domingo, 23 de agosto de 2009

La querida y reaccionaria “Selecciones” ha quebrado

Ariel Dorfman fue quien mejor trabajó la importancia de la revista “Selecciones” en el campo de la lucha ideológica. Quizá algunos melancólicos recuerden su trabajo “Reader`s nuestro que estás en la Tierra” o aquel de “La teología del Reader’s”, en los años de la denuncia del Pato Donald con Armand Mattelart.El mensuario “Selecciones” era el más eficaz propagandista del conservadurismo pro norteamericano porque llegaba a vender, en los años 50 y 60, hasta 100 millones de ejemplares en sus 48 ediciones en 19 lenguas. Un adversario temible para los contestatarios del sistema.Pero si bien era el enemigo principal de los que denunciaban la política norteamericana, debemos reconocer que era una joya del periodismo. Qué bien la escribían. Qué artículos magníficos nos brindaba. Cada entrega mensual era una lección del oficio y en particular de crónica. No sé cómo estará ahora pues hace mucho que no la veo pero no puede ser como antes porque ya no están los famosos hermanos Cárdenas Nanneti, los colombianos que fundaron la versión en castellano que circuló a partir de 1940, en el momento justo para odiar a los enemigos del mercado libre, primero los alemanes, luego los japoneses, los comunistas, los cubanos, los vietnamitas, los musulmanes…Y ahora el cable nos dice que la empresa se declarará en quiebra para refinanciar casi dos mil millones de deudas acumuladas.El negocio editorial que fundó el famoso Dewitt Wallace parecía el más sólido del mundo, el que resistiría la crisis porque su público parecía inamovible y fiel. Sin embargo, hasta Selecciones está siendo abandonado y ya no se vende como antes.Recordemos algunas de sus secciones: “La risa, remedio infalible”, donde a veces brillaban los “sinlogismos” de Sofocleto; “Mi personaje inolvidable” de crónicas perfectas; “Enriquezca su vocabulario” que nos tendía trampas; la novela condensada, que era un prodigio de síntesis de textos famosos. En el Perú era imbatible en los quioscos y tanto que los representantes fundaron su propia distribuidora, “Diselpesa”, un gran edificio en la avenida Arequipa (hoy Instituto) donde se daba ejemplares a los canillitas a condición de que compraran otras revistas. Es decir, “salía con hueso”. Por años encabezó la lista de revistas más vendidas.Todo eso se acabó sencillamente porque ya no se lee como antes o la oferta es enorme, aquí y en los Estados Unidos donde hasta “Playboy”, otro gigante editorial está derrumbándose derrotado por el porno “free” en Internet.Hay que releer la vieja “Selecciones del Reader’s Digest”. Todavía se consiguen ejemplares en Quilca, o Amazonas o Camaná. Y me darán la razón sobre su enorme calidad periodística y literaria.

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