domingo, 27 de septiembre de 2009

Dios no es de fiar


A sus 87 años y tras superar una grave enfermedad que lo tuvo al borde de la muerte, el Nobel de Literatura portugués, José Saramago, culminó hace poco su más reciente novela –y su tercer libro del año– Caín. En esta ocasión, Saramago hace una reflexión irónica sobre la religión, su carácter “esclavista” en la historia del ser humano y la sinrazón del algunos “engendros”, como el Antiguo Testamento.Desde su casa de la isla de Lanzarote, Saramago y su mujer, Pilar del Río, informaron hoy de la enhorabuena: la pulsión narrativa, la imaginación, la reflexión crítica y el pensamiento transgresor se volvieron a reunir en torno a la pluma del escritor portugués. Saramago, nacido en el pueblo de Azhinaga, en 1922, mantiene desde joven una relación tensa con la herencia doctrinaria y dogmática de la religión católica, la misma que sorbió desde pequeño, ya sea por pura tradición familiar o por los sucesivos regímenes totalitarios de su país, que siempre tuvieron como aliada a la Iglesia de Roma.Saramago, quien defiende y abraza las ideas comunistas, no es la primera vez que utiliza algún pasaje bíblico o alguna de las metáforas que abundan en la literatura católica para convertirlos en su propia narrativa, como ocurrió en 1991 con la publicación de El Evangelio según Jesucristo, una novela que fue prohibida en su país durante años (siendo ya una “República laica”) y que precipitó su salida de Portugal para asentarse definitivamente en la isla de Lanzarote. La nueva novela de Saramago se publicará en octubre y se presentará en Lisboa. La primera persona que la ha leído es su traductora y compañera, Pilar del Río. Desde su casa isleña, el propio Saramago señaló sobre su libro: “Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?”, se preguntó el Nobel de Literatura.“Algunos tal vez vuelvan a crucificarme, pero el espectáculo será menos interesante (que cuando publicó El Evangelio…). El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado. Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro”.

Armando G. TejedaVisiones Alternativas

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