domingo, 25 de abril de 2010

Los festivales de Puruchuco

Gestor. Recuperamos un texto del gran investigador Arturo Jiménez Borja, aparecido en este suplemento en 1964 (*) y que nos enseña a valorar y usar nuestro patrimonio ancestral.
Por: Arturo Jiménez Borja
Al llegar a Lima el verano el museo de Puruchuco presenta los sábados por la noche espectáculos de música y danza indígenas. Se utiliza como escenario la serena belleza de las ruinas de Puruchuco y los cerros y roquedales que enmarcan el sitio. Antorchas y fogatas iluminan el conjunto y se logra poder evocativo.
Puruchuco es un palacio prehispánico probablemente de fines del siglo XII. Ha sido restaurado y el patio principal del edificio se presta de maravilla a este género de veladas. En Roma, Atenas y Ciudad de México, las ruinas se utilizan con propósitos semejantes.
Intervienen en estos festivales bailarines y músicos indígenas. Estos artistas aportan patrones culturales rígidos: la coreografía está construida para ser vista como un monumento, desde todos los ángulos; la duración de la danza es ilimitada, dura lo que duran las fuerzas del bailarín; el paso del baile es muy fácil pues está destinado al regocijo y participación colectiva. El traslado de estos valores a la escena exige cambios. El diseño de la danza debe ser reconsiderado, pues, los espectadores están ordenados en un solo frente y de no serlo espectarían el baile unilateralmente. La duración de cada danza debe ser limitada. El baile tradicional casi siempre forma parte de un ceremonial y se descompone en momentos llamados “mudanzas”. Cada una de ellas, tiene lugar de acuerdo con distintos momentos de la ceremonia. La exposición integral del baile —muy dilatada— atentaría contra la ligereza de un espectáculo destinado a un público general. Un espectáculo así considerado se inspira en el folclor, pero no es folclor; por tanto no se puede exigir el rigor de una demostración académica.
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El nuevo planteamiento no es una estilización ni una re-creación. Aspira a la adecuada instalación del arte popular en un ambiente que no es el tradicional. La coreografía salta de un terreno a otro. Del campo libre a un espacio ilusorio. De la claridad del día a la luz artificial. Este traslado naturalmente entraña alteraciones. El quehacer juicioso está en salvar el mensaje popular de modo tal que no resulte vanamente mutilado. Los artistas populares tienen por lo general un repertorio limitado. Ejecutan danzas y aires propios de la región de origen. Halla explicación este comportamiento en arcaicas pautas culturales según las cuales: vestidos, bailes, aires y cantos no se podían trastocar. Cada región tenía lo suyo y no está permitido cambiarlos.
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Estimo honesto exponer todo esto a fin de que los festivales de Puruchuco sean tomados rectamente. Festival según el diccionario de la Real Academia es: fiesta especialmente musical. El museo de Puruchuco no se propone solo entretener. Aspira a algo más trascendente. De allí que estos festivales estén sostenidos por explicaciones lo más honestas y vertidas, esforzadamente, en un lenguaje lo más claro posible. Vestidos, máscaras e instrumentos músicos han sido recogidos con toda seriedad a través de muchos años en las distintas regiones del país. Presentan una imagen de lo más veraz posible de la suntuaria indígena. En suma los festivales de Puruchuco representan un esfuerzo por presentar un espectáculo refinado y digno. A ello se añade la satisfacción de saber que con ello se ayuda al museo de Puruchuco a la continuación de obras arqueológicas en Lima.
[*] El Dominical, 9 de febrero de 1964
El autorArturo Jiménez Borja fue médico cirujano, graduado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pero su labor mayor estuvo en la investigación de nuestras culturas ancestrales, en sus colecciones de máscaras, vestidos y arte popular. Fue uno de los gestores de la recuperación de Puruchuco, el centro arqueológico ubicado en la Carretera Central a pocos kilómetros de Lima.
También trabajó en Paramonga y Pachacámac. Jiménez Borja descendía de primer orden del último curaca indígena de Tacna, Toribio Aya.
Fue director del Museo de la Nación. Sus colecciones pueden verse en las universidades de San Marcos y la Católica.

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