miércoles, 21 de septiembre de 2011

COCALES

La reducción de los cocales





Carlos Tapia

Opinión Columnista
1.- Un objetivo central de la política antiDrogas es la reducción de los cultivos de coca. Estos varían en su rendimiento por hectárea; así hay zonas y parcelas donde apenas se consigue una producción de 1 Tm de hoja de coca por hectárea, en cambio en otras zonas y parcelas se llega a producir tres veces más. El promedio nacional se estima en 2.2 Tm.

¿De qué depende el mayor o menor rendimiento? De la calidad de los suelos y de la tecnología empleada; el número de plantones por metro cuadrado (varía de tres a seis), uso de fertilizantes y pesticidas, número de cosechas al año, etc. En realidad, cuando se habla de la reducción del área sembrada de coca habría que tomar en cuenta lo anterior, acaso un mejor rasero sería preguntarse si se trata de las parcelas que tienen un alto o bajo rendimiento. Ya que el objetivo es reducir la producción de hoja de coca.

¿Cuáles son las parcelas con un alto rendimiento? Las que utilizan una moderna tecnología agrícola, uso intensivo de abonos y pesticidas, etc. ¿Quiénes son las que la utilizan? Los que poseen las parcelas más grandes y la producción más extensa, los que saben reducir sus costos unitarios y tienen asegurado la compra, a mejores precios, de la hoja de coca. No tratan con acopiadores menores, sino directamente con los grandes; consiguiendo así un mayor margen de ganancia. Y tienen los recursos para corromper a todo tipo de funcionarios.

2.- Es verdad que la erradicación, forzada o concertada, es indispensable si queremos reducir la producción de coca. Aunque, como hemos visto, se debería poner énfasis en las plantaciones mayores, por dos razones: a) porque se erradican más plantas por hectárea y b) ya que se golpea a los productores que están ligados más cerca a las firmas locales, y obtienen pingues ingresos y no les interesan ningún programa de desarrollo alternativo.

En cambio, los pequeños productores de coca (menos de una hectárea, generalmente asociados con otros cultivos para su alimentación, de baja productividad, etc), apenas consiguen cubrir la deuda contraída con el acopiador que le “adelantó” el pago a cambio de la futura cosecha. Esa pequeña cantidad de dinero les sirve como una caja chica para contingencias familiares. No se enriquecen, son decenas de miles de familias que no tiene otra alternativa económica para literalmente conseguir subsistir y no pueden negociar un mayor precio con los acopiadores. No tienen dinero para corromper a nadie y se organizan en sindicatos y federaciones de cocaleros para defender su fuente de subsistencia. Son los que protestan y bloquean las carreteras ante las amenazas de la erradicación. Como quedó demostrado en el “modelo San Martín”, están dispuestos a acogerse a los beneficios de los cultivos alternativos, es decir, concertar, si se les atiende en sus necesidades y se les demuestra las ventajas para salir de la pobreza en que se encuentran.

3.- La erradicación forzada de los últimos 15 años, principalmente contra los pequeños productores, ha sido ineficiente porque no ha logrado reducir la producción de la coca y sí, en cambio, acentuar los conflictos sociales y producir muchos muertos. Ha faltado una estrategia integral, inversión para el desarrollo alternativo y capacidad del Estado para llegar a un acuerdo con los pequeños productores, aislándolos del narcotráfico, luchar contra la corrupción y golpear a los grandes beneficiaros de la industria del narcotráfico.

¡La nueva administración de DEVIDA ha movido el gallinero!

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