La Conferencia de Cancún puede decirse que tuvo un resultado ambivalente.
Muchos consideran que revive el espíritu de multilateralismo, tras el estruendoso fracaso de Copenhague el año pasado, pero también ha estado muy lejos de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.
La conferencia de Cancún facilitó a los países desarrollados pasar del Protocolo de Kioto y su régimen vinculante de compromisos en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a un sistema voluntario en el cual cada país sólo hace promesas. Reconoció, además, los objetivos de reducción de emisiones que los países desarrollados enumeraron en el Acuerdo de Copenhague.
El mundo está en vías de aumentar la temperatura de 3° a 5° centígrados, lo que conduciría a una catástrofe. Pero aun cuando el texto de Cancún preparó el terreno para que los países desarrollados pudieran hacer el “gran escape” a sus compromisos, introdujo nuevas disciplinas para los países en desarrollo, que ahora están obligados a presentar sus planes y objetivos de mitigación en materia de cLima.
Es el primer paso de un plan de los países desarrollados para lograr que los países en desarrollo establezcan sus objetivos de mitigación como compromisos en sistemas nacionales, de manera similar a los sistemas arancelarios de la Organización mundial de Comercio. El texto de Cancún también los obliga a notificar sus emisiones nacionales cada dos años, así como sus medidas en materia climática y los resultados de sus acciones para evitar emisiones. Esos informes estarán sujetos a un escrutinio exhaustivo por otros países y por expertos internacionales.
El texto de Cancún da mucho espacio a los detalles de esos procedimientos de “monitoreo, información y verificación”, así como a la “consulta y análisis internacional”.
En síntesis, los países en desarrollo hicieron una gran cantidad de concesiones, mientras que los países desarrollados lograron reducir sus obligaciones. Cancún podrá ser recordado como el lugar donde el régimen de las Naciones Unidas sobre el cLima cambió sustancialmente, de forma tal que los países desarrollados serán tratados cada vez con mayor benevolencia mientras que a los países en desarrollo se les pide que aumenten sus obligaciones.
Un cuidadoso análisis del texto de Cancún descubrirá que puede haber dado un estímulo al sistema multilateral, pero también que fracasó en salvar al planeta del cambio climático y ayudó a pasar la carga a los países en desarrollo.
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