lunes, 27 de febrero de 2012

EN QUE MOMENTO SE JODIO LA DERECHA

Revista Poder, febrero 2012
Álvaro Vargas Llosa
¿En qué momento se jodió la derecha peruana?
Veo en lo que está convertida, con excepciones honrosas, nuestra derecha y
pienso: en el momento en que nuestra economía y nuestra sociedad sufren
mudanzas asombrosas sin el complemento de unas instituciones que estén a la
altura de esos cambios, lo que sucede es trágico. ¿Cómo es posible que la tradición
de la derecha peruana, de la que fueron epítomes, en el siglo 19, un Bartolomé
Herrera, un Nicolás de Piérola o un José de la Riva Agüero y Osma discutibles todos
pero qué estatura esté convertida en ese detrito que afea el espacio? ¿En qué
momento el autoritarismo peruano con ideas, cultura, valor e intuición pasó a ser
esa mueca triste que dibujan en el lienzo de la vida pública cada acto y cada palabra
de nuestra derecha? En qué momento el niño Goyito perdió el barco?
En otras palabras: ¿cuándo y por qué pasó la derecha de aspirar al orden, la
salvación espiritual y las jerarquías a la pendejada diminutiva, la vileza sin vuelo, la
maledicencia embotada, única aspiración vital de esos parlamentarios cuyo norte
son las amnistías para presidiarios, esos plumíferos para quienes copiar Wikipedia,
contratar avisos del Estado y envidiar hasta el físico ajeno pasa por solvencia
profesional, esos clérigos que no saben hablar porque no saben leer y esos
mercachifles que se dicen empresarios pero están menos interesados en crear
riqueza que en evitar que otros la creen y le temen a la luz, es decir a la información,
como el búho a la mañana? ¿Cuándo y por qué la DBA bautizada por Juan Carlos
Tafur y propagada por Augusto Álvarez Rodrich fagocitó la tabla de valores de la
derecha peruana?


No puedo aquí contar esta abracadabrante historia como habría que contarla,
pero una razón de peso está en la eternal ausencia de un espacio liberal en la vida
republicana.
En el siglo 19, el liberalismo fueron cuatro gatos brillantes y a veces
contradictorios: un Manuel Vidaurre, un Francisco González de Paula Vigil o un José
Gálvez (y quizá hasta al anarquista González Prada). El militarismo (no tuvimos un
Presidente civil hasta 1872 y luego el civilismo le cerró las puertas al Partido
Demócrata) y el mercantilismo (el maridaje del guano y el Estado, del que el Partido
Civil fue expresión política) se las arreglaron para impedir, a pesar de esporádicos y
tímidos intentos, por ejemplo bajo Ramón Castilla, el desmontaje de la herencia
colonial.
En el siglo 20, a raíz del interminable enfrentamiento entre aprismo y
antiaprismo el país quedó polarizado entre dos fuerzas que nuevamente le cerraron
el espacio al liberalismo. El autoritarismo (el leguiísmo, el sanchecerrismo, el
pradismo y el odriísmo) y el mercantilismo (el azúcar y el algodón reemplazaron al
guano pero no la forma de entender la riqueza) se legitimaron en el choque
perpetuo con el partido de Haya de la Torre, con el que luego algunos de ellos
acabaron aliados. En aquel forcejeo, el socialismo y el nacionalismo que informan el
ideario del Apra ven postergado su acceso al poder hasta que Velasco hace suyo ese
programa y el primer Alan García lo remata.
Como había ocurrido en el siglo 19, en esa dinámica de autoritarios, el
liberalismo quedó reducido a ciertos chispazos (Pedro Beltrán y más tarde el
Movimiento Libertad, por ejemplo). Pero no hubo un esfuerzo de larga duración y
exitoso por traducir en las instituciones y en el orden jurídico y por tanto por
potenciar mediante los instrumentos de la igualdad ante la ley y la ausencia de
privilegios las cosas importantísimas que sucedían en la sociedad: el surgimiento
de una industria nacional, las migraciones rurales, el mestizaje definitivo y el
desborde popular del Estado, como lo llamó Matos Mar. Las agrupaciones existentes

fueron hurtando pedacitos del ideario liberal sin entender lo que esa concepción de
los derechos del individuo significaba a plenitud. El resultado fue, a la larga, una
bastardización del liberalismo. A tal punto que parte de la DBA se define como
liberal, que es como si Ceausescu se declarase progresista.
En el interín, las nuevas clases medias, y en particular sus sectores
profesionales, produjeron agrupaciones que pretendían traducir al idioma local las
corrientes extranjeras: Acción Popular (desarrollismo) y la Democracia Cristiana
(socialcristianismo), luego refundada como PPC. El partido de Belaúnde tenía en
programas como Cooperación Popular y en su lealtad al Estado de Derecho
elementos liberales, pero su evolución quedó truncada por dos golpes de Estado,
primero el de Velasco y luego el de Fujimori. El PPC, menos desarrollista en su visión
económica pero también más elitista, sufrió las consecuencias de su alianza con AP
en los 80´ y, finalmente, el devastador efecto del régimen dictatorial de los años 90´,
que lo sumió en una crisis existencial, escindido, como estaba, entre un deber ser
democrático y un querer ser fujimorista.
En el orden empresarial, la segunda parte del siglo 20 también ahogó
esfuerzos de avanzada de liberalismo empresarial, si se quiere como el que
simbolizaron, en la pesca, un Banchero Rossi y en la agricultura algunos hacendados
mejores que el resto.
La dictadura de los 90´, forzada a abrir y privatizar parte de la economía por
el agotamiento del modelo heredado, acabó de expulsar al liberalismo de la ciudad.
Vació de sustancia esa palabra, asociándola a la negación de mucho de lo que
significa; de paso, canibalizó a la derecha peruana, como un mecánico que desmonta
las partes de una máquina y construye con ellas el cacharro que se le ocurre. Esa
derecha renunció a
ser
para medrar o, casi da lo mismo, para no sentir el frío que se
siente fuera del poder (sin darse cuenta de que se hincaba ante el más frío de los
monstruos, como llamó Nietzsche al Estado). La imagen, tiempo después, en la
segunda vuelta de 2011, de la derecha encaramada literal y figuradamente en el



¿En que se momento se jodió la derecha peruana?. Por Alvaro Vargas Llosa

martes, 21 de febrero de 2012

DOCTRINA PORTALES







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DOCTRINA PORTALES-Chile debe dominar para siempre en el Pacifico.- La Doctrina Portales y la subordinacion del Peru‏

13/02/2012
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Eduardo José Arroyo Laguna




"Chile debe dominar para siempre en el Pacífico".- La Doctrina Portales y la subordinación del Perú.- Una carta del ministro chileno que debe ser conocida por todos los peruanos

Diego Portales

La carta de Diego Portales que usted podrá leer a continuación es un documento que definió desde 1837 el logro de los objetivos nacionales de Chile en función al mantenimiento de la subordinación política y económica del Perú. Tal es, en versión apretada, el contenido central de lo que llamaremos la Doctrina Portales.

La carta de Portales es un documento que debería ser de conocimiento de todos los peruanos. Es una misiva cuya comprensión y análisis debería ser parte de los exámenes de graduación de las escuelas públicas, de las pruebas de admisión a la carrera diplomática, a las fuerzas armadas, a las fuerzas policiales y a la administración pública. Ningún empresario peruano que aspire a establecer un negocio de importancia en el país, ni ningún político que postule a puesto electivo alguno deberían iniciar sus actividades o tentar su suerte electoral sin demostrar previamente comprensión de este documento.

La misiva fue escrita en 1837 por Diego Portales, político oligárquico y negociante chileno, que sin llegar a ser presidente de su país ejerció autoritariamente el poder efectivo en Chile entre 1830 y 1837. En ese período, Portales ocupó los puestos de Comandante General de la Armada, Ministro del Interior y Relaciones Exteriores y Ministro de Guerra y Marina durante las presidencias de José Tomás Ovalle, Fernando Errázuriz y José Joaquín Prieto.

La carta fue dirigida a Manuel Blanco Encalada a quien Portales nombraría jefe de la expedición que invadiría el Perú con el fin de destruir la recién creada Confederación Peruano-Boliviana.

Supuestos de la Doctrina Portales

La epístola del ministro chileno asume que Chile y Perú son dos países en competencia política y económica, que pugnan por sobrevivir en la escena internacional por lo cual requieren obtener el dominio de la costa occidental de la América del Sur.

En la reflexión de Portales, la hegemonía no puede compartirse; será la de un único país, sea éste Chile o Perú. Además, el poder en la región es un juego de suma cero: lo que pierda Perú significará necesariamente ganancia para Chile y viceversa. Con el fin de asegurar su continuidad como nación, Chile debería conservar al Perú en condición de subordinación lo que implicaría mantener el dominio permanente del Pacífico sur.

Desde aquellos años y hasta el día de hoy, la Doctrina Portales ha definido la conducta de Chile con respecto al Perú. La Guerra del Salitre, por ejemplo, puede ser entendida como una aplicación de la Doctrina Portales cuatro décadas después de haber sido enunciada.

La Doctrina Portales: “Las riquezas conjuntas de Perú y Bolivia para los chilenos”

Así como existe una Doctrina Monroe que establece que el continente americano debe funcionar en beneficio preferencial de los estadounidenses, también existe una Doctrina Portales, que plantea que las riquezas conjuntas dePerú y Bolivia deben explotarse en beneficio preferente de los chilenos. Dicha Doctrina fue esbozada en la carta de Diego Portales a Manuel Blanco Encalada del 10 de septiembre de 1836.

La clave del entendimiento de la misiva del ministro chileno se encuentra en su penúltimo párrafo, en el cual se hace notar el grado incipiente de explotación de las “riquezas conjuntas del Perú y Bolivia”. Esta observación fundamental había quedado grabada en Portales tras dos años de residencia en Lima, ciudad a la que llegó en 1822 para dirigir los negocios de su casa comercial Portales, Cea & Cía.

El ministro chileno razonó que la unión política y económica del Bajo Perú y el Alto Perú haría muy difícil para Chile acceder al usufructo de las riquezas peruanas y bolivianas. Portales avizoró que de persistir la Confederación, el acceso a sus recursos sería logrado no por Chile sino por Inglaterra. Dicha potencia europea simpatizaba con Santa Cruz porque veía en él las cualidades de liderazgo político y organizativo del nuevo Estado que facilitarían el logro de las pretensiones económicas británicas.

Desde esta perspectiva puede entenderse la afirmación contenida en el primer párrafo de la carta de Portales, en el sentido que la expedición invasora de Blanco Encalada “va a conseguir con el triunfo de sus armas, la segunda independencia de Chile”. Y es que si bien Chile proclamó su independencia política años antes que el Perú, nuestro país mantuvo la primacía económica de la región. Con la afluencia de los capitales ingleses que atraería la Confederación Peruano-Boliviana, la preponderancia peruana y la dependencia comercial de Chile con respecto al Perú se acentuarían aún más, lo cual sería muy peligroso para Chile porque afectaría en el largo plazo su independencia política.

Por ello, la Confederación Peruano-Boliviana “no podía ser tolerada por Chile”. Según Portales ello equivaldría al suicidio de su nación. Destruir la Confederación, “desaparecerla para siempre jamás del escenario de América”, facilitaría el futuro acceso del país del sur a los inexplotados recursos naturales peruanos y bolivianos. De esta manera se lograría la “segunda independencia [económica] de Chile”, iniciándose la ruptura de la subordinación comercial de esta nación con respecto al Perú.

En la carta, el planteamiento supremacista de Portales viene envuelto en un argumento conspirativo sobre la supuesta evolución de la escena doméstica chilena. Ésta resultaría manipulada por un demoníaco Andrés de Santa Cruz, a quien se le atribuyen condiciones y cualidades políticas excepcionales. En conjunción con ello y para sustentar aún más su propuesta, Portales efectuó observaciones sobre extensiones territoriales, superioridades raciales y de calidad de las clases gobernantes peruanas que resultaron útiles a su argumento a pesar de ser notoriamente incorrectas.

Demonizar a Santa Cruz y sobrevalorar las cualidades peruanas fueron meros recursos que Diego Portales usó en 1837 para infundir temor al ciudadano chileno, capturar su conciencia y lograr la aceptación de su tesis supremacista –imperialista– fundamental: el control por nacionales chilenos de las “riquezas conjuntas de Perú y Bolivia”.

De este objetivo, Portales dedujo la necesidad de Chile de “dominar para siempre en el Pacífico”, postulado que según el ministro chileno debería ser la máxima permanente del país del sur.

Que se sepa, la Doctrina Portales no ha sido abandonada por Chile. Por esa peligrosa vigencia, los peruanos debemos estudiar la carta que le dio origen y tenerla muy en consideración en las circunstancias imperantes a raíz del futuro fallo de La Haya. Una decisión en contra de Chile proveniente de dicha Corte afectaría su “dominio del Pacífico” e iría en contra de la Doctrina Portales, por lo que es previsible que no sería aceptada por el país del sur. En esas condiciones, queda en cada peruano razonar sobre los futuros cursos de acción que podrían ser adoptados por el Perú.



Chile, la Confederación Peruano-Boliviana y el Perú
Carta de Diego Portales a Manuel Blanco Encalada
Santiago de Chile, 10 de septiembre de 1836









Santiago, 10 de septiembre de 1836

Señor don Manuel Blanco Encalada

Apreciado amigo:

Es necesario que imponga a usted con la mayor franqueza de la situación internacional de la República, para que usted pueda pesar el carácter decisivo de la empresa que el Gobierno va a confiar a usted dentro de poco, designándolo comandante en jefe de las fuerzas navales y militares del Estado en la campaña contra la Confederación Perú-Boliviana.Va usted, en realidad, a conseguir con el triunfo de sus armas, la segunda independencia de Chile. Afortunadamente, el camino que debe recorrer no le es desconocido: lo ha seguido en otra época en cumplimiento de su deber y de patriota, y de esas dos virtudes supo extraer glorias y dignidades para la Patria.

La posición de Chile frente a la Confederación Perú-Boliviana es insostenible. No puede ser tolerada ni por el pueblo ni por el Gobierno, porque ello equivaldría a su suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma, la existencia de dos pueblos confederados, y que, a la larga, por la comunidad de origen, lengua, hábitos, religión, ideas, costumbres, formarán, como es natural, un sólo núcleo. Unidos estos dos Estados, aun cuando no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias. En el supuesto que prevaleciera la Confederación a su actual organizador, y ella fuera dirigida por un hombre menos capaz que Santa Cruz, la existencia de Chile se vería comprometida. Si por acaso, a la falta de una autoridad fuerte en la Confederación, se siguiera en ella un período de guerras intestinas que fuese obra del caudillaje y no tuviese por fin la disolución de la Confederación, todavía ésta, en plena anarquía, sería más poderosa que la República. Santa Cruz está persuadido de esta verdad; conoce perfectamente que por ahora, cuando no ha cimentado su poder, ofrece flancos sumamente débiles, y esos flancos son los puntos de Chile y el Ecuador. Ve otro punto, pero otro punto más lejano e inaccesible que lo amenaza, y es la Confederación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Por las regiones que fueron el Alto Perú es difícil amagar a Lima y a la capital boliviana en un sentido militar, pero el cierre de las fronteras platenses no dejará de dañarle por una parte, y no le permitirá concentrar su ejército en un punto, sino repartirlo en dos o tres frentes en el que prepare Chile, en el que oponga el Ecuador o en el que le presente Rosas.

El éxito de Santa Cruz consiste en no dar ocasión a una guerra antes que su poder se haya afirmado; entrará en las más humillantes transacciones para evitar los efectos de una campaña, porque sabe que ella despertará los sentimientos nacionalistas que ha dominado, haciéndolos perder en la opinión. Por todos los medios que están a su alcance ha prolongado una polémica diplomática que el Gobierno ha aceptado únicamente para ganar tiempo y para armarnos, pero que no debemos prolongar ya por más tiempo, porque sirve igualmente a Santa Cruz para prepararse a una guerra exterior. Está, pues, en nuestro interés, terminar con esta ventaja que damos al enemigo.

La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia, apenas explotadas ahora; por el dominio que la nueva organización traería de ejercer en el Pacifico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de la gente ilustrada de la raza blanca, muy vinculada a las familias de influjo de España que se encuentran en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por todas estas razones la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno, y éste es un juicio también personal mío, que Chile sería o una dependencia de la Confederación como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia por Santa Cruz, debe de ser absoluta. La conquista de Chile por Santa Cruz no se hará por las armas en caso de ser Chile vencido en la campaña que usted mandará. Todavía le conservará su independencia política. Pero intrigará en los partidos, avivando los odios de los parciales de los O'Higgins y Freire, echándolos unos contra otros; indisponiéndonos a nosotros con nuestro partido, haciéndonos víctimas de miles de odiosas intrigas. Cuando la descomposición social haya llegado a su grado más culminante, Santa Cruz se hará sentir. Seremos entonces suyos. Las cosas caminan a ese estado. Los chilenos que residen en Lima están siendo víctimas de los influjos de Santa Cruz. Pocos caudillos en América pueden comparársele a éste en la virtud suprema de la intriga, en el arte de desavenir los ánimos, en la manera de insinuarse sin hacerse sentir para ir al propósito que persigue. He debido armarme de una entereza y de una tranquilidad muy superior, para no caer agotado en la lucha que he debido sostener con este hombre verdaderamente superior, a fin de conseguir una victoria diplomática a medias, que las armas que la República confía a su inteligencia, discreción y patriotismo, deberá completar.

Las fuerzas navales deben operar antes que las militares, dando golpes decisivos. Debemos dominar para siempre en el Pacífico: ésta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre. Las fuerzas militares chilenas vencerán por su espíritu nacional, y si no vencen contribuirán a formar la impresión que es difícil dominar a los pueblos de carácter. Por de contado que ni siquiera admito la posibilidad de una operación que no tenga el carácter de terminante, porque es esto lo que... (1).

Portales

(1) Falta el resto de la carta. Está escrita de puño y letra de Portales. – Guillermo Feliú Cruz (G. F. C.)

Fuente: De la Cruz, Ernesto y Guillermo Feliú Cruz, editores. 1936-38. Epistolario de don Diego Portales: 1821-1837.Santiago de Chile: Dirección General de Prisiones. Tres volúmenes, páginas 452-454.
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HOY URGENTE

el 2012
Presentan el libro "Apogeo y crisis de la izquierda peruana"
Organizado por IDEA International y el Fondo Editorial de la Universidad Antonio Ruiz

El martes 21 de febrero se hará la presentación del libro “Apogeo y crisis de la izquierda peruana”, editado por Alberto Adrianzén, en la Biblioteca Nacional del Perú, en San Borja.

La presentación está prevista a las 7:30 pm, pero desde media hora antes ya se podrán ir registrando los participantes.

Las palabras de bienvenida estarán a cargo del jefe de misión para el Perú de IDEA Internacional, Percy Medina, y de la directora de la Carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Carmen Ilizarbe.

El evento contará con la ponencia de Anahí Durand, socióloga y docente de la UARM y del director de la Casa Museo José Carlos Mariátegui,

DECRETO DE LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

EL LIBERTADOR RAMÓN CASTILLA
PRESIDENTE Provisorio DE LA REPÚBLICA, s. s.

CONSIDERANDO:
Que es un deber de justicia restituir al hombre su libertad.
Que la Revolución de 1854 tiene por uno de sus objetivos principales reconocer y garantizar los derechos de la humanidad oprimida, explotada y encarnecida con el tributo del indio y con la esclavitud del negro.

Que satisfecha en parte esta obligación con el Decreto del 5 de Julio que redimió al indígena del peso del tributo, queda todavía por cumplirse la de restituir en libertad personal a los esclavos y a los siervos libertos.

Que si el Gobierno Provisorio reservara decretar la libertad de los esclavos para después que el Ejercito Libertador hubiese destruido la tiranía, era porque no zozobrase a la desconfianza la indemnización debida a los amos, ni se manchase aquel acto de justicia a la humanidad con inducir al esclavo dar por rescate su vida en una guerra civil que no puede comprender, supuesto que no le dejaron ideas políticas durante su servidumbre.

Que habiendo el ex Presidente Echenique, en un decreto de 10 de Noviembre último, exigido por 2 años de sangre de los esclavos y conmovido el derecho de propiedad con la vaga indemnización que alude, sólo por los que se le vendan para combatir en su agonía contra los pueblos; se mancillaría el nombre del Perú si el Gobierno Provisorio no declarase inmediatamente los principios nacionales y no condenase aquel abuso y horrible tráfico de carne humana.


DECRETA:
Art. Único. Los varones y las mujeres tenidas hasta ahora en el Perú por esclavos o por siervos libertos, sean que su condición provenga de haber sido enajenados como tales o de haber nacido de vientres esclavos, sea que de cualquier modo se hallen sujetos a servidumbre perpetua o temporal; todos, sin distinción de edad, son desde hoy para siempre enteramente libres.


DECLARA:
1º.-Que el Gobierno Provisorio creado por los Pueblos, restituye sin condición alguna la libertad a los esclavos y a los siervos libertos, cumpliendo solemnemente un deber de la justicia Nacional proclamada por la Revolución de 1854.

2º.-Que los ancianos, inválidos e impedidos de trabajar por cualquier causa básica, al tiempo de recobrar su libertad encontrarán sus alimentos en un Hospicio dispuesto por la caridad social que debe ejercitar el Gobierno.

3º.-Que serán indignos de la Libertad, únicamente los esclavos o siervos que tomen las armas y sostengan la tiranía del Ex Presidente don José Rufino Echenique que hace la guerra a la libertad de los pueblos; y

GARANTIZA LA PROPIEDAD,
Asegurando el justo precio que se debe a los amos de los esclavos y a los patrones de los siervos libertos, sobre la base siguiente:
1º.-Quedará pagado su crédito en 5 años.

2º.-Ganará el interés anual del 6 %.

3º.-Se expedirán billetes al portador y nunca se cancelarán con los vales de consolidación.

4º.-Serán admitidos los billetes como dinero en pago de la quinta parte de toda clase de contribuciones o responsabilidades fiscales.

5º.-Se anticipará por el Gobierno en cuenta de pago, los montos que los propietarios calculen necesario para impulsar, bajo la administración de ellos mismos una inmigración europea capaz de reanimar la agricultura de la costa.

6º.- Queda garantizado el derecho de estos acreedores con la quinta parte de la Renta Nacional, inclusive en éstos los sobrantes de la venta del Guano.

7º.- Está expedita la acción de los propietarios para convenir en mejores términos con el Gobierno, acerca del pago de esta deuda, consultándose el monto de las rentas públicas, la protección a la agricultura y el respeto al derecho de propiedad.

Dado en la casa del Supremo Gobierno en Huancayo a 3 de Diciembre de 1854.


RAMÓN CASTILLA

domingo, 29 de enero de 2012

LOS CAMINOS A SEGUIR

Caminos a tomar
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Las semanas pasadas –por el manejo del caso Conga, la declaratoria del Estado de Emergencia, la caída del Gabinete Lerner e instalación del Gabinete Valdez– se ha abierto un debate entre las fuerzas de izquierda, movimientos regionales e intelectuales que están por el cambio, respecto al rumbo a tomar.

Óscar Ugarteche calificó de “masacre política” la caída del Gabinete Lerner y como una demostración de estilo en un sistema político sin estructuras político partidarias y con fuerte peso caudillista. Fue muy duro y anotó que: “La división derecha-izquierda está delineada por una conciencia ambiental versus políticas extractivistas; democracia participativa versus democracia electoral; derecho al cuerpo versus la sexualidad reproductiva compulsiva; las mejoras en los salarios y en la distribución del ingreso versus concentrar el ingreso y aquietar a los mercados; políticas económicas heterodoxas versus políticas económicas ortodoxas; modelo de crecimiento exportador versus un modelo de crecimiento hacia adentro; más impuestos a los ricos versus exoneraciones tributarias; lucha contra el racismo y toda forma de discriminación versus el status quo”.

Sinesio López, ex asesor de la PCM con Lerner y una cabeza de Ciudadanos por el Cambio, sentenció –en una entrevista– que: “Ollanta Humala renunció no solo a la Gran Transformación sino además a la primera Hoja de Ruta. Ahora creo que la llamada hoja de ruta es cualquier cosa…Ya no asume esos programas y en la práctica acepta el nuevo catequismo neoliberal con el que se viene gobernando desde los 90.” Plantea que las fuerzas del cambio deberían agruparse y asumir como base de unidad los ejes programáticos de la “Gran Transformación”, incluyendo a los nacionalistas que mantengan estas propuestas.

Carlos Reyna afirma: “El peso que ha cobrado el poder económico en este gobierno es notorio, el peso (de) las FFAA…e incluso la dirigencia conservadora. Pero eso ocurre porque se trata de un proceso que lleva a la Presidencia …a líderes construidos a base de su carisma personal y no a través de una organización colectiva, democrática con una plataforma programática y compromisos que se construyeron en el tiempo”. Llama, como Sinesio, a construir un gran espacio socialista con renovación de liderazgos.

Con sus propios matices plantean las cosas Arana en Tierra y Libertad, el MNI vinculado al Gobierno Regional de Cajamarca. En las bases hay malestar y cierto desconcierto respecto al rumbo de las cosas. El PS tiene pronto una Conferencia Nacional para discutir el tema, pero no se aleja de apreciar lo ocurrido como un gobierno en disputa desde que naciera y valora errores cometidos por la falta de articulación y estrategia de las fuerzas progresistas. El PCP, reconociendo problemas, considera que el apoyo al gobierno de Ollanta Humala es una base de unidad, pero con protagonismo de los movimientos sociales y programa.

Las fuerzas por el cambio reconocen la necesidad de definiciones. Pero no hay que ignorar realidades. Ollanta ha anunciado que irá sólo como PNP en las elecciones 2014 y 2016: obliga a otros a articularse y diluye GP que hizo posible la victoria. A su vez, que Humala gobierna en una correlación de fuerzas bajo la hegemonía de la ideología y peso de la derecha y el poder económico minero y financiero, mientras izquierdas y progresistas contribuimos a este escenario con nuestra desunión y falta de estrategia común, que debilitó al Gabinete Lerner. Tampoco podemos ignorar avances: la Consulta Previa, el fortalecimiento de Petroperú, una pizca más de la renta minera para el Estado, más presupuesto para programas y servicios sociales, política exterior, etc. Pero aún nada estructural y poca atención a demandas sociales, mientras los procesos anticorrupción se debilitan o los manipula la derecha.

No está todo dicho. Hay una batalla por dar. No hemos colocado una agenda, ni articulado, renovado y fomentado unidad de acción de los sectores de izquierda y progresistas para un frente por la Gran Transformación y el cambio que millones de peruanos anhelan. Es momento de actuar y unir la esperanza con la acción y la organización.

NO AL CAS

CAS y empleo precario
JAVIER DIEZ CANSECO


El Contrato de Administración de Servicios (CAS) es la última versión de formas de contratación temporal perversas que ha usado el Estado para contratar como temporales a personas que desempeñan funciones permanentes, negándoles derechos y estabilidad.

Padres del DL 1057, que le dio nacimiento en junio del 2008, fueron Alan García Pérez y Luis Carranza. Este sustituyó los Contratos de Servicios No Personales (SNP) que impulsó Fujimori, gobierno que destruyó los derechos laborales y precarizó el empleo desprotegido, impuso el despido arbitrario y lo aplicó cruelmente a más de cien mil trabajadores públicos (lo que ha provocado un largo proceso de lucha y logros por la reposición) y desarticuló el aparato estatal hasta minimizarlo. Ahora, el fujimorismo y el Apra se presentan como los defensores de los derechos laborales y acusan al gobierno de Humala de insensible y de negarse a derogar en el acto un régimen laboral que ellos crearon y usaron en las últimas décadas.

Curioso que, en este marco, el nuevo Primer Ministro Valdez declarara a RPP que tiene un alto concepto del pragmatismo económico del gobierno de Fujimori. Un abierto coqueteo, obviando despidos masivos, el golpe del 92, la Constitución fraudulenta del 93, la extranjerización de recursos y empresas públicas estratégicas, la precarización del empleo, la corrupción en el manejo fiscal y la violación a los DDHH.

El SNP y el CAS son modalidades fraudulentas de contratación: ponen como empleo temporal a trabajadores que desempeñan funciones permanentes. Los empleados públicos deberían ser contratados bajo uno de los dos principales regímenes legales imperantes: el DL 276 o Ley de Carrera Administrativa en el caso de los sujetos al régimen de empleo en el sector público; o el DL 728, que regula el régimen laboral privado y es vigente para trabajadores públicos que laboran en las entidades constitucionalmente autónomas o empresas públicas. Los contratos SNP y CAS recortan derechos laborales elementales que afectan haberes, vacaciones, seguridad social, licencias y, lo principal, la garantía de un mínimo de estabilidad laboral que garantiza tranquilidad en el hogar al impedir que el trabajador esté sujeto cada 3 o 6 meses a ver si le renuevan el contrato. Claro, la estabilidad no impide que alguien sea despedido por falta grave, como ir borracho o drogado a trabajar, causar accidentes o mantener un pésimo rendimiento laboral.

Ante el escandaloso sistema de SNP, el DL 1057 lo cambió por los CAS. La novedad, que los contratados inestables tenían acceso a Essalud durante su contrato, recibían 15 días de vacaciones al año (a diferencia de los 30 que recibe el resto) y podían aportar a un sistema de pensiones (voluntariamente los trabajadores antiguos y obligatoriamente los nuevos). Así mismo, se aplicaban jornadas de trabajo de 48 horas semanales que creíamos conquistadas desde Mariátegui y Haya de la Torre, a inicios del Siglo XX.

En el régimen de CAS, para que se hagan una idea, hay más de 130,000 empleados públicos. Entre ellos, personalidades como la Dra. Ruth Shady, que trabaja más de 18 años en el Proyecto Caral (la civilización más antigua de América: 5,000 años) y que logró declararla Patrimonio de la Humanidad. Su premio: un CAS, como a su equipo de trabajo.

Hoy, el gobierno plantea reformas que mejoran el CAS (30 días de vacaciones, aguinaldos en Julio y Diciembre, licencias laborales) y se “financiarán” con las partidas existentes (¿?) y someter a concurso a partir del 2013 –cuando exista la Ley del Régimen Civil a elaborarse en 180 días– el pase a planilla. Por si acaso, muchos CAS fueron contratados por concurso y su pase a planilla, si el mismo gobierno dice que puede ampliar los derechos que propone, sólo implicaría dos cambios: darles estabilidad laboral y derecho a procesos administrativos. Mientras los creadores del SNP y CAS embanderan ahora –cínicamente– su derogatoria, el gobierno –que levantó esta bandera, así como acabar con el abuso de los services y contratas privadas– debiera preguntarse si lo aconsejan bien quienes le proponen postergar la derogatoria del CAS.

elogio

Elogio de la izquierda setentera
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Ollanta está culminando la purga de los izquierdistas de su gobierno. Comenzó en el Ejecutivo y ahora ocurre en la bancada oficialista en el Congreso.

Pese a que los congresistas izquierdistas han estado aguantando los maltratos, ya parece inevitable la separación de un grupo de ellos de la bancada mayoritaria.

La figura de defenestrados no es buena para ningún grupo político. Quedar como perdedores y burlados, no es algo que dé imagen de fortaleza y carisma a nadie.

Por esto se habla del fracaso irreversible de toda una generación de la izquierda peruana, la de los años setenta, y que hoy, décadas después, estaría saliendo del escenario más derrotada que nunca.
Si se ven las cosas en perspectiva, se verá que las cosas no son tanto así. Primero porque, ya sea que los echen o se vayan de la bancada nacionalista, ahora habrá un grupo parlamentario de izquierda después de mucho tiempo.

Segundo, porque, ya liberados de toda sujeción al Ejecutivo o al oficialismo congresal, la izquierda ex humalista podrá vincularse con mayor libertad a una protesta social que los augures dicen será creciente de aquí en adelante.

Pero, ampliando la mirada no sólo al último año, sino a las últimas décadas, veremos que la izquierda setentera, pese a sus escasas victorias electorales, sin embargo ha tenido algunos importantes logros y aportes políticos para el país.

Más que ninguna otra corriente política, fue esta izquierda la que se batió contra la dictadura de Morales Bermúdez, obligándola a retirarse a sus cuarteles. Aunque pensó ilusamente que la revolución era el siguiente paso, de hecho hizo de partera para la democracia de los 80.

Esa izquierda perdió el rumbo justo en el escenario parlamentario que contribuyó a abrir. Hubo varias razones. Aprendió de política en dictadura, no en democracia. No pudo evitar la serie de derrotas sociales de esos años. Esas derrotas, más el terrorismo y la hiperinflación instalaron un clima conservador. Y no logró constituir un partido, se quemó en escisiones.

Volvió a lucir bien a fines de los 90, en la lucha contra Fujimori devenido en dictador, aportando a la nueva vuelta a la democracia en 2000. Su último gran servicio al país ha sido el del 2011: ayudar a derrotar a la hija y a los socios del dictador.

Aún es temprano para decir si la izquierda que apoyó a Humala se va del gobierno con menos de lo que tenía. Pero vistas las cosas con el prisma del tiempo no es del todo justo estamparle el estigma del fracaso.

En todo caso, Jeffrey Sachs, ese promotor de las doctrinas del shock económico, acaba de reconocer que el capitalismo de hoy tiene una enfermedad acaso terminal: su codicia enloquecida, su carencia absoluta de valores.

Es probable que pronto aparezca una nueva generación de jóvenes izquierdistas, con sus propios valores, para retomar lo mejor de los antiguos, así sea en medio de los ácidos reproches que usualmente hay entre tíos y sobrinos del mismo bando.