jueves, 8 de octubre de 2009

Todo por una guinea

Supongamos que usted es una persona medianamente informada de lo que ocurre en el mundo y lee el titular “Masacre en estadio de Guinea”, enterándose de que 60 manifestantes de oposición a la Junta Militar fueron asesinados brutalmente por fuerzas policiales durante un evento de protesta contra el capitán Musa Dadis Camara, el golpista que heredó el gobierno de otro golpista, Lansan Conte, quien estuvo en poder durante 24 años.
Supongamos que usted se da por enterado y ya conoce los aspectos básicos de la noticia, como para relacionarla a otros sucesos que ocurren en África o a nociones que la mayoría tenemos sobre ese continente: golpes, dictaduras militares y civiles, hambre, violencia, miseria, etc.
Supongamos, ahora, que al enterarse de la noticia decide usted saber más. Entonces entenderá la complejidad de los conflictos de África. Quizá se sorprenda que hay tres países con el mismo nombre: Guinea-Conakry, ex colonia francesa, que es en donde ocurrió la masacre; Guinea-Bissau, ex colonia portuguesa, y la Ecuatorial, dominada en el pasado por España. Luese dará cuenta de que sus nombres se relacionan al Golfo de Guinea, y quizá aprenda que el nombre de la moneda “guinea” se origina por las transacciones que hacían los británicos, quienes acuñaron monedas con el oro importado de Guinea.
Supongamos que ocurre todo ese proceso en su mente, entonces usted entenderá cómo en casi toda África, durante el período de independencia de sus actuales países, una elite sustituyó a la de los colonizadores, y perpetuó los mismos vicios de sus dominadores : discriminación, corrupción y militarismo. Entonces se le hará muy claro el contexto de aquella noticia sobre Guinea, y entenderá que prácticamente solo le llegarán noticias de Guinea-Conakry cuando haya una cifra alta de muertes.
El problema de explicar a África en occidente, tal como lo expresó Ryszard Kapuscinski, es el de traducir en lenguaje una civilización de supervivencia a una civilización de desarrollo, y lo mismo se podría decir sobre la dificultad de hacer análisis sobre lugares ante los cuales los medios suelen ser indiferentes al sufrimiento de sus pobladores.

Por Ariel Segal

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