sábado, 14 de mayo de 2011

40 AÑOS VES

SUPLEMENTOS






Cuarenta años de Villa El Salvador



Hace 40 años, el 11 de mayo llegó a la Tablada de Lurín LA PRIMERA gran oleada de personas que buscando un techo habían ocupado desde fines de abril un trozo de Pamplona Alta, muy cerca del Colegio La Inmaculada. Como eran pobres y al quedarse allí habrían molestado la cristiana paz de las familias llamadas “decentes”, DE VILLA Esolidaria, organizada a partir del principio de reciprocidad, tan importante para las mujeres andinas. Gracias a ellas fue posible ganar las batallas del agua, el transporte, la luz, la construcción de escuelas y colegios, y organizar los comedores populares, los comités para El vaso de leche, los Wawasi y la Federación Popular de Mujeres de Villa el Salvador, con María Elena Moyano.

Construir desde abajo una ciudad fundada en relaciones de reciprocidad y solidaridad, tratando de socializar el poder, significaba navegar río arriba; es decir, contra la corriente, tratando de evitar -por ejemplo- que en las farmacias, panaderías y grifos -todos comunales- se cobrasen altos precios. Gran parte de los partidos políticos, las iglesias católica y evangélica, las diferentes agencias del gobierno central y, luego, las ONGs trataron de entrar a ese nuevo espacio para tener el control de una pequeña parcela, su parcela, con sus dirigentes, con sus bases. Pudo más el caudillismo partidario que la ilusión de un movimiento autónomo; pudo más la fuerza del mercado y del poder político del Estado y sus socios y beneficiarios. En nombre de la distritalización, Michel Azcueta hizo lo necesario para dejar en el pasado a la CUAVES, a pesar de su formal adhesión en LA PRIMERA disposición municipal de 1983, y convertirse en un caudillo más, entre los miles que nuestro país produce.

A Sendero Luminoso no le gustó que un movimiento popular pretendiese ser autónomo. Impuso su regla de oro: con ellos o contra ellos, y acusando a María Elena Moyano de ser una agente del gobierno la mató mil veces, haciendo estallar su cadáver en mil pedazos con un cartucho de dinamita. Los senderistas quisieron matar también a Michel Azcueta, pero, felizmente, no lo consiguieron. Desde el asesinato de María Elena, SL perdió el apoyo popular que había conseguido y Villa el Salvador no pudo recuperar la fuerza de sus primeros años.

Cuarenta años después, está planteada la tarea de recuperar la memoria, de volver la mirada hacia los primeros pasos, al sueño de la CUAVES, para saber cuál fue el punto de partida. La reciprocidad andina como potencial está en Villa, por todas partes. Sólo hay que tener ojos para verla y volver a partir de ahí. Al mismo tiempo, las fuerzas del olvido siguen en campaña, con la ilusión de convertir a Villa en sede de grandes tiendas y edificios, en un “condominio” de nuevos ricos. Mi libro “Porvenir de la cultura quechua en Perú, visto desde Lima, Villa el Salvador y Puquio” (Fondo Editorial de San Marcos, Lima 2011, 634 pp.), que acaba de aparecer, podría ser útil como un recurso para guardar la memoria y para que los migrantes andinos nos organicemos y construyamos los puentes para defender políticamente nuestros derechos.

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