domingo, 25 de abril de 2010

ALERTA SOBRE EL AGUA

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Juan de la Puente (*)
El PNUD presentó esta semana el Informe de Desarrollo Humano denominado “Por una Densidad del Estado al Servicio de la Gente”, quizás el más revelador de los últimos años. Su mayor novedad es el Índice de Densidad del Estado (IDE), un instrumento que permite medir la capacidad de gestión del Estado en el territorio, en este caso en el ámbito provincial, a través de la provisión de servicios básicos.
El IDE resuelve la dicotomía obsoleta entre Estado grande vs. Estado pequeño, o entre Estado fuerte vs. Estado débil, situando la discusión en términos de la cobertura y de la calidad de los servicios. El concepto de densidad, usado en las ciencias exactas para estimar el contenido de un volumen, importado al análisis del Estado implica apreciar si el Estado cubre el territorio y la eficiencia de su desempeño. Para medir esa eficiencia el PNUD ha tomado cinco indicadores: identidad, salud, educación, agua y saneamiento y electrificación. Las críticas podrán señalar el número de indicadores faltantes; no obstante, el IDE peruano ha empezado a construirse y es de esperar que los siguientes incluyan otras variables.
El informe cruza los Índices de Desarrollo Humano (IDH) y el IDE, encontrando que las desigualdades son resistentes allí donde lo público deja de intervenir con eficiencia. Ratifica el carácter crucial de la intervención del Estado como distribuidor u orientador de los beneficios del crecimiento, conclusión que cuestiona, una vez más, la utopía arcaica del mercado como único repartidor de bienestar.
En la perspectiva del informe, las desigualdades territoriales implican brechas a llenar con la acción del Estado, la sociedad civil y el mercado.
Los primeros IDE revelan una frágil y poco equilibrada relación entre el Estado y el territorio. Registran una mayor densidad de servicios en la costa, en zonas inmediatas a Lima, en las capitales de departamento y en ciudades principales. En ese marco, los IDE más altos los tienen Lima, Arequipa y Tacna. En cambio, hay una baja densidad estatal en la sierra central (Huancavelica y Huánuco), en la sierra norte (Cajamarca) y en la selva central y nororiental (Ucayali, San Martín, Loreto y Amazonas).
Según el informe estos desequilibrios se reproducen en cada departamento. Por ejemplo, en La Libertad el Estado es más eficiente en las 5 provincias costeras que en las 7 provincias andinas. Otro dato crucial, que cuestiona el egoísmo de las facultades de medicina que se oponen a la creación de otras nuevas, es que solo 42 provincias alcanzan o superan el estándar internacional de 10 médicos por 10 mil habitantes. La provincia de Anta (Cusco), por ejemplo, tiene 1,5 médicos por 10 mil habitantes.
El informe lanza una alerta grave sobre el problema del agua. El recurso hídrico peruano es abundante (por ahora), pero mal distribuido. Tenemos el 4,6% del agua del planeta pero 18 millones de peruanos consumen casi el 2% del agua en el Perú. ¿Dónde va el resto? En la costa se arroja al mar el 53% del agua, mientras que once cuencas del Pacífico peruano, entre las que se encuentran las cuencas Motupe, Chillón, Rímac, Ica, Chili y Caplina están en condición de escasez.
En esa perspectiva habría que recordar que desde diversos sectores se identifica al agua como un problema macroeconómico, luego de hacerse patente la ecuación explosiva deshielo/riego/población. La Autoridad Autónoma del Agua (ANA) ha señalado que el 2009 se detectaron en el país 244 conflictos hídricos, de los cuales 58% corresponden al uso, 19% a la gestión, 18% a la disponibilidad y 5% al acceso

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