martes, 9 de agosto de 2011

EXAMENES




Admisión de los exámenes



Javier Sota Nadal

Opinión Arquitecto
Los exámenes que analizan lo orgánico e inorgánico son y pisan fuerte. Pero cuando se trata de medir el software que las personas tienen en la cabeza, la consistencia se evapora y los resultados son arbitrarios. Claro, medir hematíes y leucocitos en una muestra de sangre o la cantidad de oro en una roca mineralizada es objetivo, porque intervienen procedimientos mecánicos y químicos, y lo invisible se torna visible, se observa la cuantía de los elementos que se busca. Pero, para la mente humana no existe nada parecido.

Lo dicho viene a colación a raíz de la suspicacia que despiertan, entre nosotros, los exámenes a quienes aspiran a ingresar a la universidad o a la Carrera Pública Magisterial.

En los exámenes objetivos se busca directamente en la muestra elementos materiales, por ejemplo: células, oro. En cambio, en los subjetivos el proceso es indirecto: a través de preguntas y respuestas se evalúa en las personas elementos inmateriales como conocimientos e inteligencia.

Los exámenes objetivos se pueden – y se deben- repetir una y otra vez, hasta alcanzar certeza en los resultados; los subjetivos no se repiten, de ahí que, sólo miden un momento, quizá no el mejor, del sujeto que se examina. Se parte de un estándar objetivo, frente al cual se comparan los resultados obtenidos para determinar, por ejemplo, si existe posibilidad económica de explotación o presencia de alguna enfermedad.

En los subjetivos sólo existe nota aprobatoria, puntaje arbitrario que asume que quien sabe más del 50% de una prueba sabe bien. Y una prueba no es sino un conjunto arbitrario de preguntas, algunas de ellas irrelevantes o mal formuladas y otras admiten más de una respuesta.

Estas son algunas consideraciones por las que a los docentes nos abruma decidir si un alumno o alumna aprobará o no; más aún si se trata de un examen de admisión.

Quien mejor lidia con este problema, a mi parecer, es la UNI. La admisión comprende 3 exámenes en fechas distintas. Mide 3 momentos del postulante y no solo uno. Mantiene un Banco de Preguntas. Las preguntas pasan un control de pertinencia: se descartan las fáciles y muy difíciles. Solo se aceptan las que poseen capacidad discriminatoria. La razón es que las fáciles las responden todos, las difíciles nadie y la UNI prefiere clasificar a los alumnos de mayor a menor puntaje, antes que validar el infundio de Nota Aprobatoria. De esta manera si las vacantes son 1,000 y postulan 8,000, ingresaran los 1,000 primeros, en estricto orden de puntaje.

Propongo este modelo para el ingreso a la Carrera Pública Magisterial, que medirá mejor la calidad del Magisterio, no lo herirá con aquello que “resulté jalado” y tampoco levantará falsas expectativas con “tengo nota aprobatoria y no he ingresado” y el Estado modulará con transparencia la cantidad de maestros que deben ingresar cada año a la Carrera.


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