domingo, 20 de febrero de 2011

MACEO O MICRO

.Por Waldo Mendoza Bellido
Economista PUCP

La política macroeconómica tiene dos brazos: la política fiscal, a cargo del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), y la política monetaria, bajo responsabilidad del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Desde el inicio de este gobierno, la política macroeconómica ha estado operando con un solo brazo, el del BCRP. Con Ismael Benavides como ministro, el MEF ya no solo no coopera con el BCRP, sino que, además, se ha convertido en un obstáculo.

El MEF pre Benavides

La teoría y las buenas prácticas de gestión pública nos enseñan que la política macroeconómica debe ser contra cíclica; es decir, contractiva en el auge y expansiva en la recesión.

En tiempos de recesión, la política fiscal debe ser expansiva. Con un gasto público mayor, o con menores tasas impositivas, el gobierno puede alimentar la demanda y ayudar a que la economía salga de la recesión. En el auge, cuando aparecen las presiones inflacionarias, la política fiscal debe ser restrictiva.

Durante el gobierno del Apra, los ministros que pasaron por el MEF aplicaron una política fiscal expansiva, a pesar de que la economía crecía por encima de su tendencia. El único que hizo una política contractiva fue Valdivieso, pero justo cuando se necesitaba una política expansiva para luchar contra la crisis externa.

La política fiscal de García-Benavides

El ministro Benavides ha declarado satisfecho que “Los que pensaron que asumía el despacho de Economía solo para cuidar las finanzas públicas se equivocaron, ese no es mi estilo”. (Gestión 14/02/11).

Uno de sus primeros actos, según un cable de Bloomberg del 6 de diciembre pasado, fue el anuncio de crear un fondo fiscal aprovechando las Reservas Internacionales Netas (RIN) del BCRP. Posteriormente, el Ministro reculó y el tema pasó al olvido.
Hay dos pruebas de que el ministro sí tenía en la mira las RIN del BCRP. En primer lugar, declaró que tendríamos noticias de la creación de un fondo fiscal durante el primer trimestre de 2011. Apuesto mi plata a que no habrá ningún anuncio.

En segundo lugar, técnicamente, la propuesta, si no estaba pensada para usar las RIN del BCRP, es absurda. Para crear un fondo fiscal se requiere tener superávit fiscal, pues la plata no llega sola. Pero durante 2009 y 2010 el sector público ha sido deficitario.

Por otro lado, el 18 de enero último el gobierno publicó un decreto de urgencia para facilitar la promoción privada en determinados proyectos de inversión, algunas asociaciones público-privadas y concesiones de obras públicas de infraestructura. ¿A quién se le ocurre acelerar la construcción justo cuando la economía peruana está creciendo a ritmo chino y la inflación está en alza?

Por último, la semana pasada, el ministro nos sorprendió con la rebaja del IGV, complaciendo a García, quien había declarado que “en la medida en que no se caiga en ninguna exageración, es una buena medida idea reducir el IGV”. (Gestión 09/02/11). Este es el peor error de política macroeconómica de esta administración.

En primer lugar, si estamos creciendo por encima de nuestra tendencia, a 10% anual, hace rato se necesita poner en marcha una política fiscal contractiva, no una política expansiva. El auto está en bajada, a 140 por hora, y el chofer se baja a empujarlo. ¡Dónde se ha visto!

En segundo lugar, por la amenaza de la inflación, el BCRP ha subido su tasa de referencia desde 1.25% en mayo de 2010 a 3.5% en febrero último. El MEF, en lugar de ayudarlo, está estorbando. La bajada del IGV acelerará el crecimiento y la inflación, y el BCRP, dada esta zancadilla, tendrá que elevar fuertemente la tasa de referencia.

En tercer lugar, la presión tributaria de nuestro país es muy baja. García nunca ha entendido que solo con una presión tributaria alta se puede sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura. En su primer gobierno heredó una presión tributaria de 15% del PBI y lo redujo a 7.5% en 1990. En su actual gobierno, lo recibió en 16% y lo dejará en alrededor de 14% del PBI. Este 14%, además, está inflado por los altos precios de nuestros minerales. Si estos precios bajasen a sus niveles de 2005, la presión tributaria estaría en alrededor de 12% del PBI. Con esa presión tributaria, no hay mucho por hacer.

En cuarto lugar, como en todo país que se respete en materia de política fiscal, es en el auge, cuando la recaudación crece, el momento preciso para alimentar el Fondo de Estabilización Fiscal (FEF), tan útil en tiempo de crisis. Benavides ha preferido bajar el IGV y dejar calato el FEF.

Por último, se ha recurrido a la desacreditada teoría de Laffer según la cual se recauda más bajando la tasa impositiva. Esta teoría, a pesar de que no ha funcionado en ninguna parte del mundo, tiene aún adeptos locales. En Estados Unidos, con Reagan, se hizo el experimento y quedaron escaldados porque el déficit fiscal saltó al cielo. En el Perú, García también hizo la prueba al inicio de su primer gobierno, bajando el IGV de 10% a 5%, y ya sabemos lo que pasó. Pero si el ministro cree en esta teoría exótica, le sugerimos bajar el IGV, de una vez, a 10%.

Todavía faltan 5 meses

El ministro que se instale el 28 de julio próximo tendrá la difícil tarea de anular el daño que le ha hecho Benavides a la presión tributaria y restablecer el carácter contra cíclico de la política fiscal.

Antes de eso, sin embargo, los candidatos a ese cargo deben estar atentos a las próximas medidas de don Ismael. No vaya a ser que se le ocurra bajar otros impuestos –ha declarado que le gustaría bajar el impuesto a la renta– o extender la vigencia del óbolo minero por cinco años más.

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