domingo, 25 de abril de 2010

CIPRIANI

Principal
Cardenal Cipriani
Dom, 25/04/2010 - 20:13


Alberto Massa
Seguramente alentado por el grito del Presidente de la República, dando vivas al Papa, terminado un servicio litúrgico que el Cardenal ofició; o correspondiendo a sus inquietudes montesinistas, el Primado del Perú cometió la ligereza de aludir a Lourdes Flores Nano en un programa radial, pidiéndole que no se ponga el letrero de decente, incorrupta y honesta, pues es una forma de atacar a su contendiente. No tuvo vergüenza en lucir el uniforme fujimorista, ni en abogar indirectamente por el candidato Alex Kouri.
Debe recordar este Richelieu menoscabado, que su labor es solo pastoral. Si desea hurgar en temas ajenos a su competencia, que se informe del “affaire” CONVIAL, que engrosa los pasajes canallescos de la historia. Que se avergüence del papel que le cupo, como atisbador e informante, durante los sucesos en la Embajada del Japón. Que recuerde a sus antecesores con hábito, los jesuitas, expulsados de España entre 1759 y 1768, y después de Francia y Portugal, por enriquecerse y meterse en temas gubernamentales.
Que sepa que la honestidad es una categoría que se esconde dentro de las extremidades femeninas. Por su cultura “ecuménica” debe saber que hay diferencia de matices entre honestidad y honradez. La honestidad en su acepción cristiana está vinculada al decoro y al pudor. Posiblemente la falta de honestidad u honradez, que se puede traducir en corrupción, le haga recordar la bandera que enarbola su protegido político.
Leí a los congresistas Eguren y Galarreta, quienes dicen respetar pero no compartir las declaraciones del religioso. Como peatón, no comparto ni respeto dichas declaraciones y confío que el próximo Jefe de Estado equipare, en términos económicos, a todas las confesiones.

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