martes, 16 de agosto de 2011

LUIS E

ESCRIBE: JESÚS RAYMUNDO TAIPE
Los tiempos han cambiado en el país. Gracias al indigenismo,
los pueblos andinos y sus culturas participan en
la vida nacional y ya no se piensa, como antaño, que el
indio o el cholo son razas degeneradas. Hoy, los intelectuales,
los políticos y la sociedad urbana le prestan mayor atención a
este segmento de la población nacional que había sido relegado
por mucho tiempo.
MUNDOS OPUESTOS
A inicios del siglo pasado no existía en el país una corriente de pensamiento
que rescatara los valores del indio y nadie se preocupaba
por defenderlo. Luis Eduardo Valcárcel, figura emblemática de la
escuela indigenista cusqueña, cuenta en Memorias, que tuvieron
que luchar contra el prejuicio generalizado sobre la inferioridad del
indio y la fatalidad de su condición. "Hubo que batallar firmemente
para abrirse paso en ambiente tan adverso".
La vida en las comunidades indígenas era paupérrima,
incluso peor que en la época de la Colonia. Los indios pagaban
tributos en las haciendas y prestaban servicios en las casas de
los patronos. Los peones de los campos eran castigados cuando
incumplían órdenes o robaban un producto, y los sirvientes de la
REIVINDICACIÓN EN LOS ANDES
Tiempo de cambios
El indigenismo es el
acontecimiento cultural
más importante de la
historia republicana.
Sus aportes han
sido acogidos por los
intelectuales peruanos,
se proyectaron en
diversas esferas y
han influido en la
interpretación de la
realidad del Perú. Su
figura central es el
intelectual moqueguano
Luis E. Valcárcel.
Lunes 14 de marzo de 2011 • 7
APORTE
(EL INDIGENISMO) SE CONVIRTIÓ EN UNA DOCTRINA Y EN UNA
VISIÓN DEL MUNDO QUE VALORIZABA A LOS POBLADORES
INDÍGENAS COMO HEREDERA DE LA CIVILIZACIÓN INCAICA Y
RESCATABA SUS APORTES A LA CULTURA UNIVERSAL.
ciudad recibían palizas y azotes cada vez que se equivocaban.
Sin embargo, las voces de protestas eran escasas.
José Tamayo Herrera comenta, en su obra Historia del
indigenismo cuzqueño, que hasta los primeros años del siglo
pasado el indio era visto sin ninguna dignidad ni importancia. "Era
considerado como el residuo de una raza que había degenerado
y para la cual no se veía ninguna esperanza de redención o
mejoramiento. La explotación del indio era considerada como
necesaria, natural e inevitable".
El surgimiento de la corriente indigenista cusqueña fue estimulada
por dos grandes coyunturas. El primero fue el incremento
de las demandas regionalistas y anticentralistas en el sur del Perú.
La segunda fueron las reformas y las innovaciones en el interior
de los círculos y las instituciones académicas, en las que se
introdujeron el positivismo y el evolucionismo spenceriano. Influyó
también el aumento de los medios de difusión cultural.
TEMPESTAD EN EL SUR
La primera huelga universitaria del Sudamérica se realizó en el
Cusco el 7 de mayo de 1909. Fue el inicio del gran cambio. Un
grupo de estudiantes de la Universidad Nacional San Antonio Abad
del Cusco buscaba transformar las estructuras de la enseñanza.
Después editaron el boletín La Sierra, donde participaron Luis E.
Valcárcel y otros jóvenes intelectuales que formaron la Escuela
Cusqueña, que puso al indigenismo en el centro del debate
político e ideológico del país.
Valcárcel recuerda que al reabrirse la universidad la difusión
del indigenismo fue más amplia. "Paulatinamente dejó de ser
simplemente la defensa de las comunidades y la denuncia
de los ataques que sufrían por parte de los gamonales o de
las autoridades". Se convirtió en una doctrina y en una visión
del mundo que valorizaba a los pobladores indígenas como
heredera de la civilización incaica y rescataba sus aportes a la
cultura universal.
Su figura es central en la historia del indigenismo en el Perú.
Su nombre figura en todos los estudios y ensayos que se han
redactado sobre el tema. A los 16 años colaboraba con artículos
literarios y ensayos históricos en El Sol y El Comercio de Cusco.
En 1917 fue catedrático de historia de la universidad donde
estudió y en 1920 asumió la dirección del Museo Arqueológico.
En 1930 cambió de residencia, al ser nombrado director del
Museo Bolivariano, en Lima.
En su juventud se indignó ante el maltrato que recibían
los indígenas y el abandono en la que vivían. Karina Pacheco
Medrano, autora de Incas, indios y fiestas, lo califica como un
"indigenista radical, beligerante y no pocas veces panfletario".
Una muestra de esta etapa es Tempestad en los Andes, en que
auguraba que un día alumbrará el Sol de Sangre (Yawar Inti) y
las aguas se teñirán de rojo, porque sangra el dolor del pueblo,
entonces surgirá la venganza.
En la obra plantea drásticamente un antilimeñismo y reclama
para los cusqueños la predominancia en la conducción del país.
"El Cuzco y Lima son, por la naturaleza de las cosas, dos focos
opuestos de la nacionalidad. El Cuzco representa la cultura madre,
la herencia de los Inkas milenarios. Lima es el anhelo de adaptación
a la cultura europea. Y es que el Cuzco preexistía cuando llegó
el Conquistador y Lima fue creada por él, ex nihilo".
MIRADA TELÚRICA
El paso del tiempo y el cambio de residencia influyeron
en Valcárcel, quien no solo moderó su tono radical, sino
también amplió y enriqueció sus análisis históricos con sus
estudios de la cultura andina. Javier Ávila Molero afirma en
No hay país más diverso que Valcárcel concebía al Perú
casi como dos países diferentes y antagónicos. En la costa
se ubicaba el moderno e histórico, y en la sierra florecía el
indio y natural.
En un contexto en que un grupo de intelectuales asociaba lo
esplendoroso con los incas y lo despreciable con los indígenas,
insistió en la continuidad entre el pasado inca y el presente
indio. Para el investigador indigenista, los cursos de Historia
del Perú se caracterizaban por una visión que enfatizaba los
acontecimientos políticos y militares. Por eso apostó por un
cambio en el enfoque, que se basó en la perspectiva etnológica
para estudiar el pasado.
En Lima, desde que hace un siglo se encendió el debate
en torno a la esencia del Perú, si es nación o país, se ha
avanzado en el reconocimiento de las diferentes tradiciones
culturales que construyen su historia. Hoy, la postura de los
intelectuales conocidos como "la generación del 900", que
defendían la ruptura entre el pasado incaico y el presente
indígena, carece de sentido en el imaginario nacional.
LA GRANDEZA DEL INTELECTUAL
Luis E. por dentro
ESCRIBE: JOSÉ VADILLO VILA
EPÍGRAFE
El Perú es indio y lo será mientras haya cuatro millones
de hombres que así lo sientan, y mientras haya una
brizna de ambiente andino, saturado de las leyendas
de cien siglos.
¡El Perú es indio!
Tempestad en los Andes, Luis E. Valcárcel.
1Tal vez siguiendo a su padre, que firmaba como Domingo
L., lo de Eduardo lo redujo a una simple E secundada
por un punto. Y pasó con esa peculiaridad a posar para la
eternidad: Luis E. Valcárcel, antropólogo e historiador de
letra mayúscula.
Como Luis E. rubricó los documentos oficiales y también
los escritos familiares, como las partidas de sus hijos, Ana,
Frank y Margot, que llevan esa E. distintiva.
Los tres hijos de Valcárcel viven. Margot, la menor, es una
señora que ronda los 80 años de edad. En su departamento
sanisidrino, deshilvana con nosotros el recuerdo del padre
intelectual.
Sí, los Valcárcel son longevos. Don Luis falleció hace más
de dos décadas, tras la Navidad de 1987, en Lima, tenía 96 años
de edad. Salvo los últimos dos años de su vida, el historiador
siempre se mantuvo lúcido. Lo que le desmejoró, cuentan, fue
la muerte de su esposa Martha, con quien estuvo casado por
más de 60 años, desde que él tenía 23 años y ella, 16.
"Ella siempre estuvo a su lado, aunque no viajaba con
él", comenta Margot, quien se convirtió en el brazo derecho
del padre porque Ada, la mayor, se casó muy joven, y Frank
Por más de medio
siglo XX, Luis E.
Valcárcel fue uno de
los intelectuales más
respetados del país.
Puso el tema del indio
en la agenda del país.
Ahora se celebran 120
años de su nacimiento.
8 • VARIEDADES
PERFIL
viajó a Estados Unidos, de donde volvería solo muchos años
más tarde.
Margot había aprendido con los peones de la hacienda
familiar cusqueña el quechua de los indígenas y en el colegio,
el francés y el inglés, y acompañó a su padre a sus viajes, o
cuando fue profesor en la universidad de Cornell, en Harvard,
en Columbia e inclusive dictó un curso en Bonn, Alemania.
La señora Valcárcel se ríe porque ella, la hija del famoso
defensor del indigenismo, paradójicamente se casó con un
español. Y su padre había escrito en su famoso Tempestad
en los Andes (1927): "Nuestra historia es la tragedia de esta
lucha. El hombre de ultramar y el aborigen, en este duelo
gigantesco, no cejan en su empeño de afirmar su ser, sin
doblegarse a la fatalidad del sino."
En cambio, Martha, la esposa, era muy casera. Prefería
la hacienda en el Cusco (el único recuerdo de esa hacienda
es una cruz que doña Margot tiene en su sala). Y cuando
Luis E. fue llamado para que dirija el Museo Bolivariano y
dicte cátedra en la universidad de San Marcos, y la familia
HAY IMÁGENES DE
VALCÁRCEL EN MACHU
PICCHU, CIUDADELA QUE
VISITÓ INNUMERABLES
VECES, PARA
ESTUDIARLA Y DIFUNDIR
LA CULTURA INCAICA.
SI BIEN EL EXPLORADOR
GRINGO HIRAM BINGHAM
PUBLICÓ LIBROS SOBRE
MACHU PICCHU,
EL DE VALCÁRCEL FUE
EL PRIMER ESTUDIO DE
UN PERUANO Y SUS
APORTES HASTA AHORA
CONTINÚAN...
se mudó al limeño distrito de Miraflores, la esposa siempre
prefirió quedarse dirigiendo la casa.
2"¿Sabe usted que mi padre se batió a duelo?", me pregunta
risueña la señora Margot. Y no puedo imaginarme al intelectual
en medio de un duelo con espadas. Sí, Valcárcel se
batió a duelo en su juventud con un tío lejano. Debió ser por
un asunto de damas, que solo entienden los caballeros. Claro,
al maestro no le gustaba mucho que se hable de ese episodio
de su juventud, pero las anécdotas en su vida lo siguieron, a
pesar de su reserva.
Valcárcel, para lograr la prolijidad –escribió alrededor
de 30 libros, además de innumerables artículos en diversos
diarios–, tuvo un horario para cada cosa. Inclusive de anciano:
los domingos eran familiares, y llevaba a sus nietos a cortarles
el cabello en el jirón de la Unión, me dice Fernando Brugué,
el menor de los ocho nietos, quien ha retornado al Perú para
celebrar a lo grande los 120 años del natalicio de su abuelo.
Siempre que no estaba de viaje o dictaba clases, Luis E.
Valcárcel desayunaba a la misma hora y luego trabajaba en
su estudio por unas horas, sin encerrarse, solo pidiendo que
en casa no haya mucho ruido.
"Era callado, tranquilo y pacífico aún en los peores momentos,
pero al mismo tiempo siempre estaba pensando", lo
recuerda doña Margot. Evoca la casa en Miraflores donde
cada domingo por la tarde el maestro Valcárcel recibía a los
universitarios sanmarquinos que le requerían. Como era muy
correcto y trataba a todos con respeto, venía también mucha
gente a pedirle consejos.
3 Valcárcel decía que era un hombre que había vivido tres
siglos: había nacido en el siglo XIX, vivió todo el siglo XX
y se proyectaba al siglo XXI.
Y su archivo va con el tamaño de su obra. Más de 35
mil documentos que la familia ha puesto bajo custodia en la
Biblioteca Nacional de San Borja. Con ellas están ocho mil
imágenes, consideradas la colección fotográfica antropológica
más importante del país, con imágenes de Chambi, Loayza
y otros.
Hay imágenes de Valcárcel en Machu Picchu, ciudadela
que visitó innumerables veces, para estudiarla y difundir la
cultura incaica. Si bien el explorador gringo Hiram Bingham
publicó libros sobre Machu Picchu, el de Valcárcel fue el primer
estudio de un peruano y sus aportes hasta ahora continúan:
tanto su carácter mágico-religioso como la teoría que fue
construida por Pachacútec.
4Cusco fue una palabra sagrada para este intelectual moqueguano.
Ahí aprendió algunas palabras en quechua,
lo acercó a la realidad de los indígenas y aprendió de las
grandezas de la cultura andina milenaria.
El destino le dio muchos nexos familiares e intelectuales
con la urbe incaica. Su esposa y sus tres hijos nacieron en el
Cusco; con José Uriel García y Félix Cossío formó el grupo
Resurgimiento, que levantó la ciudad pidiendo al Gobierno
Central una reforma de la universidad del Cusco, que estudie
la realidad peruana y cusqueña.
RECUERDOS
Lunes 14 de marzo de 2011 • 9
REEDICIONES
EN CAMINO
Por los 120 años del nacimiento de Valcárcel, el Fondo
Editorial del Congreso publicará Del nacionalismo
andino a la antropología peruana, una antología de
textos esenciales de Valcárcel; la editorial Bruño hará
una edición para estudiantes del ensayo Ruta cultural
del Perú (1945), en la que el intelectual analizó el nacimiento
de la palabra Perú y se adelantó en el análisis
de la gastronomía nacional. Dicho libro tuvo prólogo
de José Carlos Mariátegui y colofón de Luis Alberto
Sánchez. El Fondo de Cultura Económica publicará
en 10 países su libro Historia del Perú antiguo.
APUNTES
• Desde el viernes 4 de
marzo, la Casa de la
Literatura Peruana (Jr.
Áncash 207, Estación
de Desamparados,
Lima) presenta el
Homenaje a Luis E.
Valcárcel. La muestra
temporal, en la Sala
15, estará abierta
hasta el 5 de junio.
Ingreso libre.
• A partir del jueves
17, el cuarto piso
del Museo de la
Cultura Peruana
también presentará la
exposición temporal
denominada Luis E.
Valcárcel, un forjador
del Perú.
COMO PERIODISTA, AYUDÓ A DIFUNDIR LOS APORTES DE LA CULTURA INCAICA LOGRANDO SER
CONSIDERADO EL GRAN DIFUSOR DE LA CULTURA PERUANA EN LA DÉCADA DE 1930. VALCÁRCEL
TAMBIÉN LLEGÓ AL FRENTE DE LA DELEGACIÓN PERUANA QUE SE PRESENTÓ POR MÁS DE UN MES
EN EL TEATRO COLÓN DE BUENOS AIRES...
Fernando Brugué, nieto de Luis E., explica que en Cusco,
Valcárcel vio la llegada de la modernidad, del telégrafo, del
ferrocarril, de la electricidad, a inicios del siglo pasado. Fundó
el Instituto Histórico del Cusco para controlar el tráfico de
piezas arqueológicas, y como instructor departamental del
Cusco, defendió las zonas arqueológicas y los muros incas
de la ciudad.
Aunque llegaron a tener con los años una relación cortés,
Valcárcel tuvo entre ceja y ceja al gringo Hiram Bingham cuando
este llegó al frente de la expedición de la universidad de Yale;
Valcárcel denunció que los de Yale exploraban zonas en las que
no habían pedido permiso, y persistió para solo prestar las piezas
incas a Yale, aunque los gringos no cumplieron su palabra.
5Como periodista (fue director de El Comercio del Cusco y
corresponsal de La Prensa de Buenos Aires por 12 años,
entre otros trabajos periodísticos), ayudó a difundir los aportes
de la cultura incaica logrando ser considerado el gran difusor
de la cultura peruana en la década de 1930. Valcárcel también
llegó al frente de la delegación peruana que se presentó por
más de un mes en el teatro Colón de Buenos Aires, y luego
recorrió La Paz, Montevideo y México, dando a conocer la
cultura inca.
Parecía que había sido buena idea no hacerle caso a su
padre, que quería que fuera cura. Y haber tenido un espíritu
interdisciplinario, estudiando letras, jurisprudencia, ciencias
políticas y administrativas, le permitió fundar la etnología, que
permite estudiar a culturas ágrafas, como la peruana, con base
en una mirada que integra varias ramas del saber.
Y el grito en defensa del indio de este, el único catedrático
emérito de todos los museos del Perú, remeció hasta la lejana
Lima que solo sabía mirar a Europa. Los peruanos aprendimos
a mirar tierra adentro.

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