La iniciativa del presidente Alan García, de trasladar este lunes 4 de julio los restos del general Miguel Iglesias a la Cripta de los Héroes, localizada en el cementerio Presbítero Maestro, ha generado un movimiento de rechazo por parte de las organizaciones patrióticas dedicadas a honrar la memoria, encabezadas por la Orden de la Legión Mariscal Cáceres, que preside el general de división EP Pablo Correa Falen. El dirigente, en esta entrevista exclusiva, reseña que Iglesias nunca tuvo un comportamiento heroico y, por el contrario, fue un traidor que se coludió con los invasores chilenos para sellar una paz con entrega de territorios y derrotar la resistencia nacional liderada por el general Andrés Avelino Cáceres. A continuación sus declaraciones:
VICTOR ALVARADO
—¿Qué opinión le merece la decisión del presidente Alan García, de disponer mediante la RS 254-2011-DE el traslado de los restos del general Miguel Iglesias a la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro?
Vemos en la citada resolución una inusitada prisa en ejecutar posiblemente un pedido del gobierno de Chile, el cual nunca ha disimulado su admiración y defensa de Iglesias, pero lo que es más grave, la comisión oficial designada para esta tarea ha excluido a las instituciones patrióticas éticamente llamadas a pronunciarse al respecto, como la Orden de la Legión Mariscal Andrés Avelino Cáceres, que me honro en presidir, seguramente porque sabían que no hubiésemos consentido tamaño despropósito.
—¿Cuáles son los cuestionamientos históricos que pesan sobre el general Miguel Iglesias?
Tenemos varios cuestionamientos. Primero, que no es cierto como dice la citada resolución que Miguel Iglesias fue el vencedor de las batallas de San Juan de Miraflores del 13 de enero de 1881, porque allí vencieron los invasores chilenos, y, segundo, porque fue uno de los felones y traidores que optaron por el derrotismo y, lo que es peor, por su conducta entreguista al haber interpuesto sus intereses económicos a los sacrosantos intereses de la Nación.
—¿En qué momento de su vida Iglesias habría concertado con los invasores?
Desde la noche misma del 13 de enero de 1881, unas horas después de haber sido tomado prisionero, se convirtió en vocero de los invasores, de allí la quemante acusación de Andrés Avelino Cáceres en una de sus cartas escritas al fragor de la guerra: “Yo no veo en Iglesias sino a un teniente chileno que obedece a los propósitos chilenos, que vive bajo la sombra de los chilenos”.
—Parodiando una expresión de Mario Vargas Llosa en su libro “Conversación en la catedral”, ¿en qué momento se jodió Iglesias?
La defección de Iglesias es anterior al colaboracionismo que mostró con los invasores luego de la derrota en las batallas de San Juan de Miraflores. Baste decir que como ministro de Guerra del dictador Nicolás de Piérola fue responsable principal del caótico plan de defensa que presentó Lima al invasor chileno. Tuvo más de un año para organizar una adecuada defensa y no lo hizo, dedicándose más bien a otros afanes desgraciados, según describen las crónicas de la época, particularmente Manuel González Prada.
—¿Podría describir esos afanes desgraciados de Miguel Iglesias?
El primero de todos, al partir en dos el Ejército del Sur, con lo cual condenó al holocausto al coronel Francisco Bolognesi y a los suyos, luego apartando a los militares de carrera e improvisando coroneles entre sus amigos “los notables”, después aplaudiendo como fiel vasallo el absurdo plan de su caudillo (Piérola) que fortificó el cerro San Cristóbal creyendo que los invasores vendrían a Lima por la sierra, descuidando la preparación de la reserva, y lo que es más grave, la de las tropas colecticias (gente nueva y sin disciplina) llegadas del interior, que no sabían manejar las antiguas armas que portaban, por lo que solo pudieron servir de carne de cañón en San Juan y Miraflores, a pesar de su heroísmo sublime.
—¿Podemos decir, por lo tanto, que Iglesias fue uno de los responsables de la victoria de los invasores chilenos?
Iglesias, siendo ministro de Guerra, fue uno de los dos principales responsables de la tragedia, porque facilitó con su ineptitud la victoria de los invasores. Miguel Iglesias luchó contra Chile solo unas horas el 13 de enero de 1881 para pasar después a actuar como parlamentario chileno, proponiendo la rendición total.
—¿Hubo dudas de su integridad como militar en la acción de resistencia frente a los invasores?
El mayor Julio C. Guerrero, en su ensayo “La guerra de las ocasiones perdidas”, inserta un testimonio, según el cual, Miguel Iglesias confió a un oficial peruano, también prisionero por los invasores, que sería de inmediato liberado, como sucedió realmente.
—¿Después de la ocupación de Lima por los invasores, registrada el 17 de enero de 1881, apenas cuatro días después de la derrota en San Juan y Miraflores, Iglesias continuó en las filas militares?
Miguel Iglesias optó por retirarse a sus feudos de Cajamarca a esperar el desenlace de la guerra. Para desgracia del Perú no permaneció inactivo, sino que se acercó a Lizardo Montero, quien había sido nombrado por Piérola como jefe superior político y militar del norte, con sede en esa ciudad. Y en mala hora Montero lo nombró jefe del Ejército del Norte.
—¿Hizo alguna labor notable al frente de este importante cargo?
Desde este cargo Miguel Iglesias esperó solo el momento oportuno para dar un golpe de Estado, trabajando de consuno con los publicistas que en varias ciudades del norte hacía propaganda por el derrotismo cuando en varias regiones del país se había desatado la Guerra de Resistencia Nacional, liderada por el general Andrés Avelino Cáceres. La Razón.
viernes, 29 de julio de 2011
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