La cultura letrada ocupa un lugar modestísimo en los resultados de una reciente encuesta efectuada por el Instituto de Opinión Pública (IOP) de la PUCP; y en la consideración de quienes la formularon, habría que añadir. La ausencia de dicha expresión cultural entre los ‘elementos más representativos de la cultura peruana’ –para usar los términos del IOP– ha llevado a hablar de un retroceso de la cultura letrada entre nosotros. En los términos planteados por el IOP era del todo improbable arribar a algo distinto.
Si el ceviche y el lomo saltado figuran entre los referidos elementos representativos, ¿cómo pensar en Trilce, los Comentarios reales o Los ríos profundos; en Jorge Basadre o José Carlos Mariátegui?
Por otra parte, cuantitativamente, ¿cuál ha sido, cuál es el peso de la cultura letrada en el país? Para buscar una respuesta es más atendible la estadística que las encuestas. En lo que se refiere a libros, esto es bastante sencillo: consúltense el tiraje de las ediciones nacionales, el volumen de las importaciones y los registros de lectores y lecturas de las principales bibliotecas y confróntense sus cifras de sucesivas épocas con las de la población que arrojan los censos nacionales. Esto dirá si retrocedemos o avanzamos. Aunque en este último caso es muy posible que la aritmética tampoco resulte edificante.
Por Abelardo Oquendo
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