miércoles, 31 de marzo de 2010

FLORES GALINDO

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.Manuel Burga

Alberto Flores Galindo murió el 26 de marzo de 1990 y la próxima semana se cumplen 20 años de su muerte. Tenía 40 años cuando murió y el mundo ya había ingresado visiblemente a lo que es hoy, una realidad dominada por la debacle de los socialismos realmente existentes y el triunfo de los neoliberalismos y la economía de mercado. Se había producido un indudable cambio político, un cambio de época, el fin del corto siglo XX, como decía Hobsbawm, pero en el fondo –en el tiempo de la economía– perduraban, y perduran, los mismos modelos económicos. El industrial vigoroso, renovado por la informática y las tecnologías de la comunicación, en los países desarrollados y el primario exportador, adornado por los TLC y las TIC, fuertemente enraizado en países como el nuestro.

¿Qué hemos cambiado en los últimos 20 años? Somos evidentemente más, con una pobreza proporcionalmente mayor y con servicios públicos, como seguridad, salud y educación, deficientes y aún deteriorados. La guerra interna ha sido costosa y la pacificación aún más, material y espiritualmente. En estas circunstancias quisiera recordar a AFG, en realidad darle la palabra, retomar su “Carta a los amigos”, del 14 de diciembre de 1989, donde se reafirma en sus convicciones políticas por construir un futuro mejor, de mayor justicia, que ahora nos parece aún tan lejano: “En otros países el socialismo ha sido debilitado; aquí, como proyecto y realización, podría seguir teniendo futuro, si somos capaces de volverlo a pensar, de imaginar otros contenidos.

Esto no es la moda. Es ir contra la corriente. También debemos enfrentarnos a los cultores de la muerte o a aquellos que sólo piensan en repetir las recetas de otros países. El desafío creativo es enorme. ¿Podremos?”.

El cambio de época y la terrible experiencia destructiva del siglo XX, en particular de Sendero en nuestro país, hace que la pregunta de AFG sea pertinente para todos: ¿Podremos encontrar un camino propio?

No expresó mucho entusiasmo cuando se preguntó por los intelectuales: “La mayoría de los intelectuales y demasiados dirigentes políticos de izquierda, hemos perdido la capacidad de vivir y sentir la indignación”. Quizá quería decir que sin indignación no existe estímulo para buscar un camino propio. Pero agregaba inmediatamente, “El socialismo no debería ser confundido con una sola vía. Tampoco es un camino trazado. Después de los fracasos del estalinismo es un desafío para la creatividad. Estábamos demasiado acostumbrados a leer y repetir. Saber citar. Pero si se quiere tener futuro, ahora más que antes, es necesario desprenderse del temor a la creatividad. Reencontremos la dimensión utópica”. (…) “Lo cierto es que, como en pocos sitios, hemos sido una intelectualidad muy numerosa, pero a la vez poco creativa. Incapaces de dar a nuestro propio país la posibilidad de un marxismo nuevo. Intelectuales y políticos ignoran el pasado, la historia, lo que han sido”.

La historia misma nos ha llevado por los caminos de la actualidad: hemos perdido la fe en la dimensión utópica, en el futuro, en las ilusiones. Algunos modelos políticos del siglo XX parecen definitivamente agotados, obsoletos, sobre todo los modelos autoritarios, los que ahora aparecen grotescos en algunos países de AL, como realidad o proyecto, en manos de caudillos militares. Alberto Flores Galindo nos dejó esa lección de dignidad, indignación, afecto, convicción y fe en el futuro. Entre sus “Cartas de Francia. 1973 – 1974”, que aparecerán muy pronto, y su “Carta final”, encontramos al mismo intelectual, polémico, sensato, reclamando por mirar el pasado para encontrar el camino propio. Ahora, agobiados por la corrupción, la economía de mercado, un APRA neoliberal y un fujimorismo popular, necesitamos recordar estas lecciones de dignidad y esperanza para volver a pensar creativamente.

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