viernes, 17 de diciembre de 2010

LOCURAS DEL PODER

CESAR LEVANO



Hace poco reprodujimos párrafos del discurso que Gabriel García Márquez pronunció al recibir el Premio Nobel de Literatura 1982. En ese texto se ve que en América Latina hay una tradición de gobernantes y políticos que andan mal de la cabeza.

Dijo García Márquez en tal ocasión:

“La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina.”

También en otras latitudes se han dado casos de gobernantes locos. Nerón, el emperador que incendió Roma con él adentro y que murió gritando: “¡qué gran artista pierde el mundo!”. O Heliogábalo, el emperador travestido que se hizo proclamar señora y emperatriz, y reunió el Senado de Mujeres, que discutía de modas femeninas. Hay otros peores. Algunos suponen que Hitler era un trastornado que se creía genio militar, y desató una guerra en que murieron millones de personas.

Ahora resulta que un embajador de Estados Unidos, James Curtis Struble, informó al Departamento de Estado, en diciembre de 2006, cuando Alan García acababa de asumir por segunda vez la presidencia del Perú, que éste padece de un “ego colosal y trastornos maníaco-depresivos o desórdenes bipolares”.

Claro que el embajador Struble no es psiquiatra, y se basaba en comentarios. La condición bipolar de García es, por lo demás, visible: puede pasar de la depresión más aguda a la más jocunda euforia.

Tampoco es un secreto que para estabilizar su ánimo consume litio. Eso demuestra la gravedad de su caso. Es doloroso que un ser humano sufra esa alteración.

Hay hechos que demuestran una peligrosa falta de equilibrio. La orden de matar en los penales, en 1986, o en Bagua, dos años atrás, es síntoma de un mal muy hondo. Igual se puede decir del episodio en que presentó a un hijo hasta entonces ignorado, haciendo concurrir a su esposa, que no es la madre de ese niño.

En Washington suelen trazar perfiles biográficos y psicológicos de las personas que les interesan. Por otro lado, saben apreciar sus servicios. Por eso, el diplomático informante considera a García “un socio fiable de Estados Unidos”.

He ahí otro síntoma grave

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