domingo, 1 de mayo de 2011

EL DESPOJO

CESAR LEVANO
El despojo




Se celebra hoy en el mundo el Día del Trabajador. En el Perú podríamos más bien conmemorar el día del despojo a los derechos del trabajador. Sobre todo desde Alberto Fujimori, nuestro país se ha convertido, por orden del Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial, en un desierto de los derechos laborales.

El balance es cruel. Hace 106 años, en 1905, en LA PRIMERA celebración peruana del Primero de Mayo, mi abuelo Manuel Caracciolo Lévano trazó el primer programa de reivindicaciones obreras. Lo hizo en la Federación de Obreros Panaderos Estrella del Perú, que desde ese momento se convertía en LA PRIMERA organización sindical del país, la cual enarbolaba en sus flamantes estatutos los principios de su acción: “aumento de jornales, descanso dominical, ocho horas de trabajo, supresión del trabajo nocturno, auxilios en los accidentes, invalidez y ancianidad”.

Una lucha heroica de masas arrancó precisamente esas conquistas. La jornada de ocho horas se impuso gracias al paro de los días 13 a 15 de enero de 1919. Hoy, por obra de Fujimori, Alan García y Alejandro Toledo, todo eso ha sido borrado del mapa social.

Más tarde, en octubre de 1928, José Carlos Mariátegui enumeró un conjunto de derechos. La mano firme del Amauta exigió en los Principios Programáticos del Partido Socialista:

“Reconocimiento amplio de la libertad de asociación, reunión y prensa obreras.

“Reconocimiento del derecho de huelga para todos los trabajadores.

“Establecimiento de los Seguros Sociales y de Asistencia Social del Estado.

“Cumplimiento de las leyes de accidentes del trabajo, de protección del trabajo de las mujeres y menores, de la jornada de ocho horas en las faenas de la agricultura”.

Obreros y empleados conquistaron en LA PRIMERA mitad del siglo XX esos y otros derechos, siendo los principales la jornada de ocho horas y el seguro social. Los trabajadores más jóvenes quizá no saben que sus padres gozaron de vacaciones pagadas de un mes, pago por horas extras, estabilidad en el empleo, compensación por tiempo de servicios.

En el Perú, el trabajador es un paria. Cuando busca defenderse mediante el sindicato, enfrenta el despido. El despido es en el Perú el arma de destrucción masiva de los sindicatos. Lo es desde el gran paro general de 1976, cuando el general Francisco Morales Bermúdez emitió un decreto que autorizaba el despido de los que habían encabezado esa lucha. Más de cinco mil dirigentes sindicales fueron arrojados a la calle.

Hoy mismo, debido a la rebaja del 1% en el impuesto general a las ventas que ha recortado gastos en el presupuesto aprobado en 2010, hay una ola de despidos.

Frente a esa marea antisocial que los Fujimori y los García encarnan sólo cabe la santísima trinidad de una respuesta: unidad, organización, lucha.

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