Para prevenir la rabia

Por Pilar Frisancho
Médica

El tratamiento oportuno, es decir, dentro de los treinta días, con la vacuna antirrábica es el único medio eficaz para evitar la muerte de una persona que ha sido mordida por un animal rabioso.

La rabia es una enfermedad infecciosa transmitida por algunos animales infectados con el virus rábico. La fuente habitual de infección de los humanos son los perros, gatos, zorros, lobos, murciélagos. Las lesiones vinculadas a la transmisión de la rabia están básicamente producidas por los dientes y las uñas. La lamedura, aunque no constituye una forma de agresión evidente, es otro medio de transmisión. Si el animal enfermo pasa la lengua por piel con heridas o excoriaciones puede transmitir el virus de la rabia.

Ante la mordedura se recomienda lavar la zona mordida solo con agua y jabón. El médico evaluará todos los factores que apoyan la decisión de iniciar o no el tratamiento antirrábico: especie animal involucrada, antecedente del animal agresor, observación del animal mordedor, etc.

Si durante los diez primeros días de observación el animal no presenta síntomas de rabia no se deberá vacunar a la persona. La vacunación no está indicada en casos de contacto sin lesión, contacto indirecto o sólo proximidad con animales rabiosos, según recomienda la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Esta misma establece que cualquier enfermedad previa o que se inicie durante el tratamiento no debe ser causa de interrupción de la serie vacunal. El embarazo tampoco es indicación de suspensión o de negativa de prescripción.

Para las personas que sufrieron heridas graves o consideradas de riesgo (en cabeza, cuello, manos o pies), o mordeduras por animales silvestres o de los cuales se desconoce el paradero, se aplica suero antirrábico, junto con la primera dosis de la vacuna. De este modo se transfieren al cuerpo anticuerpos para que actúe de manera inmediata contra el virus, hasta que la vacuna genere con el correr de los días los necesarios y suficientes anticuerpos.