El ministro de Relaciones Exteriores, José Antonio García Belaunde, ha expresado, indirectamente, el temor oficial a revelaciones sobre el Perú contenidas en WikiLeaks. Ha calificado de “chismorreo” las informaciones que remecen cancillerías y público.
No es tan simple. Para empezar, los “chismosos” del caso no son cualquier hijo de vecina: son los embajadores de Estados Unidos. En los datos sobre el Perú, la fuente es un diplomático que tenía vínculos con agentes estadounidenses o extranjeros, con sus ramas de servicios secretos. Además, sus informes no estaban destinados a una página social, sino al Departamento de Estado, a fin de que éste elaborara las políticas económicas, militares, culturales pertinentes.
El diario español El País, uno de los cinco que están publicando los textos facilitados por WikiLeaks, publicó el domingo 12 una notable reflexión de Milagros Pérez Oliva, Defensora del Lector en ese cotidiano.
La señora exhibe las diversas actitudes de los lectores respecto a la publicación. Algunos indican su total oposición a ésta. Otros consideran que a esos textos se les ha dado un tratamiento desmesurado. Un lector considera “excelente destapar acciones ilícitas o aspectos oscuros de la política nacional e internacional, pero no que se eleven a categoría de titular frases o datos de conversaciones privadas que no han sido contrastadas”.
Las respuestas de la Defensora y del director de El País señalan no sólo la importancia de las revelaciones, sino también los métodos de la diplomacia del país hegemónico en la escena mundial.
Lo que piensa o hace Washington es siempre noticia, dice la Defensora. “También lo es, en mi opinión”, agrega, “la falta de concordancia entre la política oficial y la real, entre lo que algunos políticos dicen que hacen y lo que hacen realmente. Pero además si esos cables contienen información sobre injerencias, presiones, acuerdos secretos y actuaciones cuestionables en asuntos que han ocupado portadas de diarios y telediarios, el interés público del asunto está fuera de toda duda.”
Un cable que nada tiene de chisme es el que se refiere a la visita al Perú del jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Douglas M. Fraser, en diciembre de 2009. Una lectura atenta del documento indica que el embajador en el Perú informó al militar visitante del malestar que creaban acá las ventas masivas de armas norteamericanas a Chile. El diplomático señaló al general que eso ocurría mientras Alan García declamaba en pos de “Paz y desarme”.
Hay allí un esquema de lo que el poderoso enviado del Pentágono debía decir al presidente García: preocúpese de los problemas internos, el narcotráfico, los remanentes de Sendero Luminoso, no de la amenaza Chilena.
Esta interpretación es inevitable.
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