sábado, 27 de noviembre de 2010

LA I9ZQUIERDA DESUNIDA

CESAR LEVANO


Algunas organizaciones de izquierda y varios movimientos sociales parecen haberse embriagado con los avances que lograron en las recientes elecciones municipales, particularmente en Lima. Sólo así me explico que no se hayan percatado de que la próxima lid electoral va a ser una guerra asimétrica, en que la derecha detenta no sólo el poder económico, sino también el político y el mediático, y que si no se unen, o si se unen demasiado tarde, habrán labrado una victoria aplastante de la derecha.

El peligro podría ser sintetizado en una frase: con la izquierda desunida, la derecha jamás será vencida. Cuando digo izquierda me refiero a todas las fuerzas democráticas, progresistas, nacionalistas y patrióticas.

El nudo gordiano es la relación entre los partidos de la izquierda tradicional y el Partido Nacionalista de Ollanta Humala. Los dirigentes de aquella insisten en que todavía no hay acuerdo. Sería bueno que dijeran por qué. En la política, como en la guerra, el tiempo es decisivo. Dijo Vallejo: “El tiempo tiene un miedo ciempiés a los relojes.”

Se informa que la izquierda y Humala siguen debatiendo. Debiera indicarse también por qué razones no arriban a un acuerdo. El simple hecho de la reticencia o el silencio hace sospechar lo peor: que alguno de los partidos de izquierda, guiados por la soberbia, estén exigiendo altos cupos de curules.

Recuerdo que, hace tiempo, cuando dirigentes muy destacados de Patria Roja declararon que había que apoyar a Humala, me sentí sorprendido, porque esa postura no estaba avalada por un debate previo, una consulta a bases y, sobre todo, un acuerdo programático.

Ahora hay hasta una propuesta programática del Partido Nacionalista. Fue dada a conocer el 17 de octubre, hace más de un mes. ¿Existe acaso desacuerdos sobre esa plataforma? Debería decirse, precisando cuáles son.

La propuesta abarca diez puntos: Renovación política democrática. Economía nacional de mercado. Erradicación de la corrupción. Recuperar soberanía sobre los recursos de la nación. Descentralización con participación. Trabajo y pensiones dignas. Educación y salud para todos. Vida segura. derechos humanos y paz social. Integración regional y globalización solidaria.

Algunas organizaciones populares y laborales han declarado su acuerdo con esa propuesta, pero han precisado que ésta debe ser complementada con demandas sindicales, regionales y amazónicas. En más de un caso, reconocen el peso político adquirido por el Partido Nacionalista.

He ahí una demostración de sensatez y reacción rápida. Los partidos políticos, que deberían ser los guías, tienen que ser guiados. Y sacudidos de todo letargo electorero que les impida prepararse para la implacable guerra electoral que se avecina. El oportunismo pone en peligro la oportunidad.

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