miércoles, 21 de septiembre de 2011

TAPIA ESCRIBE CLARO

¿Qué queda de SL?





Carlos Tapia

1).- La muerte de dos oficiales de nuestro Ejército como producto de un emboscado ataque a un helicóptero en una zona agreste del VRAE, vuelve a poner en los titulares el tema de Sendero Luminoso. Este alevoso atentado ha sido perpetrado por el grupo armado encabezado por los hermanos Quispe Palomino (80-100 efectivos armados y una red de apoyo de 600-800 pobladores), que actúa en el VRAE en una convergencia de intereses con los narcotraficantes de la zona. Son columnas que tienen armas modernas conseguidas en las emboscadas contra las patrullas de nuestras FFAA y la PNP. También poseen ametralladoras con trípode, capturadas cuando fracasó la negociación “Fournier-SL” en 1999 y que fueron utilizadas para derribar el otro helicóptero en el 2009 y también el ataque al último.

Son los rezagos de lo que fue el grupo “Proseguir” liderado desde 1995 hasta 1999 por “Feliciano”, que no aceptó el Acuerdo de Paz propuesto por Abimael Guzmán en complicidad con Montesinos en Octubre de 1,993. Como se sabe, este Acuerdo de Paz, hecho presentado como una rendición por Fujimori ante la Asamblea de la ONU, tenía como objetivo favorecer el triunfo del SÍ en el referéndum de noviembre del mismo año que legitimó la Constitución actual. En realidad, más que remanentes, son una suerte de mutación light del senderismo abimaelita (no matan a campesinos, sólo a las fuerzas del orden); no solo reniegan del “pensamiento Gonzalo”, sino que hasta lo acusan de “terrorista”. Ahora dicen luchar en una “guerra democrática y de resistencia contra el imperialismo yanqui”, aunque enrrolando a niños y manteniendo poblaciones cautivas.

Su objetivo militar es capturar armas de las FFAA, el económico es sacar plata del narcotráfico, y ganarse a los productores cocaleros constituye su principal objetivo político y de masas. Ahora se entenderá lo importante que es una erradicación concertada con los pequeños productores cocaleros del VRAE, ya que la forzada podría entregar el movimiento cocalero al campo del narcotráfico y el terrorismo.

2).- También existen los llamados “acuerdistas” -el otro rezago senderista- que plantean que la lucha armada ya terminó. Mantienen su fundamentalismo al declarar que “la ola revolucionaria mundial que comenzó en 1870 con la Comuna de París, acabó el 12 de setiembre de 1992 con la captura del presidente Gonzalo”. Y que habría que esperar entre 50 a 100 años, para que cuando surja otra ola revolucionaria mundial se generen las condiciones para el reinicio de la lucha armada. Mientras tanto hacen labor proselitista en universidades, sindicatos, pueblos jóvenes, etc. Son entre 2 a 3 mil activistas, algunos de ellos hacen vida pública, dando charlas por doquier.

¡Por eso es que no se atreven a condenar el uso de la violencia armada como opción política para la toma del poder! Sólo admiten que “en la actual coyuntura” ese camino está descartado. Los que se han organizado en el Movadef, su órgano de fachada, piden amnistía para Abimael Guzmán, el Grupo Colina, etc. Creen que la “reconciliación nacional” se logrará cuando logren abrazarse, salidos de prisión, Abimael Guzmán y Vladimiro Montesinos.

3).- Existe, además, el grupo armado de Artemio en el Huallaga que está más perdido que mango en cebiche. Dice continuar la lucha armada en el Huallaga… para que el estado le haga caso a los “acuerdistas”, es decir, a los que ya no quieren continuarla.

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