domingo, 24 de julio de 2011

JUAN SANTOS

.Por: Roberto Ochoa B.
Editor de Andares.

Mario Castro Arenas, Stefano Varese y José Amich publicaron las primeras investigaciones sobre la rebelión de Juan Santos Atahualpa. Complementadas luego con los trabajos de Scarlett O’Phelan, Marco Curátola, Carlos Dávila, Hernán Pantoja, Sara Mateos, Jaime Regan y Arturo de la Torre.

Sin embargo, la historia oficial sigue minimizando el impacto de la única rebelión indígena que no pudo ser sometida por los españoles, y que influyó 20 años después en la rebelión de Túpac Amaru II.

Pero fue el historiador Pablo Macera quien actualizó el tema con la publicación de El poder libre asháninca, y tuvo la sabiduría de incorporar tradiciones orales asháninkas recopiladas por Enrique Casanto Shingari, un narrador y artista plástico del pueblo asháninka del Perené. Se trata de un libro de lectura obligada para entender la permanencia de Juan Santos Atahualpa en la cosmovisión de los asháninkas y otras etnias de la selva central.

Con Daniel Morales visitamos al historiador en su oficina del Seminario de Historia Rural Andina. Grande fue su sorpresa al comprobar el registro fotográfico realizado por Diego Ochoa Ghersi de los caminos epimurales y los muros de piedra ocultos bajo los densos bosques de las montañas de Chanchamayo.

Macera recordó que “Juan Santos Atahualpa ordenó que se hicieran caminos peatonales al filo de los cerros cubiertos de bosques, por lugares inaccesibles que permitían acortar las jornadas y tomar de sorpresa a los españoles”.

“Eso es lo que vimos en el Mirador de Atahualpa”, dijo Morales. Y coincidió cuando Macera lamentó que “conocemos muy mal el antisuyo”, en referencia al nombre con el que los incas conocían a la selva.

La expedición de la Escuela de Arqueología de la UNMSM es el primer paso para el rescate de aquellos restos arqueológicos que fácilmente se pueden integrar al circuito turístico de Chanchamayo.

En el Año del Centenario de Machu Picchu para el Mundo, es bueno recordar que el desarrollo del turismo en el Perú está íntimamente vinculado al arduo trajín de los arqueólogos. Falta saber si las autoridades locales apoyarán el proyecto.

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