domingo, 13 de noviembre de 2011

BALANCE DE ALAN

- Waldo Mendoza » El legado de García
Profesor de Economía de la PUCP

En materia de política económica, el gobierno de García ya concluyó. Es un buen momento para hacer un balance. Hay consenso que su segundo gobierno ha sido infinitamente mejor que el primero (once entre cero es infinito). Está dejando, sin embargo, varios presentes que serán un dolor de cabeza para la siguiente administración.

Para el debido proceso, debe recordarse que el desempeño macroeconómico de un país depende del contexto externo, la política macroeconómica y el modelo de crecimiento.

El contexto externo

El contexto externo fue, en promedio, favorable para García, con la excepción de 2009. En el periodo 2006-2010 la economía mundial creció en alrededor de 3.5 % anual y el ingreso de capitales a nuestro país bordeó el 2.5 % del PBI.

La política macroeconómica

La política monetaria tuvo tres fases. En la primera, al inicio de este gobierno, el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) bajó innecesariamente la meta de inflación; elevó, también por gusto, la remuneración al encaje en moneda extranjera; y ofreció, y reculó de inmediato, una mayor flotación del tipo de cambio.

La segunda etapa estuvo marcada por la crisis mundial. Cuando ya existía evidencia del impulso recesivo proveniente del exterior, no se bajó a tiempo la tasa de interés; aunque sí se evitó una crisis cambiaria con la venta masiva de dólares.

El BCRP se justificó diciendo que no se puede bajar la tasa de interés cuando salen los capitales y presionan el tipo de cambio.

Pero otros bancos centrales, en condiciones similares, bajaron sus tasas de interés mucho antes que nosotros. Esto es posible porque el BCRP tiene dos instrumentos, la venta de dólares esterilizada y la tasa de interés. El primer instrumento fue usado a tiempo; el segundo no.

En la etapa poscrisis el BCRP hizo lo correcto, subió la tasa de interés y la tasa de encaje en moneda extranjera.

La política fiscal, antes de la crisis externa, fue expansiva y, en la fase siguiente, cuando llegó la crisis, fue contractiva. En el primer semestre de 2008, cuando la economía peruana crecía a ritmo chino, la inversión pública subió en 65 % anual y en el periodo recesivo, fines de 2008 y principios de 2009, se elevó solo en 20 %.

En la fase poscrisis, desde fines de 2009, la política fiscal ha retomado su carácter contracíclico.

El modelo de crecimiento

Nuestro desempeño macroeconómico se explica también por el modelo de crecimiento vigente (cuánto Estado y cuánto mercado, cuánta protección arancelaria y cuánto libre comercio).

En América del Sur, por el grado de intervención estatal (en el sistema de precios, en la propiedad de las empresas) y de apertura al comercio internacional, pueden juntarse a los países en dos grandes grupos. En el grupo A están Perú, Colombia, Chile y Brasil, y en el grupo B, Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador.

En los últimos años, en términos de inflación y crecimiento del PBI, al grupo A le ha ido mucho mejor que al grupo B.

Los retos para el 2011-2015

En política monetaria, el BCRP tiene cuatro tareas: mover oportunamente la tasa de referencia, impedir el ingreso masivo de capitales de corto plazo, acumular un montón de reservas internacionales y, para fortalecer la potencia de la política monetaria, para que los cambios en las tasas de corto plazo impacten rápidamente en las de largo plazo, debe abandonar el obsoleto instrumento de la tasa de encaje en soles.

La política fiscal debe recuperar el carácter contracíclico del periodo 2001-2005. Esa política, que fue producto de la buena voluntad política, debe institucionalizarse, a través de una regla de superávit estructural como el que tienen los chilenos
En ocasiones, no hacer nada es meritorio. Mientras en el grupo B paran “refundando” sus modelos de crecimiento, transitando, cada cierto tiempo, entre la extrema derecha y la extrema izquierda, y manteniéndose a la larga en el mismo sitio, García no tocó un pelo del modelo heredado de Toledo.

Hizo bien en privilegiar el mercado externo como fuente de demanda y la inversión privada como principal fuente de capacidad productiva. No existe un país en el mundo, pequeño y abierto como el nuestro, que haya logrado crecer sostenidamente si no es a punta de exportaciones. Las políticas destinadas a promover el mercado interno pueden ser un complemento de la política social, pero no sirven para el crecimiento sostenido.

La evidencia también señala que para sostener un crecimiento alto las exportaciones tienen que ser principalmente de productos manufacturados. El desarrollo de la infraestructura necesaria, junto con políticas específicas para ese objetivo, podrían elevar nuestra tasa de crecimiento potencial.

Por último, lo más importante. Si queremos dejar de ser uno de los países más desiguales en América Latina, hay que elevar sustantivamente la recaudación, para poder sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura.

A García nunca le ha preocupado la recaudación. En su primer gobierno redujo la presión tributaria de 15 % del PBI a 7.5 %. En su actual gobierno, la recibió en 16 % y la dejará por debajo de esa cifra. Para evadir el tema, podemos insistir en que “hay que ampliar la base tributaria”. En realidad, la presión tributaria solo puede subir apreciablemente desapareciendo las exoneraciones o modificando el esquema actual de tributación minera.

Lo hecho no ha sido destrozado. Eso está bien. Lo fácil, ha sido hecho. Al siguiente gobierno le toca hacer los grandes correctivos al modelo vigente que nos permitan sostener un crecimiento elevado y, al mismo tiempo, enfrentar el problema distributivo.

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