miércoles, 29 de julio de 2009

LA PALABRA DEL RUDO

El mensaje presidencial de este año fue ante todo kilométrico. Abundó en cifras sobre kilómetros de carretera, en la mejor tradición de Óscar R. Benavides, Manuel Prado y Fernando Belaunde. Pero no indicó a dónde llevan los caminos.En general, el norte visible del presidente Alan García es la región del norte: Chavimochic, Olmos, vías que tienen como epicentro el departamento de La Libertad. Su ruta preferida es la del Sólido Norte.Para variar, el local del Congreso parecía una sucursal del partido de la avenida Alfonso Ugarte. Barras compactas copaban todos los rincones del Palacio Legislativo. Lo que más me sorprendió fue que entonaran la Marsellesa aprista, incluidos los versos que advierten: “la amenaza del imperialismo / a los pueblos quiere dominar”.García debería ordenar una modificación de esa letra, que el sindicalista del Apra Arturo Sabroso escribió, copiándola, casi al pie de la letra, de la Marsellesa Anarquista.Una de las pocas novedades del discurso fue el anuncio de que negociará sobre el destino del gas peruano. “En ningún caso”, dijo, “el uso interno será sacrificado en beneficio de las exportaciones”.Sabe el primer mandatario que el sur de la República es como un tigre agazapado, a la espera de lo que ocurre con el gas que tanto necesita. Esperamos, por eso, que ésta no sea una gaseosa promesa coyuntural.García sabe asimismo hasta qué punto su régimen y su partido han sido estragados por la corrupción. Es este punto no se le ocurrió idea mejor que amenazar a los corruptos con aplicarles el nuevo Código Procesal Penal y confinarlos a la selva, a una prisión “que estamos construyendo” y que es literalmente utópica, en el sentido de que carece de ubicación. No es siquiera un proyecto.Hubiera sido mejor que indicara que a esa imaginaria colonia penal enviaría a sus ex ministros y funcionarios apristas que se han levantado millones de dólares.Nadie puede acusar a García de carecer de imaginación. No. Su fantasía, como en lo referente a la prisión selvática, no se encierra en la cárcel estrecha de la realidad.Su ataque rudo, impetuoso, no sólo se estrella contra el presente. Arremete también contra el futuro: está seguro de que el año 2010 creceremos seis por ciento.¿Cómo lo sabe? Nadie lo sabe.Se guía el presidente por una brújula personal: el optimismo febril. Eso lo llevó a proclamar: “Debemos llegar al 200 aniversario de nuestra independencia como un país del primer mundo”.Hubiera sido bueno que precisara cuántas toneladas de acero, cuántos millones de automóviles, cuántos millones de toneladas de aluminio, cuántos aviones, cuántas patentes científicas, producirá anualmente ese Perú incorporado al primer mundo.Seamos optimistas, como buenos peruanos. Alan García sabe las cifras exactas
(Cesar Levano)

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