domingo, 13 de noviembre de 2011

GEOPOLITICA

El Perú en la geopolítica regional

Por: Óscar Vidarte
La década pasada, el debate político en AL planteó el enfrentamiento de dos izquierdas. El rechazo en la región al Consenso de Washington, base fundamental de las reformas neoliberales de los 90, generó la aparición de gobiernos de izquierda, los cuales –si bien compartían su crítica al modelo existente– también han demostrado, con los años, que tienen importantes diferencias de fondo.

Los temores por la elección de Lula da Silva en Brasil el 2002 rápidamente fueron despejados en virtud de una política que mantuvo el manejo económico, haciendo un énfasis en el papel del Estado y en los aspectos sociales. Mientras tanto, el llamado eje chavista, dominado por el gobierno de Hugo Chávez, representaba esa otra izquierda, autoritaria y confrontacional con los EEUU.
Partiendo del mismo punto, ambos bloques se enfrascaron en una competencia por lograr adeptos. Venezuela se acercó a Cuba, logrando cierta cercanía con países como Ecuador, Bolivia y Nicaragua; por su lado Brasil, con una política internacional mucho más inteligente, pudo construir una fuerte relación con países como Uruguay, Paraguay y Argentina, además de ser el gran impulsor de un importante mecanismo de integración regional como la Unasur.

El Perú no estuvo ajeno a esta discusión. Tanto el gobierno de Toledo como el de García marcaron diferencias con el régimen venezolano, de ahí que tuviéramos más de un problema diplomático producto de los constantes enfrentamientos. En este contexto, el apoyo de Chávez a la candidatura de Ollanta Humala el 2006 fue muy preocupante para el statu quo peruano y una de las principales razones de su derrota. En relación con Brasil, nuestro país se mantuvo cercano durante toda la década; sin embargo, mientras que el gobierno peruposibilista logró construir una relación estratégica, Alan García priorizó el aspecto económico, especialmente las inversiones brasileñas en el Perú.

En la actualidad, la situación parece haber cambiado. La difícil realidad del gobierno venezolano a partir de la crisis económica y social que vive dicho país, y la enfermedad de su máximo líder y sustento de la llamada “revolución bolivariana”, Hugo Chávez, han debilitado la política internacional de Venezuela en AL. Hablar de un eje chavista, es decir, de un Consenso de Caracas que ejerza algún rol hegemónico en nuestro continente, parece una ilusión.

Por el contrario, en algunos círculos prefieren referirse hoy a la existencia de un debate marcado por el enfrentamiento entre Brasil y EEUU por AL. Importante es señalar que sería erróneo desconocer el papel de EEUU en nuestra región durante la década pasada, pero el avance de la izquierda permitió que su influencia, por lo menos en Sudamérica, solo pueda encontrarse con claridad en dos países: Colombia y Perú. Es más, la que fue la principal política estadounidense para con AL, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), se vio trunca el 2005 en la Cumbre de Mar del Plata en virtud de esa izquierda que ya estaba emergiendo.

Justamente el modelo brasileño, también llamado por Michael Shifter Consenso de Brasilia (en relación con el de Washington), parece estar predominando en los gobiernos electos en la región.

Desde José Mujica en Uruguay, Mauricio Funes en El Salvador y Fernando Lugo en Paraguay, parece que se comienza a consolidar una tendencia en la región: presidentes, antes izquierdistas radicales (algunos ex guerrilleros), hoy moderados y abiertos al mundo.

El caso peruano se presenta particularmente importante en este juego político. Hasta hace poco, el Perú todavía podía jactarse de estar más cerca de los EEUU que de Brasil. A pesar de lo señalado con respecto a nuestra relación con el gigante sudamericano, era innegable el rol preponderante que ejercía la potencia mundial. Si bien desde el gobierno de Toledo fueron evidentes los problemas para poder manejar ambas relaciones: por un lado, negociando un TLC con los EEUU y, por otro, consolidando la asociación con Brasil; el régimen aprista pareció definir como prioridad los EEUU, asumiendo un discurso (resumido en “el perro del hortelano”) que lo alejó bastante de la retórica de Lula da Silva.

El ascenso de Ollanta Humala al poder parece servir de punto de quiebre. Las dudas existentes en la campaña presidencial se han ido disipando frente a un eventual acercamiento al Consenso de Brasilia, dejando de lado posiciones radicales y tratando de seguir el camino de una izquierda que tiende hacia el centro político. Es más, el reconocido intelectual Immanuel Wallerstein identificó al Perú como un país clave en la lucha geopolítica regional entre EEUU y Brasil, siendo los resultados de las recientes elecciones una gran derrota para el país del norte; aunque, irónicamente, no cabe duda de que EEUU prefiere a un Ollanta Humala “lulista” (partiendo de la premisa que Dilma Rousseff significa la continuidad en materia de política regional) que “chavista

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