda. No necesitó abogados ni procesos ni esperas.
A las dos semanas de haber comprado la deuda de “Relima”, los muy anónimos ejecutivos de “Comunicore” lograron una hazaña: ¡que el municipio de Castañeda les pagara la deuda total de un porrazo! Algo por lo que “Relima” había luchado por un largo tiempo.
De modo que Castañeda Lossio y su gentita giraron un cheque por 35 millones y 900 mil soles en favor de los rápidos y eficacísimos talentos de “Comunicore”.
Es decir que “Comunicore” se ganó, con la rapidez metafóricamente comparable a la de un escapero, con la astucia y firmeza de un cogotero de altas cualidades (perdonen la licencia literaria), “Comunicore”, digo”, se embolsicó 21 millones de soles y un buen sencillo de un solo zarpazo.
Parecía una sucia trama del cine silente, con el redundante mudo haciendo de Fairbanks y ninguna Perla White (pero sí muchas perlas) en el elenco.
Lo que ayer ha salido en “Perú 21”, sin embargo, potencia esta historia a la altura de “Cara cortada”, a los mejores guiones del cine negro.
El periodista Daniel Yovera ha descubierto que la tremendamente exitosa “Comunicore” decidió, después de recibir los 36 millones castañediles, cerrar.
¿Qué? ¿“Comunicore” decidió cerrar después de ese exitaso que la volvió millonaria con un solo cheque?
No sólo cerró. El directorio del éxito, el que había logrado que Castañeda pagara lo que siempre se había negado a pagar, se disolvió tres meses después de su hazaña. Y no sólo eso: el dinero obtenido fue enviado al extranjero (¿quizá porque afuera es más fácil reenviar y repartir en cuentas “off-choro”?).
Yovera ha llegado a revelar que los directores que, en marzo del 2006, reemplazaron a los originales en “Comunicore” fueron:
a)un cerrajero con estudios primarios y vecino de Comas, llamado Teodardo Rojas Aróstegui;
b)una señora iletrada que vive en una de las zonas más pobres de Comas y tiene el nombre de Margarita Esteban Aróstica (nombrada gerente general de “Comunicore”);
c)un vendedor ambulante, también domiciliado en Comas, llamado Joel García, el que fue nombrado “presidente del directorio” de “Comunicore”.
Pero hay más en este festín de carcelerías futuras: estos tres personajes –el honesto cerrajero, la venerable ama de casa sin estudios, el pundonoroso vendedor ambulante- se fueron un día a una notaría de La Oroya –sí, de La Oroya- y borraron el nombre de la empresa.
Por eso es que en mayo del 2006 “Comunicore” dejó de existir y fue reemplazada por “Esaróstica Contratistas Generales” (“Esaróstica” es una obvia variante de Aróstica, el nombre de la inverosímil gerente, vecina de Comas, que ahora no da la cara).
La empresa hasta cambió de domicilio.
¿Y qué domicilio dio esta esdrújula e inexplicable “Esaróstica Contratistas Generales”?
Pues en esa notaría de La Oroya dio una dirección que es la misma en la que hoy despacha –nos cuenta Yovera- el señor Miguel Garro Barrera, que fuera gerente financiero de “Relima” en la época del trato con Castañeda.
¿Y los concejales humalistas, qué dicen?
¿Y los concejales apristas, dónde están?
¿Alguien ha visto a ese simulacro de contralor que nos clavó García?
¿Y los medios, en general, cómo pueden callar cosas como estas?
Castañeda quiere ser presidente de la República.
Si Castañeda llega a la presidencia, el más feliz será Alan García. Porque Castañeda es la garantía de que a García no lo investigarán, con lo que habrá llegado a la marca mundial de obtener una segunda impunidad.
Mientras esa trama se mueve, Kouri, el hermanito de Beto, el que le pidió a Montesinos que favoreciera a un pariente cercano acusado por narcotráfico, desea llegar a la alcaldía de Lima.
Si Kouri llega a la alcaldía de Lima, el más feliz será Luis Castañeda Lossio. Porque la llegada de Kouri –el artista de Convial, el mago de la remodelación de la avenida Gambetta, el horrísono contertulio de Montesinos en el SIN- garantiza que Castañeda no será investigado desde el municipio que la banda del SAT ha deshonrado.
Kouri protegiendo a Castañeda. Castañeda protegiendo a García. Esa es la jugada.
Mientras tanto, distraigamos –dicen estos forajas- al público con Jaime Bayly, que lo único que no ha dicho es que fue un fujimorista eficaz y medroso (y hay pruebas escritas al respecto).
Distraigamos a la gente –dicen los forajas.
“No vaya a ser –añaden- que la gente se empiece a fijar en “Relima” y en los cubos de basura. Porque la basura, por lo general, apesta.
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